Madison
Una vez que había logrado dejar inconsciente a uno de mis primos pude sentir como mi corazón latía rápidamente y mi respiración estaba entrecortada, definitivamente ya estaba agotada. Llevamos unas 12 horas desde que empezó la competencia y en serio era más difícil de lo que pensaba, si no fuera por el entrenamiento que había estado recibiendo durante los últimos días la historia hubiese sido muy distinta debía admitirlo. Al menos solo debían quedar unas cuatro personas más en competencia sin incluirme.
Había logrado encontrar un escondite entre las hojas para poder descansar un poco y poder calmarme mientras los otros seguían luchando, debía recuperar mis fuerzas para la última persona en competencia.
Ante la gran posibilidad de que aquel día era el día de mi muerte me era difícil descansar tranquila, así que debí ocupar mi tiempo para recordar cosas buenas. Como cuando era una niña e íbamos a la playa con mi familia y mi abuela, eran buenos tiempos, pero ahora que recordaba bien. Mi abuela siempre me trató de una forma distinta a los demás, incluso de sus propios hijos parecía ser su favorita lo que me había llevado más de algún problema en un momento. Pero ahora todo me calzaba, al fin y al cabo, tenía relación a mi pelo platinado que por años me hicieron ocultar ante los humanos por nuestra seguridad, pero ella siempre vio todo desde una perspectiva más amplia y sabía que debía cuidarme antes de cruzar mi camino con Rebecca.
Rebecca.
Me preguntaba si su competencia había terminado, la verdad no me preocupaba más de lo necesario pues los Sellers eran mucho menos violentos en su competencia a comparación nuestra y además, sabía que Rebecca podía ganar. Ella es una de las mejores magas que he conocido, tenía un bajo perfil que muchas veces provocaba que le subestimaran, pero si había logrado vencer a Rachel en una batalla definitivamente debía ser muy buena considerando que Rachel viene de uno de los clanes más fuertes de salamanders.
Empecé a sentir un calor intenso antes de notar que las hojas se estaban quemando, gracias a un hechizo y mis garras pude salir por debajo de la tierra. Al salir no me sorprendió ver a Larissa ahí, lo que me sorprendió fue el cuerpo que traía con ella y que había dejado caer para mostrármelo.
Era mi hermano y tenía un arañazo en su cara, vi las manos de Larissa viendo la sangre en ellas y me ira creció, sabía que mi hermano solo estaba inconsciente, pero ella lo había marcado de por vida. A diferencia de las garras de un hombre o mujer lobo, nuestras garras podían dejarle cicatrices incluso a aquellos que tenían un proceso de sanación tan bueno como el de nosotros.
—¿Estás loca? —Gruñí sin querer acercarme mucho, sabia lo peligrosa que era Larissa. Ella rio levemente haciéndome enfadar aún más. —¿Qué es lo que te parece gracioso?
—Tú. —Fruncí mi ceño. —Primita, normalmente luego de tanto tiempo deberíamos saludarme de mejor manera, hace años no nos vemos.
—Solo fueron dos años pues te mandaron al psiquiátrico.
—Que ruda te has vuelto, antes eras tan dulce que pensé que me darías diabetes.
—Pues he crecido y la verdad la situación no es como para que te trate bien, considerando que has dañado a mi hermano dejándole una cicatriz de por vida, no estoy muy feliz.
—Entonces lo logré.
—¿El qué?
—Enfadarte lo suficiente para que saques a la luz tu verdadera personalidad, mosquita muerta.
—Nunca me he mostrado de otra forma que no sea mi verdadera personalidad. —Me puse al pendiente de cualquier movimiento que quisiera hacer, sabía que debía tener cuidado y probablemente toda esta conversación lo hace para distraerme.
—¿Qué pasará cuando todos se enteren de tu secreto? —Aquello me dejó lo suficientemente aturdida como para que no vieran como se acercó rápidamente a mí, pero logré alejarme lo suficiente para que no me causara una herida de mayor gravedad de la que probablemente me quería causar. —Parece que te has asustado, solo te probaba. ¿Qué es lo que escondes?
—Si quieres saberlo, pues no recibirás una respuesta de mi parte. Quizás deberías pedirle a tu perro faldero que investigue por ti. —Ella alzó una ceja antes de reír divertida, en ese momento le ataqué, pero ella era más rápida de lo que imaginaba.
En ese momento nuestra pelea había iniciado, sabía que debía tener cuidado incluso cuando sus hechizos eran básicos y yo como ventaja tenía el conocimiento de los hechizos de los Sellers, aun así, sus hechizos eran lo suficientemente fuertes como para derribar un árbol. Debía tener cuidado de sus hechizos y ella, sabía que Larissa estaba lo suficientemente loca como para dañarme seriamente, pero algo me decía que también era capaz de matarme.