Princesa Juliana: El poder de la soberana

Capítulo 35

El doceavo contenedor de la princesa Juliana, mantiene sus ojos fijos en su reloj. Ella está ejecutando dos tareas. De modo que, por un lado, se dedica a realizar un par de cuentas regresivas. La primera, es para medir los minutos y segundos de acción que le quedan al raro producto de sistema de inmunidad que fue desbloqueado al inicio del tercer día del examen, el cual ellos compraron a un exorbitante precio y que ha sido fantástico para evitar que otros equipos los ataquen. Pero, aquello que Julia monitorea en segundo término, también es importante, quizás más que lo anterior. Y es que, ese conteo mide el tiempo restante para que el evento el cual ella propuso a Baran Sóbolev y que, por cierto, fue anunciado hace una hora, de inicio.

De manera que, Julia respira profundo y mientras monitorea la tarea que proporciona una gran cantidad de estrés en su cuerpo, se dedica a lo que, de forma irónica, se encarga de nivelar su nivel de ansiedad. Pero, ¿cómo es que seguir calculando variables puede ser reconfortante para ella y no un motivo para que su agitación explote? Es difícil de explicar, más quizás es porque las rutinas impuestas, esas que son bien conocidas, a la larga actúan como un bálsamo y hoy, en este instante, es cuando necesito ese confort.

Así, Julia repasa su proceder. Observa su puntaje individual y el grupal con cierta tranquilidad. Y no, no es que estén fuera del peligro. ¡Qué grandioso sería eso! En honor a la verdad, la posibilidad de perder está latente. Ella está ahí, como un león listo terminar con su presa, con las esperanzas suyas y de sus compañeros. Así que no, esa paz que siente es porque al menos, sus puntos subieron en un buen porcentaje. ¿Y cómo no podría ser así? Al parecer, su idea de lanzar un reto, su estrategia de tender una trampa burda, pero eficaz, y la concepción de una técnica de alto nivel con poca preparación previo, fue bien percibida por el jurado calificador. Por lo cual, no solo recibió una buena recompensa a nivel personal, sino también en colectivo. Pero, ¿puede quedarse satisfecha con ello? Claro que no, por eso está en el río cercano al castillo, en un lugar donde había declarado no acercarse a menos que la situación se saliera de control, esperando a que se dé el aviso para que sus contendientes se lancen por su cuello.

―¿Sigues calculando, Lia? ―La doceava despega sus ojos de su reloj con cierta extrañeza, ante lo escuchado de labios de Josiah―. ¿No te gusta? Perdón, pero Yerik y yo pensamos que es un buen diminutivo. Después de todo, mencionaste que, aunque te gusta tu verdadero nombre, no te agrada que sea una variación del de la princesa y como la mayoría de diminutivos que se nos ocurren pueden responder también al nombre de ella, entonces, nos agradó el de Lia, pero si no te atrae…

―No, está bien, supongo que lo acepto ―dice, aunque no tan convencida. La verdad, es que aquello no le gusta mucho. El apodo que sí le encanta, el que la hace sonreír como una verdadera tonta, es el dado por Erich, pero ése solo quiere que quede entre ambos―. Y no, he terminado. Todo seguirá según mis órdenes previas. No hay ninguna modificación.

Nadie dice nada. Al parecer, todos han entendido las orientaciones, pero aquel silencio no le termina de agradar a Julia. Quizás, porque siente la presión que ellos podrían tener. Al fin y al cabo, lo que les ha pedido ejecutar a cada uno, es casi una locura. Por lo cual, se aclara la mente con el objetivo de decir algo reconfortante, una frase o palabra que aligere el ambiente. Con todo, alguien se le adelanta en su misión.

―Julia. ―Su nombre resuena en la mente de los cuatro chicos―. Significa, «de cabello suave, llena de juventud». Creo que te queda bien. Me refiero a todo, más a lo de tu cabello. Es bonito. Te miras preciosa como pelinegra. Como rubia también, pero el azabache contrasta en mayor medida con tu piel y por eso, te miras mucho más hermosa con ese color. ¡Ah! Pero casi se me olvida, el flequillo es genial. Te da un aire más maduro, pero también tierno e intelectual.

Un bonito halago. Por supuesto que Josiah ha hecho alarde de su sangre italiana al decir algo tan dulce de la forma más normal del mundo, sin ninguna pizca de vergüenza. Sin embargo, Julia no responde y eso, es bueno para Yerik, quien se apresura a declarar.

―Concuerdo, menos en que se mira más atractiva con el pelo azabache porque, rubia es preciosa. Los cabellos tan dorados como el sol, son mejores para ella.

―Claro que no. ¿Eres idiota, Yerik? Lia es un ángel. Su forma natural es mejor. Aunque, bien, no voy a negar que adoro más sus ojos verdes.

―Josiah, eres idiota, de nuevo te equivocas. Los orbes oscuros se le ven mejor. Incluso, piensa. Cabello rubio y ojos azabaches combinan bien y no, tu mezcla tan fuera de serie.

Y la pequeña pelea inicia. Josiah y Yerik continúan con aquello que no tiene ni fin ni futuro. Por lo cual, la doceava no sabe qué sentir, si alegría porque ellos han vuelto a ser quienes son, esos chicos alegres que no se preocupan por nada más que el momento presente o, por el contrario, enfadarse por su estupidez.

―Idiotas ―brama Miu y aunque la doceava no puede verla por la distancia en la que la japonesa espera, puede imaginarse por completo, su mirada de hastío―. Cuando despertaron, no reconocían a la chica pelinegra que agonizaba a su par y, ¿ahora discuten por una estupidez? No pueden ser más imbéciles. Aunque, ¿sabes que tú eres quien menos remedio tiene? Con esa conversación de tu vida, de tu familia y tu trastorno mental, has aumentado sus esperanzas. Los ineptos, lo interpretaron como una especie de confesión amorosa y por eso, ya han empezado con los preparativos para su boda contigo y el cálculo de la estimación de cuántos niños sería ideal tener a tu lado.




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