Ha Rhys lo han venido a buscar hace más o menos una media hora atrás diciendo que no había tiempo para saludos ni despedidas, apenas me beso los labios y salió corriendo con los demás. Maldito Roberto, espero que lo encuentren rápido. Ahora mismo me encuentro tendida en mi cama con Atka a los pies mirando televisión. El timbre de la casa resuena por todas partes, dejo que un bufido aburrido salga de mis labios. Atka levanta la cabeza y ambas de sus orejas. Bajo las escaleras con el detrás de mí, Dana es la persona que se encuentra al otro lado de la puerta.
—Entiendo que tu casa sea grande y todo eso, ¿pero tanto te lleva en abrirme la puerta?
—Lo siento — río y me hago a un lado para que entre — estaba acostada viendo televisión.
La chica entra y comienza a mirar todo, se le ve animada. Me felicita por lo hermosa que es mi casa y por qué haya dado al fin el gran pasad de vivir con mi mate. Las dos entramos a la cocina, tomamos asiento en los bancos alrededor de la isla y sirvo del jugo que se encuentra en la mesa junto a un par de vasos.
—Supe lo del hermano de Rhys — rueda sus ojos y bebe un poco.
—Se tuvo que ir muy rápido, no tuvo tiempo de despedirse. Estaba preocupado.
—Sí, me lo imagino — juega con el vaso en sus manos — es su hermano después de todo.
—Y el menor — informo — debe ser más difícil aun, supongo que los dos deben ser un poco más unidos.
—Sí, suele pasar que uno siempre suele llevarse mejor con el menor, sobre todo cuando han tenido que pasar por tantas cosas — sonríe — al menos con Gael somos así, no me puedo separar de mi niño por mucho tiempo, hemos pasado por tantas cosas que se me hace imposible dejarlo, sé que él siente lo mismo.
Las dos nos quedamos en silencio y nada más que nuestra respiración se escucha, no hay niños jugando ni mucho menos adultos hablando. Nada. No me gusta.
—Te noto tensa... — me observa preocupada — ¿Qué es lo que pasa?
—He estado así gran parte de la mañana — admito sin titubear.
— ¿A si, por qué? ¿Ha pasado algo con Rhys? — realmente luce preocupada. Me agrada tener a esta chica como amiga, pero sería una lástima que se entere de lo que le hice a su abuela y se aleje, eso realmente me haría sentir muy mal.
—No lo sé — suspiro y bebo un poco del líquido que hay en mi baso — solo deben ser tonterías que se pasan por mi cabeza — la chica se me queda viendo unos segundos más, creo que le he traspasado mis miedos... — no hay que preocuparse de nada.
Ella me observa unos segundos, su mirada refleja que no está segura de mis palabras, pero sé que no hablara más del asunto. Ladea un poco su cabeza y sonríe.
— ¿Te marco? — pone su cuerpo en la isla y se acerca a mí, me hace a un lado mi cabello para poder observar la herida rojiza que me ha quedado ahí — ¡si lo hizo!
—Esta mañana... — sonrió emocionada — me ha dolido mucho, pero siento que valió la pena, e incluso me atrevo a decir que fue más doloroso que ser abierta.
Dana ríe por la forma en la que lo he dicho, perder la virginidad duele, pero no tanto como que te muerda el cuello con colmillos de un hambriento lobo. El timbre de la casa suena, me levanto de mi asiento, camino hasta la entrada, al abrir la puerta principal mi corazón se oprime, mi sonrisa se borra y mis piernas tiemblan ligeramente.
—Ro-Roberto... — tartamudeo al pronunciar su nombre — ¿Qué es lo que haces aquí?
—Hola cuñada — da pasos hacia adelante y yo retrocedo rápidamente, cierra la puerta detrás de él — creí que iba a pasar más tiempo para nuestro rencuentro, pero solo han sido un par de días.
—Rhys estaba muy preocupado por ti — me alejo un poco más, Atka me está observando fijamente, atento a cualquier cosa.
—Ese Rhys, es un verdadero idiota — ríe — apenas le dijeron que había "desaparecido" corrió en mi búsqueda, ni siquiera se detuvo a pensar en si es que era realmente una buena idea dejar a su pareja sola... y recién marcada — acerca su mano hasta donde se encuentra la marca de su hermano, luce tranquilo, calmado, como si fuera una simple visita, algo casual — creyó que estarías segura entre tu manada. Repito, es un estúpido.
Alejo la mano del chico y retrocedo un poco más. Este Roberto no es el mismo que yo vi la primera vez, no es el joven que me dio ternura; él me da miedo. Quiero que se vaya de aquí, quiero gritarle que lo haga, pero me quedo en silencio.
— ¿Me tienes miedo Erin, estas asustada?
—No — mi voz sale extremadamente firme, algo que pensé que no podría hacer en estos momentos, no cuando mis piernas desean salir corriendo lejos.
—Pues deberías... — una sonrisa macabra se expande en sus labios, jamás me imagine que él sería el ser maligno al que le temería tanto, no con ese parecido tan impresionante que tiene con su hermano —, si yo estuviera en tu lugar estaría muriéndome del miedo e intentaría huir a como dé lugar.