Prohibido

VIII

Rebecca.

 

Entré a la biblioteca y fui directamente al pasillo que había entrado la última vez, solo esperé un minuto antes de que Madison volviera a quitar los libros para mirarme a través del estante. Cuando la vi, debí sacudir la cabeza levemente para no quedarme viendo sus ojos, esta atracción nos empezaba a hacer mal y aquello se notaba, nosotras solo tratábamos de controlarla lo más posible.

 

Había subido al sótano de la casa de mi abuelo para buscar en las cajas que él me indicó algo que nos sirviera, no encontré una solución, pero si había encontrado fotos que me parecían interesantes y creía que Madison también debería verlas.

 

—¿Has encontrado algo? —Le pregunté y ella solo negó. —Pues yo encontré algunas fotografías, mira. —Las ordené lo mejor posible en la madera del mueble, ella se acercó a verlas y noté su expresión sorprendida. —Siempre uno de los dos tenía su cabello blanco, debo suponer que era un Briand y bueno los de mi familia a pesar de todo se puede notar que tienen facciones similares.

 

—Vaya, supongo que así nuestros abuelos lo supieron. —Asentí antes de dejarle a la vista mi teléfono en donde le mostraba la foto que le había tomado a un cuadro. —Dios mío.

 

—Yo tampoco pude creerlo en el principio.

 

—Somos nosotras…

 

Cuando me rendía de buscar algo que sabía que no iba a encontrar, atrás de las cajas pude notar un cuadro y al despejar el área me quedé paralizada por un momento. Era un vivo retrato de Madison y yo, por la ropa debí deducir que era alrededor del siglo XIX, sé que somos seres sobrenaturales y estas cosas no deberían sorprendernos, pero aquello incluso me había hecho estremecer.

 

—Mierda. —Ella gruñó. —Esto solo confirma lo que no quería, moriré. Mejor dicho, me mataran. —Ella tomó su cabeza con sus manos y cayó al suelo sorprendiéndome, fui a su lado rápidamente y por primera vez le vi llorar.

 

—Mad. —Me senté a su lado, pero ella solo abrazó sus piernas. —Mad, respira. —Me las arreglé para arrodillarme frente a ella y tomé su rostro con mis manos, limpié sus lágrimas y le miré preocupada. —No quiero hacer promesas que no sé si podré cumplir, pero quiero evitar que tú mueras a toda costa, Mad. Sé que puedo prometerte esto, no me rendiré contigo.

 

—Becca… —Y entonces aquello pareció calmarle, ella empezó a acercar su rostro al mío y yo me paralicé, esto pasaría. Dios, quería que pasara. Pero al destino no le pareció un buen momento, nos separamos de golpe al escuchar como alguien carraspeó y Madison se golpeó con el mueble que estaba a su espalda haciendo que algunos libros cayeran sobre ella. Me hubiese reído si no fuera por el hecho de que nos habían descubierto. Era Rachel. —Mierda.

 

—¿Qué está pasando aquí? —Ella se cruzó de brazos, miré a Madison que no parecía tan nerviosa como esperaba.

 

—Arruinaste nuestro momento, Rachel.

 

—¿En serio es eso lo que te preocupa? —Le dije sorprendida. —Tu amiga…

 

—Ya le conté todo. —Abrí mi boca aún más sorprendida.

 

—Somos mejores amigas, ¿Cuánto tiempo creías que iba a poder evitar decírmelo? —Rachel sonrió. —Deberían agradecer que he sido yo quien las ha encontrado, hubiese sido uno de estos idiotas y les hubieran sacado una foto, lo cual en dos minutos hasta sus padres verían la foto. —Ambas bajamos la mirada. —Ya ven, sean más cuidadosas con estas cosas y puedo prestarles el auto de mis padres alguna vez para que vayan al pueblo vecino y vayan a un motel.

 

—Rachel. —Madison le miró mal y yo solo rodee los ojos. —Yo no sé conducir. —Y de nuevo le miré sorprendida. —¿Qué?, no es que me interese sacar licencia en un pueblo tan pequeño… Oh, claro. Rachel nosotras no iremos a ese motel y si queremos, no necesitamos tu ayuda. —Asentí.

 

—Además, no estamos saliendo. Digo, para esas cosas necesitamos tener citas y todo eso, ¿No? —Las amigas se miraron.

 

—¿Crees que puedan tenerlas en su condición?

 

—No lo sé, solo decía. Además, siempre se pueden buscar las formas. —Me levanté y simplemente me fui, aunque había escuchado el golpe que Madison le dio a su amiga.

 

Me encontraba pensando en todo lo que ha estado pasando en mi vida desde que me había mudado a este pueblo, era una total basura, pero tampoco me quejaba demasiado. Al parecer había encontrado a la persona con quien estaba destinada a estar lo cual no suena negativo, lo negativo era el hecho de que ella probablemente moriría a manos de alguien de mi familia.




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