Rebecca
Odiaba ser una Sellers, detestaba lo engreída que era mi familia y odiaba tener que vivir en un estúpido pueblo junto a toda mi familia, en donde la primera persona agradable que pude conocer en este pueblo era un miembro de la familia rival de la mía, era una Briand. Aunque eso me explicaba su atractivo físico...
Si mi familia se enteraba de que estuve compartiendo con una Briand era probable que se formara un gran lío en todo el lugar. En serio lo lamentaba, pero supuse que tendría que hacer nuevos amigos, aunque era algo difícil para mí. Era probable que me pasara todo mi último año con mi nariz entre los libros de hechizos que quería estudiar, pronto deberíamos definir quién sería el heredero del clan, lo cual significaba que tendría que pelear con todos mis primos para demostrar que era la indicada y en serio esperaba serlo, esa posición me daría la posibilidad de renovar un poco la familia y salir de las tradiciones en la que hemos vivido por siglos.
Una ventaja de vivir en Cape Charles era que teníamos un paisaje variado entre la playa y el bosque, en mis primeros días me había dedicado a recorrer el bosque para buscar un lugar en donde entrenar lejos de mi familia, prefería guardarme algunos hechizos para mí y no decirle a nadie que iba más avanzada que mis familiares. Mi debilidad eran los hechizos de fuego, usualmente los magos expertos en esta categoría tenían una personalidad muy diferente a la mía, pero eso no me impedirá aprender a usar algunos hechizos de este tipo.
Cuando estaba apagando algunas ramas algo frustrada pues apenas se habían prendido, una luz salió y el fuego se convirtió en luz hasta evaporarse en el aire. Miré a mi alrededor y miré sorprendida a la chica que mantenía sus manos en el suelo a unos metros de mí. Le miré sorprendida y ella se sonrojó levemente.
—Lo siento, tengo una afición con el fuego y no pude evitar transmutarlo por una simple luz.
—Pensé que eras un zorro mágico. —Miré a mi alrededor asegurándome que nadie estuviera alrededor, eso sólo nos traería problemas.
—Eso soy.
—Me refiero a que ustedes normalmente son hábiles con el viento y saben proyectar su magia.
—Eso hacemos. —Ella se encogió de hombros acercándose lentamente a mí. Cuando la luna iluminó sus ojos me quedé embobada por sus ojos azules tan puros. —Pero soy diferente en todos los sentidos, usualmente los miembros de mi familia se quedan estancados, yo voy más allá. —Con su dedo proyectó una llama de fuego y jugó con ella con una pequeña sonrisa. —Es sólo práctica, eres buena en esto y estoy segura que mientras más practiques la intensidad aumentará.
—Quién diría que una Briand ayudó a una Sellers. —Ella sonrió.
—Si no fueras una Sellers claramente nos podríamos llevar de maravilla, siento lo que ha pasado en la escuela. Mi amiga sólo exageró pues las cosas son algo tensas aquí.
—Lo sé, no te preocupes. —Madison se iba a ir cuando la detuve rápidamente. —Espera, ¿Me podrías enseñar eso de la llama?
Ella pasó a mi lado aproximadamente una hora tratando de enseñarme el hechizo y la verdad es que poco a poco lo iba logrando, además ella era una excelente maestra. Cuando por fin logré pasar de una pequeña chispa a casi quemar a Madison nos detuvimos.
—Muchas gracias por todo, Madison. —Le sonreí al igual que ella, aunque seguía reparando su ropa con un hechizo. —Y lo siento por casi incinerarte.
—Tranquila, supongo que debo acostumbrarme que una Sellers me quiera matar. —Ella soltó una pequeña risa, pero yo preferí solo asentir evitando hacer comentarios pues ambas sabíamos que era una realidad entre nuestras familias. —Espero esto te haya servido de ayuda, ahora solo debes trabajar en controlarlo. Nos vemos, Rebecca. —Madison se dio la vuelta para irse, pero rápidamente la detuve.
—Madison. —Ella me miró ladeando ligeramente su cabeza, que tierna se veía. —Me pregunta si… Si podrías ayudarme con esto. —La mujer mitad zorro parecía confundida. —Me refiero a controlar el fuego, quizás algo como clases…
—¿En serio me estas pidiendo algo así? —Yo asentí. —Rebecca, si nuestras familias ya no intentan asesinarse entre sí es solo por el hecho de que las leyes del mundo mágico no lo permiten, considerando que esa ley la hicieron para disminuir los accidentes que provocaban nuestras familias no creo que sea una buena idea que pasemos tiempo juntas. Incluso si fuera a estas horas, es tan peligroso para mí como para ti. La verdad prefiero no arriesgarme.
—Te daré lo que quieras. —Dije decidida luego de todo lo que ella había dicho, sabía que si controlaba el fuego podría ganar la competencia y hacer que todo lo que Madison dijo cambiara. Le analicé completamente y cuando vi su bolsillo llevaba una edición de bolsillo de un libro muy familiar para mí.