"Querido Sylver,
En estos momentos, algo malo se ha de estar desarrollando para que te hayas visto con la necesidad de leer esta carta. Primeramente, me gustaría decirte que todo lo que ha pasado o está por pasar, tiene una solución y muchas respuestas a tus preguntas.
Cuando te dejé en el mundo humano, lo hice con todo el dolor de mi corazón. Es cierto que no pasé mucho tiempo contigo como una madre normal tendría que hacerlo, aun me odio por no haberte dedicado tanto tiempo, si hubiera hecho las cosas bien, estarías conmigo.
No tocaré el tema de tu padre, menos lo que pasó cuando... ya sabes. Por Merlín, no sé que mas decirte. Sé muy bien que un "Lo siento", no resolverá nada.
Bueno, la razón de esta carta es otra.
Hace muchos años atrás, cuando mi padre era el rey y yo tenía apenas diecisiete años, lo acompañé al mundo de los humanos para la preparación de la organización. Fue un proceso muy largo y costoso pero que traería buenos frutos, o eso se pensó. Cansada de permanecer junto a mi padre, viendo cada detalle de construcción, me escapé.
No, no siempre he sido la amargada que no puede romper ni un plato.
Ese día, conocí a una joven en un parque... No sé que puedo decirte de ella, estoy segura que Artemisa te habrá contado de lo maravillosa que es su madre y es probable que en alguna ocasión la hayas conocido. Compartí una divertida tarde junto a ella y por primera vez, me sentí en mi lugar soñado.
Amistad... ¿Cuántos son los afortunados de tener un amigo? Sabes muy bien que al pertenecer a la realeza, rodeada de personas interesadas, es difícil encontrar a alguien que te quiera por quien eres y no por su titulo. Entonces, ese día, comprendí que los humanos son igual de mágicos que nosotros.
Así que continué viéndome con Isabella, escapándome con la excusa de estar interesada en el proyecto. Luego conocí a Aquiles... Un amor de hombre para una maravillosa mujer para Isabella. Los vi crecer, casarse, fui la primera en enterarse del primer embarazo de Isabella, formé parte de su familia. Fue raro, ni siquiera con mi familia me sentía tan feliz que con ellos. Mientras ellos crecían, yo también lo hice, tomé el trono y luego me enamoré.
Cuando tú naciste, se hizo un completo caos pero ellos estuvieron ahí para apoyarme. Fueron los primeros humanos en ir al mundo mágico...
Rompí reglas, Sylver, y tuve que pagar por ello. Pero Isabella no permitió tal injusticia, luchó a mi lado, intentando encontrar una solución para acabar con la discriminación a la sangre mixta.
Posiblemente te molestes por esto, pero en ese momento nos pareció la mejor idea. Ambas, como madres, queríamos lo mejor para nuestros hijos, esperando que encontraran la felicidad a pesar de las circunstancias o que no pudiéramos estar con ellos.
Por eso, la mejor idea que nos ocurrió, fue darle una reina humana al mundo mágico. Empezar desde cero, sin discriminación, demostrando que el amor no tiene sangre, color o estatus.
Sylver... Tú y Artemisa están unidos ante la poción de matrimonio."
Creo que estoy por desmayarme...
—No entiendo, ¿Por qué está incompleto? —dijo Artemisa, inspeccionando el papel de arriba abajo.
¿Cómo se supone que le diré eso? ¿No pensaron que era una completa locura? ¡Podrían asesinarnos por esto!
—Dame eso —le arrebaté el papel y le di la vuelta. Nada, vacio—. Maldición.
Me levanté de la cama y comencé a caminar de un lado a otro, arrugando el maldito papel en mi mano. La calma que había estado sintiendo estos días, se esfumó, al mismo tiempo que el cosquilleo en mi mano apareció. La furia estaba matándome vivo, deseando poder liberarme.
—¿Qué pasa? —Interrogó Artemisa, saliendo de la cama y parándose frente a la puerta— ¿Llamo a Eros?
Me detuve para poder verla, intentar calmarme... no sirvió de nada.
Su rostro lleno de preocupación me hizo sentir como un maldito egoísta de mierda. ¿Cómo quieren que le diga que estamos casados, sin nuestro consentimiento, imposible de divorciarnos y que si uno muere, el otro morirá? Comienzo a dudar de si Isabella realmente quería a su hija o solo le importó ella y que Artemisa tuviera poder.
No, es imposible que lleguemos al trono en esta situación. ¡Me odian! ¡Fui desterrado por asesinar a un niño!
—Llama a Horus y dile a Eros, que se vaya a dormir a la cocina o no sé donde, pero no puedes regresar conmigo aquí —abrió la boca para replicar pero no la dejé hacerlo— ¡Vete, Artemisa!
Abrió la puerta y salió apresuradamente de la habitación. Golpee la pared con mi puño, lastimándome los nudillos que a los segundos se les quitó la marca roja por el impacto.