―El ensayo pueden escribirlo de cualquiera de los temas descritos y deben enviarlo a mi e-mail institucional. A como acordamos, tienen toda la semana para entregarlo. Y recuerden, si alguien necesita ayuda extra, enlístese en el grupo de refuerzo especial de los sábados, en el horario de su conveniencia―explica una mujer joven enfrente de la pizarra electrónica del aula―. Eso es todo, pueden ir a su siguiente clase.
Los alumnos se levantan de sus lugares mientras la princesa, que apenas se ha dado cuenta de la tarea asignada, prosigue a escribir en su Tablet el recordatorio del trabajo.
En estos momentos se siente mal porque Literatura, es una de sus asignaturas favoritas y una de las pocas excepciones, en la que su falta de concentración no le afecta en gran manera. Sin embargo, en la hora que duró el componente, no escuchó casi nada del debate entre sus compañeros. Inclusive, la voz de la licenciada Hallsworth la oía a kilómetros de distancia cuando en realidad, ella estaba a menos de un metro de largo.
La situación no está segura de cómo explicarla, pues no puede decidir si se debe a la noche en vela que pasó, a la cefalea que la agrede cada cinco minutos o al cansancio que aprecia en todo su cuerpo. Por lo que, no queriendo perder tiempo en algo innecesario que puede acrecentar su dolor de cabeza, se pone de pie. Pero cuando efectúa este intento, algo que sólo puede semejarse a una descarga eléctrica en su cerebro seguido de un fuerte vértigo, hacen que pierda por un segundo el equilibrio y golpee con su hombro a Miu, que pasa a su lado.
―¿Qué te sucede? ―Exclama Uchida al ver que su mochila ha caído en la fina cerámica―. ¿Crees que porque eres el contenedor de la princesa Juliana puedes hacer lo que quieras y que los demás deben soportarte?
―Lo siento, me tropecé. ―Se disculpa Julia tratando de evitar otro roce entre ambas y que Miu siga dedicándole miles de miradas de desprecio en cada ocasión, las cuales aún no entiende a qué se deben―. No ha sido mi intención molestarte. Recogeré tu mochila.
Tal y como dice, la princesa se inclina para ayudar a Uchida, pero ésta lo hace con mayor rapidez y atrae el bolso de color azul cielo de forma brusca hacia ella, haciendo que sus útiles escolares salgan expulsados del interior. Al parecer, ella se ha olvidado de que antes que su bolso cayera, ella estaba tratando de cerrarlo en tanto buscaba la salida del aula.
―¿Estás molestando a la princesa? ―Indaga Josiah dejando su conversación con Yerik y acercándose a las chicas junto a su amigo al entrever dificultades―. Porque si es así, aunque seas la próxima líder de la quinta familia, tendrás muchos problemas con el consejo y con nosotros.
―Un accidente. Yo tuve la culpa ―dice prontamente Julia para aplacar a Grimaldi―. No existe ninguna problemática.
―¿Estás segura? ―Pregunta Sóbolev―. Erich dijo que no quería otra pelea ni faltas de respeto. Pero si ella te molesta, tal como mencionó Josiah, puedes decírnoslo y nosotros nos ocuparemos.
Miu deja de recoger sus cosas y posa sus ojos castaños en sus compañeros. Su mirada retadora emerge al tiempo en que se levanta.
―Se ven bien pronunciando ese argumento, pero ¿se puede saber cómo se ocuparán de mí? Me parece que se olvidan de su derrota. ¿Quieren otra golpiza? ―Los jóvenes aprietan sus puños y dan un paso al frente. Julia se pone de pie y coloca sus manos en sus pechos para detenerlos―. ¡Qué patéticos! Aprendan a librar sus batallas sin ayuda de nadie.
Rápidamente, vuelve a inclinarse y sin nada de meticulosidad, introduce sus cosas en la mochila para marcharse.
―No puedo creer que pensáramos que la agregación de otra chica, sería bueno para el equipo ―cuestiona Josiah cuando ve que Miu sale de la habitación.
―Se me olvidaba. ―Señala Miu volviendo al aula―. No sé qué es peor, dos candidatos a miembros del consejo que se divierten jugando a los príncipes azules y que se esconden continuamente detrás de una mujer o, una líder que juega a ser una princesita de cuentos de hadas que es salvaguardada por dos idiotas con complejo de héroes.
Dicho esto, propinando un golpe directo al orgullo de los muchachos, Uchida sale corriendo, dejando a Su Majestad con la dura tarea de intentar detener a los jóvenes para que no vayan detrás de la asiática irritante. Y es ahí, cuando Julia sabe que no podrá detenerlos fácilmente porque carece de las fuerzas y al no quedarle otra idea, toma la decisión de decir algo que sabe que surtirá el efecto de una especie de conjuro mágico.
―Ignoren a Miu, por favor. Si prestan atención a sus insultos, arriesgarán sus candidaturas a líderes de sus familias y no podrán trabajar a mi lado.
La idea surge el resultado deseado. Los ojos azules de Yerik y los turquesa de Josiah, brillan cual diamantes al escuchar lo que su amada princesa ha pronunciado. Aquello es una revelación divina de que para ella, ellos son importantes, preciados y tal vez amados. Hasta ahora, es el mejor regalo que la princesa les puede dar. Por lo cual, se encierran en una burbuja de felicidad que borra cualquier enfado anterior y se centran en hablar de su logro.
En tanto ellos se ilusionan, Julia aprovecha su estado para salir del sitio con el objetivo de obtener un respiro del mar de problemas que tiene encima y que no disminuyen en número sino que al contrario, aumentan. Sobre todo, de la estresante presencia de su nueva compañera Miu quien tiene como pasatiempo buscar riñas con ella y sus allegados al lanzar comentarios respecto a su persona.
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Editado: 31.12.2022