— ¡Erin! — Pestañeo un par de veces — ¡ya está lista la comida!
Al percatarme un poco de lo que está pasando, y de quien se trata la persona que me llama, me levanto de la cama y camino fuera de la habitación en la que me quede gran parte del tiempo pensando en varias cosas. Al llegar a la cocina, le sonrió fingiendo que no hay nada preocupante paseándose en mi mente. Él, ignorando todo, me hace una señal para que tome asiento a su lado, los platos de espagueti con salsa de tomate ya se encuentra encima de la isla.
—Toma enano — Rhys le deja un plato con la misma comida a Atka, solo que en vez de dejarlo en la mesa lo hace en el suelo — espero que te guste, admito que no soy un cocinero esplendido, pero por lo menos se hacer algunos platillos — ríe y toma asiento a mi lado.
Sin perder demasiado tiempo, comienzo a comer. Me gustan los tallarines, es algo de lo que no me cansaría de comer, dudo encontrar alguno mal preparado.
—Están muy buenos.
Toda la comida nos la pasamos hablando de algunas cosas, el sol se ha comenzado a ocultar y los gritos de los niños ya no son tan fuertes como antes. Hoy quería ir a ver a mi madre a su casa, pero supongo que ya no podré. Siempre que estoy en compañía de Rhys, las horas se pasan de una manera particularmente rápida.
—Creo que me iré a dar un baño… — siento que no soy la única de los dos que siente un poco de vergüenza al estar a sola.
Tomo las cosas sucias y comienzo a lavarlas, por poco se me rompen los dos platos, pero gracias a los reflejos de Itzel no ocurrió nada. Atka se encuentra a mi lado observándome atentamente. Para ser que solo tuve que limpiar dos platos y cubiertos, me he tardado bastante en completar la simple tarea. Me seco las manos y subo las escaleras, el sol ya no se encuentra, en su lugar la luna está haciendo su aparición. Rhys se encuentra con el abdomen descubierto y un simple pantalón de pijama color negro. Paso por su lado, él está pendiente de su móvil, entro al vestidor y tomo un pantalón corto color rosa de algodón más una de las poleras de Rhys, con todas las cosas en mano entro al baño, ahí me lavo los dientes y la cara.
—Linda camiseta — Rhys se me queda mirando con una sonrisa en sus labios.
Le doy una pequeña sonrisa, la verdad es que me encuentro cansada. Mis pensamientos no han hecho más que darme problemas, sé que es normal estar en la misma casa que tu pareja, pero eso no significa que me hace sentir incómoda. Me acuesto en la cama, Rhys me atrae a su cálido pecho.
—Buenas noches princesa…
—Descansa — y sin más, me quedo dormida en el paraíso, rodeada con aquellos dos brazos que me trasmiten tanta tranquilidad.
(...)
Alrededor de mi cintura hay unos fuertes y pesados brazos, intento liberarme de su agarre lo más delicadamente posible, pero se me hace una tarea imposible.
—Te despiertas muy temprano Erin… — susurra con voz ronca librándome de su amarre, separo mis labios para desmentir lo que ha dicho, pero al ver la hora me percato de que son recién las ocho de la mañana.
—Si tienes quejas de mi despertador automático, ve a decírselas a Marta — me siento en la cama y me estiro, este me sonríe divertido.
— ¿Por qué a Marta?
—Ella es la culpable, pues me hacía levantarme todos los días bien temprano.
El chico me toma del brazo y me atrae a sus labios, realmente a él parece no importarle que mi aliento sea desagrádale, como el de cualquiera en plena mañana. Rhys pasea sus manos por mi espalda debajo de su camiseta que traigo puesta. El beso se está haciendo más profundo, se bien lo que puede pasar si no le pongo un freno a todo esto, la misma Marta me lo dijo todo, pero por más miedo que sienta, quiero darle todo de mí.
—Lo siento… — Rhys se aleja de mí, avergonzado.
Ahora soy yo la que lo atrae a mis labios, este no pone resistencia alguna. El chico se sube arriba mío, sin poner todo su peso, sin dejar de besarme. Mis manos recorren su cuerpo descubierto y él no quita la suya de mi cintura.
—Erin… — gruñe en mis labios intentando alejarse una vez más de mí, aunque sin muchas ganas.
Ahora soy yo la que me encuentro arriba de él, sé que Rhys no quiere realmente alejarme, pero también soy consciente de que no quiere que me sienta obligada a nada. En sus ojos se puede ver la pasión que todo esto le está causando. Entre besos y manoseos, no soy consciente el momento en el que Rhys se cambió de posición. Lentamente me quita los shorts, sin separar sus labios de los míos, y no soy realmente consciente del momento en el que el mismo se quita su pijama.
Rhys me vuelve a colocar debajo de él y con mucho cuidado y sin separar nuestros labios me quita los Short, en algún momento de los besos Rhys se saca la única parte de su pijama que llevaba puesta, la de abajo. La mano de mi compañero se queda un poco más arriba de mi ropa interior, lo cual logra que una excitación incontrolable recorra mi cuerpo. Los besos solo se detienen cuando algunos de los dos queda sin aire, pero las caricias no se detienen. Ambos quedamos prácticamente desnudos, tenemos una sola prenda que nos mantiene en cubierto; nos cubre solo la parte de abajo.