Un escalofrío recorre el cuerpo de Nicole. En acto reflejo, baja la cabeza y cierra sus ojos, aprieta con fuerza sus labios y puños. Estos signos revelan lo alarmada que está ante tal situación; acaba de percibir algo imposible. ¿Será que su percepción de la energía está equivocada? Podría ser, después de todo, lo que ha distinguido le recuerda su tormento de años, aquella otra cruz que ha llevado a cuestas y que ha pesado en su conciencia.
Entre tanto, el joven padre trata de llamar la atención de su hija, tocando su hombro.
―¿Estás bien, Julia? ―Pregunta desconcertado.
Ante este acto, no recibe respuesta alguna, por lo que se preocupa de sobremanera. Sin embargo, el hombre no se da por vencido y sigue intentando, pero a pesar de los múltiples llamados que hace, Julia no responde.
John y Leonti que han llegado junto a Dan, observan la escena preocupados por Julia y a la vez por Nicole, quien se ha limitado a estar encerrada en sus pensamientos y no, en sacar de aquel trance a la niña. Por su parte, el nuevo maestro, a diferencia de los demás presentes, no demuestra ninguna emoción en su rostro.
Góluveb, como el médico del equipo, trata de acercarse a la pequeña para cerciorarse de su estado, pero es detenido por Dan. El pelirrojo da un paso hacia adelante para acercarse a Julia y ella de inmediato, reacciona. Su primer movimiento es cerrar su puño con fuerza.
De pronto, un gran estruendo es escuchado y todos dirigen su mirada hacia el objeto del cual se desprende el sonido y se percatan de que proviene de un árbol situado al lado de la casa que ha sido roto en mil pedazos; sus hojas están en el suelo, pero los pedazos de madera están flotando en el aire. La impresión más grande, la dan los trozos de madera que tienen una extraña forma de lanza con las puntas afiladas a la perfección, como si alguien se hubiera tomado un largo tiempo en trabajarlas para que adoptaran esa forma.
Repentinamente, los pedazos empiezan a ser rodeados por una especie de energía de color azul y con un movimiento de mano de la pequeña, se embisten con gran fuerza y velocidad en dirección de donde se encuentran juntos, los tres hombres de la organización.
Con maestría, los agentes esquivan el ataque. Pero Leonti y John sacan sus armas por motivo de defensa y Nicole, quien ha vuelto a ser consciente, observa a los hombres con furia.
―¿En qué están pensando? ¿Cómo se atreven a levantar sus armas contra la princesa?
―Pero Nicole, ¡¿qué se supone que hagamos si no nos proporcionas órdenes?! ―Objeta Lauper.
Irascible consigo misma por su debilidad momentánea que le causó congoja, la señorita Carroll decide dejar a un lado su percepción y centrarse en Julia. Por lo cual, hace un esfuerzo por concentrarse y reorganizarse mentalmente para solucionar la situación y no seguir cometiendo errores.
―¡Leonti! ¡John! ―Grita sus nombres―. Diríjanse a los extremos de la residencia Byington y levanten un escudo de ilusión alrededor del perímetro para que los civiles no se percaten de la situación. ¡Es una orden de su capitana!
―¡Entendido! ―Responden al unísono mientras guardan sus armas y se retiran lo más rápido que pueden.
Así, luego de redimirse dirigiendo el mandato, Nicole levanta su cabeza hacia el cielo y en unos segundos, sonríe cuando percibe la energía alrededor, enunciando la presencia del escudo. Ella suspira. Ahora, hay una cosa menos de qué preocuparse y siendo así, la señorita presta atención a Grayson que está conmocionado, sosteniendo de forma inconsciente y con fuerza a Anne entre sus brazos, situando una de sus manos en el cabello castaño de la niña con el fin de protegerla. Esto, porque, aunque para él, observar a una persona utilizando poderes psíquicos no es nada nuevo debido a Caroline, la diferencia radica en que ahora se trata de su hija, su pequeña, quien está fuera de control.
―Entra a la casa y resguárdate en la habitación principal ―ordena Nicole.
Ante estas palabras, Grayson dirige su mirada perpleja a Nicole. A pesar de su turbación, entiende que es su hija la que está en problemas.
―¿De qué estás hablando? ¿Cómo se supone que me proteja dejando a una de mis hijas de esa forma? ―Menciona Grayson desesperado― ¡Nunca me perdonaría hacer algo así!
―¿Y qué planeas hacer? ¿Acaso sabes usar un arma para protegerte? ¡No seas idiota! ¡Ni siquiera tienes poderes como nosotros! ―Contraataca la señorita Carroll enfadada―. Tienes que irte. Debemos aprovechar que está centrándose en Dan. En cualquier momento, Julia podría apuntarnos a nosotros.
Grayson no quiere creer lo que profiere Nicole. No obstante, su declaración es cierta, Julia aún no los ha atacado a ellos, sino que los ignora. Así, teniendo esto y otro par de cosas en su cabeza, la mente del padre libra una batalla ya que desea ayudar a su pequeña, pero no sabe cómo. Carroll tiene razón, él no tiene poderes, no ayudará en lo absoluto en la situación.
―Si deseas aportar, refúgiate con Anne. En caso de que seamos atacados, yo no podría protegerlos a ustedes dos. Confía en mí, cuidaré a Julia.
De inmediato, Grayson percibe la alta seguridad de Nicole. Con rabia, sintiéndose inútil de no poder ayudar a su primogénita y sabiendo que no puede hacer ninguna otra cosa que seguir las órdenes de la agente, aprieta los dientes en señal de frustración y corre con Anne quien llora desconsolada. Con todo, antes de emprender la marcha, dirige las siguientes palabras a Nicole:
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Editado: 22.09.2022