Pov's Maia:
Llego rápidamente y lo encuentro inconsciente, con sangre en su frente —Mi amor responde por favor. —Digo con lágrimas en mis ojos —Llamen a una ambulancia no responde por favor —Grito a todo pulmón logrando que empiecen a llamar a la ambulancia. —Caleb despierta por favor, no me asustes. —digo entrando en un ataque de pánico.
Esto es mi culpa, nunca me lo perdonaré, todo esto es mi puta culpa, tendría que haberme alejado de él.
Puedo escuchar el ruido de la ambulancia llegando —Caleb por favor despierta. —Digo con lágrimas en los ojos.
—Señorita, permiso debemos subir al joven a la ambulancia, tranquila nosotros lo ayudaremos. —Dice el paramédico, para empezar a subir a Caleb a la camilla. Me alejo dejándolos trabajar, pero no puedo quitar la vista de Caleb y de cómo se va en la ambulancia.
—Isaac necesito que me lleves al hospital, necesito saber cómo está Caleb —Digo con Lágrimas en mis ojos.
—Tranquila el estará Bien. Vamos.
Nos subimos a su auto y fuimos rumbo al hospital.
Al llegar bajo rápidamente sin esperarlo y voy hacia la recepción—Hola señorita, quisiera saber dónde tienen a Caleb Miller
—Tercer piso
—Gracias. —Sali corriendo rápidamente hacia el tercer piso.
Camine de un lado para otro esperando noticias de Caleb, Miles de Doctores iban y venían, pero nadie me decía nada, tenía a todos los chicos a mi lado igual de preocupados.
Al cabo de una hora llego corriendo mi madre junto a la de Caleb.
—Maia dime qué pasó por dios —Dice Elena, yo no podía decir nada solo salían lágrimas de mis ojos —Dime que no estaba en las carreras ilegales.
—Yo-yo, si Elena estábamos ahí y fue mi culpa —Le dije y me derrumbé, caí de rodillas al piso, siento que alguien me agarra antes de caer completamente al piso.
—No Mai, no fue tu culpa él es el irresponsable que fue a esas malditas carreras, cuando yo le había dicho millones de veces que lo deje de hacer porque pasaría algo.
—Hija tranquila —Respira dice mi madre tratando de tranquilizarme —¿Porque dices que fue tu culpa?
—Porque lo es, Dylan —Mi voz se corta.
—¿Dylan? ¿Qué pasó con él? —me mira a los ojos y creo que entiende lo que quiso decir —Ay no me digas —Tama su boca y sus ojos se llenan de lágrimas.
—Si mamá, Dylan volvió y fue él, el que provocó el accidente.
Mi madre no podía creer, nosotros nos habíamos ido de San Diego, para alejarnos de él y su mierda, pero no él tenía que volver a hacerme daño.
Estuvimos ahí toda la noche, nadie nos decía nada, no daba más de los nervios, necesitaba saber algo de Caleb. Ya éramos los únicos en la sala de espera, a eso de las cinco de la mañana, se nos acerca uno de los Doctores que había visto en los pasillos.
—Familia de Caleb Miller —Todos nos paramos para que nos den las noticias —El Joven Miller se encuentra fuera de peligro, solo tuvo un traumatismo de cráneo y fracturas en su brazo y pierna derecha. —Todos suspiramos liberando la tensión —Él acaba de despertar, pero me pidió que primero quería hablar con Maia —Yo observé a todos —acompáñeme señorita. —Miré a mi madre y a la de Caleb, ambas asintieron y seguí al médico.
Al entrar, la imagen no me gustó para nada, ahí estaba mi pizarra con patas, con su pierna y brazo enyesados, con una venda en su frente, al verme entrar me da una sonrisa tranquilizadora.
—Hola —Dije con timidez y lágrimas en mis ojos, respiré profundo para no llorar y poder seguir hablando. —Pensé que te perdía Caleb, casi me muero.
—Hola princesa, tranquila no llores estoy bien no te preocupes, quería que entres tu sola para que veas que estoy bien y que nadie podrá matar al duro Caleb Miller —Dice y le doy un suave golpe en el brazo, haciendo que se ría y se queje a la vez—el médico, me había dicho que una pequeña rubia había estado caminando de un lado a otro toda la noche esperando noticias, y dije esa es mi pequeña y loca novia.
—Es mi culpa Caleb, deberías haberte alejado de mí, sabría que esto pasaría. —No me dejó seguir hablando
—Pequeña no es tu culpa, no es culpa tuya que seas tan hermosa y tengas loco a un imbécil. —Hace que me ría.
—Caleb no seas idiota —Digo volviendo a sentirme triste.
—Amor no llores más, yo estoy bien ¿sí?
—Buen-o es que pensé que te perdía —digo con la voz entre cortada