En eso llegó otra hada más, su pelo y ojos eran de color dorado.
— ¿Qué es eso de humana? — le consultó a la pelirroja.
— Luego te explico, ve con las demás — solo cuando quedaron solas dejó que Rossmery volviera a hablar.
— Soy un ser con una misión ¿Puedes ayudarme? — con un guía todo será más fácil pensó la terrestre.
— ¿Qué misión tienes? — la ser con alas la miraba con una ceja levantada, a diferencia de sus compañeras, tenía sus pies en el piso, no volaba.
— Ando en busca de una caja de madera de este porte — uso sus manos para explicarse — tiene tres caras de mujer, una en cada lado, y la del medio en frente.
— Ya veo — la hada se puso nerviosa — ¿Quién te mando a hacer esta búsqueda?
— No me mando nadie, lo buscó por motivos personales.
— Lo que buscas es el cofre de Hecate, tiene mucha magia en su interior, nadie sabe dónde está, deberás ir al oráculo, es el único que puede decirte donde lo puedes encontrar.
— ¿Cómo llegó a él? — preguntó Rossmery, ansiosa.
— Debes caminar tres días hacia el sol naciente, entonces encontrarás tres montañas del mismo tamaño, en la del centro, en la base hay una entrada, allí está al oráculo.
— Uff, ojalá sea verdad esto del tiempo que corre distinto.
— ¿Qué fecha es en tu mundo?
— 20 de febrero
— ¿De qué año? — preguntó molesta la hada de ojos verdes.
— 2012.
La mujer alada solo asintió con la cabeza, mirando al cielo comentó en un susurro.
— Pasa más lento de verdad.
— ¿Qué dijiste? — le preguntó Rossmery.
— Nada, será mejor que empieces tu camino — daba la impresión que quería decirle algo más a Rossmery, pero al final se quedó callada.
— Sé que no me conoces, pero de verdad debo conseguir ese cofre ¿Puedes ayudarme?
— Ummm — miró a las demás que volaban entre unos árboles — no puedo volar, no podría ayudarte en eso.
— Pero eres un hada — dijo asombrada.
— No puedo volar ¿Quieres que te acompañe de todas maneras?
— Sí, conoces este lugar, yo me siento abrumada, es como si todo fuera... – no sabía cómo explicarse bien.
— Un sueño... ya te acostumbraras a esa sensación con los días.
— Eres muy intuitiva, justamente eso siento.
— Eso es, soy empática — dijo misteriosa la mujer alada — ahora a caminar.
Fue a avisar al grupo de hadas que se iría con la recién llegada, Rossmery vio que todas tenían el pelo, ojos y piel del mismo color, solo la que la acompañaría era distinta, a no ser por las alas se vería bastante común en el mundo humano.
— ¿Cómo te llamas? — le preguntó la terrestre.
— Isdak.
— Yo Rossmery.
Esos días fueron fantásticos para la humana, descubrió cosas increíbles, seres que solo había visto en libros de mitología, algunos tan pequeños como insectos, y otros que parecían edificios. Al llegar al pie de la montaña, vieron varios varones que tenían cuerpo de hombre, pero con alas, y cabeza de halcones.
— Hola Voda — dijo el hada sin alegría, Rossmery la había visto saludar a otros seres, y no se le notaba tan tensa como ahora — ¿Qué quieres por llevarnos hasta la cima?
— No digas eso que va a pensar de mí tu hermosa amiga, no había visto antes a nadie de esa especie ¿Cuál es?
— Es un hada a la que le quitaron las alas.
— Que pena, tú también no tenías alas cuando te conocí, pero luego no sirvió de nada que las recuperarás, no puedes usarlas — luego la miró de lado — para que preguntas si ya sabes la respuesta.
— Esta bien — suspiró fastidiada — pero solo yo.
— Entonces solo te subiré a ti, quien la lleve a ella también va a querer su pagó — apuntó a Rossmery, que instintivamente cruzó sus brazos sobre su pecho, nerviosa, no sabía que quería ese tipo como tarifa por su ayuda, pero Isdak si, y parecía no gustarle.
— Yo les pagaré a ambos.
— Vaya, hace mucho que no hago un trío, espera — se fue a buscar a un compañero
— Es verdad que... — la terrestre no podía ni decir lo que pensaba.
— Sí, eso quiere — suspiró resignada Isdak.
— No debes.
— ¿Y qué haremos? ¿Escalar? Es muy difícil, supuse que querías volver a tu mundo rápido.
— Así es, por eso soy quien debe...
— No me hagas reír — la interrumpió la otra — no tienes idea de que tan "apasionados" son ellos, lo haré yo, no es primera vez que tengo que pagarles este favor.
Rossmery miraba asustada, por suerte nadie la molestó, el líder y otro de esos hombres pájaros se llevaron en medio a Isdak, entraron a una tienda, la humana prefirió irse lo más lejos que pudo de allí, para no escuchar los ruidos que empezaron a llenar la noche. A la mañana siguiente salieron los tres, la mujer se veía bastante cansada, tenía varias mordidas y moretones en los brazos, cuellos y piernas.
— Vamos — dijo sería, no habló con la mujer de la Tierra.
Cuando llegaron a la cima, vieron a una niña que estaba de pie esperando a los recién llegados, sus ojos eran blancos, parecían despedir luz propia.
— Tú — apuntó a la humana — entra, los demás deben esperara aquí.
Rossmery se movió de su lugar.
— ¿Qué pasa? Ven — pidió la pitonisa.
— Es que quiero que ella también entre — apuntó al hada.
— Esa... debes tener cuidado en quien confías — miró despreciativa a Isdak.
— Ella se ha sacrificado por mí... quiero que también pueda preguntarte algo...
La mujer con alas la interrumpió.
— No es necesario, el oráculo solo te responde una pregunta, y yo ya tuve la mía hace muchos años atrás.
Rossmery quedó sorprendida, así que se volvió a la niña.
— ¿Sabes por qué estoy aquí?
— Soy el oráculo, yo lo sé todo, sígueme.
El lugar era muy oscuro, caminaron por un túnel que desembocaba en una gran cámara donde solo el centro quedaba iluminado, lo demás estaba en las tinieblas. Una vez allí la pequeña de ojos albos se sentó en el trono.