Él camino hasta la mansión Levine Britt se hizo más corto de lo esperado y mientras más rogué que el trafico nos detuviera o que la policía actuara, menos sucedió, las calles vaciás y los semáforos en verde invitaban a que el viaje fuera veloz y sin contratiempos.
Mi padre aparco el vehículo donde meses atrás Hazel había estacionado el suyo conmigo dentro, de inmediato apareció un señor vestido de traje negro y blanco, que nos condujo dentro de la casa donde aguarda el padre de Gabriel que aún reconozco y espero que no se acuerde de mi.
— Charlie bienvenido, bienvenido.
— Jack, ¿como estas?
— Muy bien, pero mira que preciosa familia.
— Ella es mi esposa Alice, mi hijo Dante y mis hijas Alva y Danielle. — La vista del hombre se detiene un momento sobre mi, arrugando algo su entrecejo. «Por dios no. »
— Que lindo niño y que señoritas más bellas. — A la distancia veo como se acerca una señora mayor, que él hombre espera y asumo es la madre de Gabriel.
— Oh, querida ven, este es Charlie, su esposa e hijos.
— Hola señora. — Saluda mi padre con evidente amabilidad.
— Oh, solo dígame April.
— Claro, April.
— Pasemos, luego llegaran mis hijos, jajaja a veces debo obligarlos a venir. — Admite el hombre.
— Jajaja suele suceder. — Continua mi padre.
— Gabriel es muy rebelde, siempre le dije que tenia que seguir mis pasos pero como siempre hace todo lo contrario y es profesor de lenguaje en una escuela y Hazel, mi Hazel es una dulzura, miel sobre hojuelas.
— Jajaja acá, Dante aun esta en el colegio igual que Danielle, solo Alva estudia en la Universidad, Fotografía.
— Ah, hija artista, me gusta el arte, bien escogido pequeña. — Dice el hombre hacia mi hermana.
Pasada una hora interminable y mientras mi madre conversa a gusto con la madre de Gabriel y mi padre con su padre me desaparezco en busca de una salida hacia el patio.
— ¿Señorita está perdida? — Pregunta una mujer algo mayor, vestida con el mismo atuendo el hombre que nos recibió, negro y blanco solo que en un vestido.
— No, solo que a dentro es muy aburrido.
— Venga conmigo, jajaja pronto va a llegar la señorita Hazel y él joven Gabriel.
— ¿Él va a venir? — Pregunto sorprendida.
— Creo que si, pero en realidad no estoy segura, desde hace un tiempo que él joven no se aparece por aquí, peleo muy fuerte con su madre…
— ¿Puedo preguntarle porque?— La mujer mira hacia todos lados antes de continuar hablando.
— Parece que la madre del joven logro separarlo de una mujer que el amaba mucho, ese día le grito como nunca antes, desde ahí que solo vienen por lo justo y necesario; incluso cuando viene la novia que dice estar embarazada, él no aparece. — Por un segundo quedo pasmada, hasta escuchar nuevamente su voz.
— Ya me voy señorita, si necesita algo no dude en pedírmelo.
— ¿Como se llama usted?
— Clara señorita.
— Yo me llamo Danielle, así que no se preocupe y no use tanta formalidad conmigo.
— Uy… señorita no puedo hacer eso, si doña April me escucha es capaz de correrme.
La mujer se gira inmediatamente dejando el lugar para volver dentro de la casa, recorro la terraza y el lugar con la vista deteniéndome en cada sector, piscina techada, cancha de tenis y demases.
Camino intrigada hacia el sector de unos arboles ligeramente juntos aparentando ser una pequeña fortaleza verde y confortable. En medio de los arboles veo una hamaca amarrada a dos troncos por un segundo miro hacia todos lados, con tal de asegurarme de que nadie me este observando y al cerciorarme de que no es así me siento sobre está, con un libro en mi regazo.
— 11:45 am, espero que no llegue nadie más.
Abstraída en la lectura de pronto noto unos zapatos masculinos a mi lado, levanto la vista encontrando a Gabriel de pie junto a mi.
— Danielle.
Asustada me levanto de mi lugar e intento a toda costa poner distancia, pero antes de que pueda llegar a lograrlo Gabriel sujeta mi muñeca con firmeza.
— No puedes evitarme todo el tiempo.
— No tengo nada que decir… por favor suéltame. — Ruego sintiendo mis piernas flaquear.
— Danielle te lo pido por favor, no te vayas yo me iré, yo me iré.
— Es tu casa, la que debe irse soy yo. — Siento como si el aire me faltara y respiro más agitada pensando que eso podría aliviarme.
— Perdona, no debí acercarme pero es que de verdad…
— Lo siento, debo ir al baño. — Siento la presión del llanto que amenaza con delatarme en cualquier momento.
Intentando evitar el contacto sigo mi camino de vuelta a la gran mansión pero en medio de mis pasos aturdidos infinitos recuerdos invaden mi mente, haciéndome sentir mareada, inesperadamente Gabriel jala mi brazo al tiempo que colisiono con su pecho y siento sus brazos pasar por mi espalda apegándome a su cuerpo.
#3014 en Novela romántica
#936 en Chick lit
novela juvenil parejas amistad celos, enemigos obsesion venganza, alumna profesor romance prohibido drama
Editado: 07.03.2020