Princesa Fugaz (libro 1) (terminado)

Capítulo 8

Holder

Los rayos de sol se cuelan entre mis ojos, intento moverme, pero siento un pinchazo de dolor en el costado izquierdo. Gruño presionando la zona afectada.

—Tu padre te hizo esto ¿no es así? —dice Alston y ríe.

—¿Porque la risa?

Miro alrededor, todo es blanco y hay un par de camillas vacías. Logro comprender que estoy en la enfermería del Instituto.

Observo mis manos con vendajes, y se por qué me encuentro herido, pero no logro recordar como llegue aquí. Supongo que es Alston quien me ha traído a la enfermería.

—Gracias por traerme aquí.

—Estas equivocado —niega con la cabeza, conteniendo la risa— yo no te traje aquí. Eso deberías de saberlo tú —. Me señala con el dedo y coloca su móvil frente a mí.

Veo la cámara y aparece mi rostro, hay garabatos en él, parece que soy un ¿gato?

—¿Quién se atrevió a hacer esto?

—Supongo que tu —Alston vuelve a reír— si no fuiste tú ¿Quién?

—La persona que me trajo ¿quién fue?

—Recibí una llamada, de una enfermera que parecía ser una anciana —parece recordar la escena y se carcajea—. Creo saber quién es, me parece haberla visto.

—Dilo, su nombre.

—No, no quiero causarle problemas, además no estoy seguro.

Me froto las sienes con la mano, intentando recordar quien pudo ser.

Intentar recordar provoca que me duela la cabeza así que decido olvidar el tema y hablar sobre otra cosa.

—¿Sabes algo de Evangeline?

—Ella está bien, su cortada era superficial.

Siento gran alivio.

—¿Y de Andrew?

—No, no sé nada sobre él. Pero la gente de tu padre o diré de Su Majestad están afuera de la habitación. No hay manera que escapes de ellos.

—Mierda —digo entre dientes—. Debo evitar que me case con alguien a quien ni conozco —. Intento levantarme, pero el dolor me lo impide, suelto un gemido de dolor.

—Son unas simples heridas así que puedes levantarte, abuelita —. Alston suelta una carcajada.

Hace que sonrisa y me pongo de pie, mi ropa está sucia.

Evangeline irrumpe en la habitación y se lanza a mis brazos.

—Necesito que me ayudes —jadea agitada.

Lanzo una mirada a Alston para que nos deje solos, él comprende y sale inmediatamente de la habitación.

—¿A qué te refieres?

—Tienes que casarte, para evitar que Andrew no se case conmigo, te lo suplico —dice soltando algunas lágrimas—. Si tu aceptas casarte con ella el no podrá acercársele, tienes que hacerlo. Si realmente me quieres y quieres verme feliz, tienes que hacerlo.

—¿Sabes quién será mi prometida?

—Creí que lo sabias, pensé que te negabas a estar con ella porque la odias, pero tienes que verle el lado bueno, es bonita.

—Evangeline, dime el maldito nombre ¿La conozco?

—Anwen, la chica a la que tu hermano ama.

Recuerdo a la chica a la que le tire el dinero en la cara, a la chica que me ofreció el paraguas, que a pesar que no era mío me lo dio, pero también recuerdo a la chica que robo el móvil de Evie, ¿quién sabe para qué y con qué intenciones?

—¿Cómo piensan casarme con alguien como ella? No lo puedo hacer, esa chica es ridícula.

—Hazlo por mí —dice fijando sus ojos suplicantes sobre mí.

Observo la desesperación en su rostro, cada centímetro de mi cuerpo desea hacerla feliz, pero ella no tiene ojos para mí, tal vez nunca lo haría.

—Ayúdame a ser feliz —ruega—. Andrew es mi vida y si no lo tengo conmigo, moriré.

Evie sabe que mi mayor debilidad siempre a sido el amor que siento por ella, y ahora estaba aprovechándose de su ventaja sobre mí. Odio tanto que quiera manejar mi vida al igual que mi padre, pero no dejare que maneje los hilos de mi vida a su manera.

—Evie… no lo haré —pronuncio determinado— yo no puedo jugar con la vida de Anwen y la mía para que tu obtengas lo que quieres. Si Andrew no siente nada por ti deberías de aceptar que no te quiere, ver a tu alrededor y...

—¡Deberías seguir tu consejo tú mismo! — molesta apunta con el dedo mi pecho mientras pronuncia las palabras—. Acepta de una vez por todas que amo y amare a Andrew siempre. Yo merezco la corona y no esa mustia. Y si crees que algún día podría pasar algo entre tú y yo estas muy equivocado. ¡Ol-ví-da-te de mí!

Evie me lanza una mirada de odio y se aleja.

La imagen de Evie cortándose las venas me tortura, no puedo permitir que ella vuelva a intentar cometer el mismo error.

—¡Lo hare! —grito antes que ella salga de la habitación.

Evie, se detiene y gira hacia mi

—Te lo agradezco —dice suavemente y sale de la enfermería.



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En el texto hay: principes, primer amor, insituto

Editado: 31.12.2022

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