Prisionero [chanbaek]

Capítulo Cuatro

Chanyeol no es una criatura acostumbrada a moverse rápidamente. Cuando uno es de tales dimensiones, tiene que haber una muy, muy buena razón para correr. Chanyeol nunca ha tenido una causa antes.

Ahora la tiene.

En el momento en que Chanyeol advierte que la pequeña cosa está en la arena, el resto de los raptors lo hacen también. Ellos se lanzan hacia adelante al mismo tiempo que Chanyeol. Él apenas alcanza la pequeña cosa a tiempo, zambulléndose y recogiéndolo en su poderosa mano, curvando su brazo y hombros alrededor de él para protegerlo.

El movimiento de avance de su gran cuerpo es imparable y golpea el gran muro de piedra con un repugnante crujido, soportando la carga del golpe con su hombro. Él hace estallar la articulación en su lugar con un tirón, justo cuando los raptors se arremolinan sobre su cuerpo caído, chillando y mordiendo y desgarrando su carne.

Él se para con un gruñido pesado, balanceándose en sus pies. Todos ellos están sobre él, aferrándose a sus brazos y pecho y espalda con sus afilados dientes. Él no tiene manera de defenderse a sí mismo. Ambas manos están ocupadas cubriendo la pequeña cosa. Grandes como lo son, una mano dejaría una parte expuesta a algunas de las voraces bocas de los raptors, así que tiene que usar dos, envolviendo ambas protectoramente alrededor de esa suave y delicada piel.

La única cosa que puede hacer es azotar su cuerpo reiteradamente contra la pared, aplastando a los raptors con la espalda y los costados, comprimiendo sus piernas contra la dura piedra para destruir los cuerpos rojos escamosos. Es como estar de pie en una cama de hormigas de fuego; no importa cuántas se sacude y aplasta, más vienen en enjambres.

Pero, mientras los mira, por primera vez se da cuenta de cómo se mueven extrañamente… y por primera vez puede ver las cuerdas detrás de las marionetas. Los raptors están vivos pero su vida proviene de otra fuente. Ahora puede ver las costuras de las muñecas y las mágicas puntadas manteniéndolos juntos. Él puede ver la arena que crea sus cuerpos y el encantamiento que da el suelo de color y vida y movimiento y el impulso de comer. Pero no para matar.

Chanyeol se da cuenta de repente de que matarlo nunca ha sido parte del juego. Quienquiera que sea el marionetista, no tiene ninguna intención de matar a Chanyeol y nunca la ha tenido, sólo lo mantiene débil y desorientado y herido para que así poder continuar succionando su fuerza como un succubus sediento de sangre. Pero las criaturas no vacilarán en matar a la pequeña cosa si reciben la mitad de una oportunidad, y eso Chanyeol no lo permitirá.

Su mandíbula firme con determinación y un destello de inteligencia chispea en sus ojos dorados.

Repentinamente, los dientes de los raptors se cierran contra las escamas duras. Sus mandíbulas rompen mientras tratan de morder su carne suave y súbitamente no encuentran nada. Su cuerpo está cubierto por escamas negras instantáneamente tan maleables como la piel, pero tan duras como el diamante. Impenetrable.

Los raptors siguen pululando sobre su cuerpo, pero ahora son tan inofensivos como las hormigas de azúcar. Sus ojos están llenos de ira e inteligencia mientras él mira a los Vigilantes. Él nunca antes los había mirado directamente. Antes, cuando su mente estaba embotada por el encantamiento y roto de desesperación, era sólo vagamente consciente de su presencia y sus ruidos mientras luchaba por su vida en la arena. Él puede ver sus cuerdas también. Miles de pequeños títeres controlados por un maestro.

Su mirada afilada se desvía a través de la multitud. Habrá uno que es diferente, uno escondido entre el resto. Sus ojos lo miran fijamente a través de ellos, finalmente penetrando el velo. No son reales. Ninguno de ellos es real. Los Vigilantes son una ilusión malvada para enmascarar a su verdadero enemigo. Pero no hay ningún escondite para él ahora.

La niebla se ha ido, el hechizo está roto y por primera vez en siglos, la mente de Chanyeol está clara. Clara como el cristal.

Él ruge. La arena se sacude atronadoramente mientras los raptors se dispersan de miedo. Chanyeol adquiere su forma verdadera, finalmente terminando la transformación que había comenzado hace cientos de años. Por tanto, había estado atrapado entre sus dos formas - una horrible, deforme mezcla de un monstruo humanoide y monstruo reptil. Pero ya no más.

Sus poderosas mandíbulas se alargan. Gruesos colmillos tan altos como un hombre crecen desde sus duras encías violáceas. Su cuello se estira, subiendo más y más alto y más alto. Cada pulgada de él está cubierto de escamas de aspecto áspero, la parte superior y los laterales con afiladísimos picos de hueso negro. Espinas de apariencia peligrosa brotan de su espalda mientras gigantescas alas emergen de sus omóplatos. Su horrible, deformada cola se alarga y crece. Poderosos músculos y tendones recorren la longitud de su cuerpo en tanto las piernas y brazos se achican. Sus garras se agudizan en puntos finos y, finalmente, un inmenso y poderoso Dragón Negro toma forma.

Durante la transformación, Chanyeol mantiene sus manos, suavemente ahuecadas para proteger al precioso muchacho que tiembla dentro de su agarre. Su precioso muchacho. Él no permitirá que nada ni nadie le haga daño. Ni ahora ni nunca.

Sus manos se han vuelto masivas y ahora él sólo necesita una para proteger a su muchacho.

Chanyeol quita una mano mientras la otra se curva en el pequeño rubio, formando una especie de prisión a través de la cual el pequeño puede ver, pero no escapar, manteniéndolo seguro y acunado en el enorme agarre de Chanyeol.




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