Princesa Juliana: El poder de la soberana

Capítulo 16

El pasillo deja de estar vacío. De un extremo, una joven japonesa aparece y tras ella, vestida con el mismo uniforme de la academia Juliana, lo hace la doceava princesa. Seguidamente, también hacen su entrada un par de varones cuyos rostros no son los mejores, a pesar de lo bien parecidos que son.

―¿Aún vivo? ―Cuestiona Miu con su ya tan conocida altivez al distinguir al muchacho de cabellos plateados―. ¿Sin ningún rasguño? Es extraño, pensé que como mínimo, Erich te rompería un brazo o una pierna. ¿Qué pasa? ¿Acaso se compadeció de ti?

―Púdrete, Miu.

―¿Estás enojado? ¿En serio? ¿No se supone que tú eres el difícil de enfadar?

―Cállate o te rompo la boca.

―Esto sí que es nuevo ―habla ella sonriente antes de señalar al italiano―. ¿Ustedes dos cambiaron de papeles o algo así? O quizás… Los noviecitos decidieron…

Si antes habían dudas respecto al cambio repentino del señorito Sóbolev, esto termina cuando dejando las ideas conciliadoras y de templanza, Yerik se acerca a Uchida con el objetivo de tomarla del cuello y estrangular de verdad. Porque no es una broma, no una amenaza, tampoco un juego. Cuando el muchacho de ojos azules se enoja, cuando le llegan a tocar aquello que no soporta, no es pasivo y esto, en parte, algunos de sus compañeros apenas lo entienden.

―Atrás ―ordena la princesa colocándose en medio, justo delante de Miu y, cuando el muchacho traga grueso, baja la cabeza y obedece, ella voltea hacia la otra mujer del equipo―. Guarda silencio. No necesitamos problemas.

La japonesa hace un mohín de enfado y empieza a dar unos pasos hacia una de las paredes blancas e impolutas.

―Eso díselo al idiota ése que no soporta una broma.

El tono de enfado de Miu, es de poca importancia para los presentes. El ser amargada y vivir siempre buscando rencillas es tan natural en ella, que nadie repara en la joven de ceño fruncido, que se coloca de brazos cruzados a la altura de su delicada cintura y que apoya su espalda en la pared. No, ¿para qué prestarle un segundo de atención? Con doce meses juntos, con un par de salidas ocasionales, cada uno ha llegado a conocer sus formas y es bien sabido, que lo es mejor es dejar a Uchida con su raro carácter. Ignorarla es la medicina, el mejor pacificador que cualquiera puede encontrar para soportarla. Pero el asunto no es este, sino Yerik, pues si en algo la muchacha ha tenido razón, es que él no está actuando como es usual.

¿No es Josiah quien siempre cae en las provocaciones de Miu? En efecto, es así. Yerik no suele rendirse ante ella a menos que sea en algo respecto a la princesa. Él es conocido por ser quien hace a un lado a Grimaldi para que nadie salga lastimado. Y, ahora al ser lo contrario, todos lo han notado. Tendrían que ser ciegos para no percatarse del colosal cambio.

―¿Estás bien? ―Pregunta Julia acercándose a Yerik, preocupada por él―. ¿Te sucede algo? ―El muchacho niega en el acto―. ¿Seguro? Erich es algo áspero, pero…

Yerik da media vuelta y al igual que Miu, toma una sana distancia. ¿Por qué? Es obvio, está peor de lo que aparenta. Su estado de ánimo pende de un hilo y aunque adora a la princesa, pese a que debería sentirse feliz de que ella lo observa y se preocupa además por él, en este momento todo le parece insípido. Tanto, que ha dejado a la muchacha con la palabra en la boca cuando en otro instante, suplicaba por una mirada suya.

―Está bien ―articula Josiah tomando a la princesa de la mano, dándole un ligero y algo coqueto apretón de manos―. No te preocupes, es solo… Tensión. Sí, la presión de las decisiones.

―No lo creo. Yerik…

―Es estrés ―continúa él con un discurso poco convincente―. Últimamente tenemos mucho trabajo, demasiadas tareas y… El tema de las decisiones de vida le están afectando, pero se le pasará pronto. A Erich le prometió regresar en sí y eso hará. Necesita tiempo, nada más y un poco de paciencia que… Por cierto, ¿por qué no salimos todos hoy al cine? Nos ayudará a despejarnos del sermón que nos dejará caer el tirano.

Ni Josiah se comporta como debería. Julia piensa esto al instante, pero enmudece mientras analiza la situación, tildando a los varones de mentirosos con rapidez porque, ¿cómo no llamarlos así? Yerik no pasa por una tensión producto de las opciones que deben tomar. Claro que no. Él lleva así más de cinco semanas y, aunque el periodo concuerda, algo le dice que no es tan simple. Después de todo, su cambio ha sido drástico, mostrándose perdido en ocasiones (como lo demostró en la misión), con la guardia baja en los entrenamientos, con una disminución de su poder y quizás, lo de mayor significancia, esa distancia e indiferencia con los demás que se ha mostrado en la forma en cómo ya no parece prestar atención a los también escasos cortejos de Grimaldi hacia la princesa.

―De acuerdo, iremos por una película. Pero, si hay algo en lo que pueda ayudar a Yerik para que esté mejor…

Un beso en el dorso de su mano. Esto es lo que brinda Josiah a la doceava antes de correr hacia donde su mejor amigo para sonreírle de la mejor forma, rodearlo con sus brazos en el cuello y con la jovialidad que lo caracteriza para con quienes apreciar, acercarlo hacia su cuerpo y revolver su cabello plateado.

―Quita esa cara ―susurra en su oído para que nadie los escuche―. La convencí, tenemos una cita triple y…

―Debería estar enojada ―musita por lo bajo, desviando su mirada―. Ella quería hacer un interrogatorio y por mi culpa, por haberme centrado en mis problemas y no en la misión, se rompió mi poder y el desgraciado que tenía el dispositivo para activar el veneno…




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