No bien llegué al lugar, el pelirojo quiso detenerme pero cuando me puso su mano en mi pecho a modo de advertencia, inmediatamente sujeté su muñeca y le torcí el brazo sin llegar a quebrarselo pero asegurandome que le doliera bastante.
Luego lo arrojé al suelo y sin pensarlo dos veces usé mi poder del hielo para inmovilizarlo lo suficiente como para tener tiempo.
— Quedate quieto un rato Kirishima — dije con voz tan fría como el mismo hielo.
Inmediatamente me adentré a ese cuarto donde pude oír las súplicas que Izuku le hacía a Bakugo para que se detenga.
El muy maldito lo había amarrado con cadenas de los brazos a unas rejas y ahora se disponía a....¿violarlo? Empezaba a bajarle los pantalones el muy maldito.
¿Qué demonios tenía en la cabeza esa basura? La risas despiadadas de Bakugo me enceguecieron, al punto de emplear mi poder del hielo indiscriminadamente en su persona.
El muy maldito no se dió cuenta de nada hasta que quedó estampado contra la pared alejado de Izuku.
— Pero ¿qué demonios....? — alcanzó a decir aunque no escuché lo demás.
Me dirigí a Izuku quien temblaba como una hoja, con el poder del hielo rompí los grilletes que lo amarraban.
Inmediatamente él se levantó los pantalones sin dejar de temblar. Cuando estuvo listo, recién me miró, con lágrimas en los ojos.
No pude contenerme y lo abracé. Él no paró de llorar y yo aproveché para sacarlo de allí. Nos dirigimos a mi habitación donde estaríamos tranquilos.
Allí esperé a que se tranquilizara ya que había pasado por una traumática esperiencia. Le dí un vaso con agua y al cabo de unos minutos él recién se calmó.
Estaba muy pálido pero podía ver que hacía grandes esfuerzos para recuperar el control perdido hasta que su rostro retomó sus colores. Se dirigió al baño donde se lavó la cara.
Para cuando salió llevaba su acostumbrada sonrisa como si nada hubiese pasado.
Aquello me intrigó sobremanera, fruncí el ceño mirándolo con desaprobación.
— Gracias por lo de hoy Todoroki — su voz, no obstante, sonaba triste — No sé qué habría sucedido si no llegabas....
— ¿Por qué no haces nada Izuku?
—¿Y qué se supone que debería hacer?
— Denunciarlo.
Izuku sonrió con infinita tristeza al oirme decir aquello, como si la sola idea lo lastimara por dentro haciéndolo sangrar.
— Denunciarlo ¿eh? Ya lo hice — se le quebró la voz y desvió la mirada, para evitar perder nuevamente el control de sí mismo — Y se suponía que todo estaría bien...que Kacchan junto a kirishima serían expulsados de aquí y....ya no los tendría que ver nunca más....pero....pero no fue así. No....resulta que al volver de la comisaría....pasaron un par de días en los que creí en verdad que todo estaría bien...
— ¿Pero?
— Al cabo de dos días ellos volvieron aquí, y tuve que pedirles perdón....pero no solo yo....sino también el director de esta instirución.
— ¿Presentaron pruebas?
— Por supuesto, había pruebas suficientes como para encerrarlos en un reformatorio pero....pero Kacchan viene de una prestigiosa familia con influencia política. Y por supuesto él liberó a Eijiro. Te imaginarás su reacción al volver.
Si, lo podía imaginar. Con razón actuaban con tanta confianza, e Izuku se mostraba tan sumiso.
— ¿Alguna vez él te....?
— No, aún no.
No sé qué me sucedió en esos instantes, pero me dejé llevar y lo abracé con ternura, ya que no soportaba verlo así. No entendía por qué permitían que Bakugo y Kirishima lo maltraten de esa forma.
— ¿Y qué dicen tus padres de ésto Izuku?
— Sufrieron un accidente, mi madre murió y mi padre....está en coma. De ésto hace ya un año y medio....aún no despertó.
—¿Estás solo?
— Si...no tengo padres por el momento....
Nos miramos unos momentos en silencio, dejándonos llevar por nuestros sentimientos que nos desbordaban mutuamente.
Sin palabras lo volví a abrazar ya que él necesitaba contención y apoyo. Izuku volvió a llorar desconsoladamente.
Podía ver la desesperación que él sentía y la impotencia de no poder hacer nada, ya que en el pasado lo hubo intentado todo y nada logró.
Sin pensar con claridad le acaricié su verde cabellera mirandolo a los ojos, mientras que con el otro brazo lo estrechaba presionandolo contra mi propio cuerpo.
Nariz contra nariz nos quedamos en silencio. Él respiraba entrecortado y yo tan solo me dejaba llevar.
— Todoroki.... — no le permití que siguiera hablando ya que nuestros labios se rozaron.
Izuku me rodeó el cuello con sus brazos mientras que yo rodee su cuerpo acariciandole la espalda. Un casto beso llegó en ese instante, que poco a poco fue intensificandose al punto de volverse salvaje.
Fuí acariciando su cuerpo que iba pegandose al mío con pasión. No quería pensar en lo que estaba haciendo, ya que mi padre me crucificaría directamente.
Pero tampoco quería reprimirme a mí mismo por lo que él piense, nunca acepté su ideología. Dejé mi mente en blanco para centrarme solo en éste momento, y en Izuku quien despertaba en mí éstos extraños sentimientos.
Mal o bien era lo que menos importaba en éstos momentos. Solo Izuku y yo.