Prohibido

XVII

Madison

 

Podía sentir la mirada de Lola permanentemente en mí, al igual que lo hacía Rachel y el profesor O’Donnell. Sabía que no debía volver tan pronto a la escuela, mi abuela había hecho parecer que había tenido un accidente automovilístico para que los humanos no sospecharan de mis cicatrices ni mi ausencia de la escuela, tenía unas semanas aun libre para recuperarme bien, pero insistí en volver solo para tener una excusa de ver a Rebecca quien mantenía su mirada en el pizarrón.

 

Iba a decirle a Rachel que por favor se detuviera, pero sentí una gran puntada en mi costado en donde tenía la cicatriz en mi abdomen, me ardía tanto como cuando sentí el veneno activo en mi cuerpo, se suponía que mi abuela me había quitado todo el veneno en mi cuerpo, el cual era el suficiente para matarme.

 

  1. haces? —Miré a Rachel confundida. —Tus ojos, Madison. —Tomé mi teléfono y no me fue necesario usar la cámara porque podía ver el brillo de mis ojos a través de la pantalla negra.

 

A pesar del dolor que sentía al caminar, me apresuré a salir del lugar y caminar al baño justo a tiempo antes de que la campana sonara, me encerré en un cubículo y usé mis garras para poder abrirme una herida en mi brazo, pude ver mi sangre completamente negra. Usé mis colmillos para sacar más rápido el veneno, podía escuchar pasos venir hacia mí, pero eso no me importaba si no lo hacía a tiempo podría morir.

 

—¡Madison! —Rebecca había arrancado la puerta del cubículo en el que estaba y alejó mi cabeza de mi brazo que aun sangraba, ella me atrapó en sus brazos y miré el suelo que estaba manchado de mi sangre, pero esta tenía su color completamente normal, miré mi brazo y no había ni un rastro del veneno. Miré a Rachel y Lola que me miraban asustadas y el maestro O’Donnell parecía estar pensando. —¿Qué has hecho? —Ella se separó de mí y estaba completamente manchada con mi sangre, fue un mal día para que ella llevara una camisa blanca. Ella esperaba mi respuesta, pero no sabía que responderle ni siquiera yo sabía que había pasado. —Has perdido mucha sangre. —Ella se quitó su camisa para hacerle un torniquete a mi brazo.

 

—Vamos, hay que llevarle a la enfermería. —El maestro O’Donnell se acercó a la puerta para asegurarse de que nadie estuviera alrededor, aunque lo dudaba pues todos debían estar en la cafetería con su almuerzo.

 

Todos me miraban esperando que me moviera, pero no podía sentía mi cuerpo paralizado y como aun temblaba, ¿Qué era lo que acababa de pasar?, podía asegurar haber visto como mi sangre seguía con veneno.

 

—Ya vamos. —Lola me tomó en sus brazos y empezó a caminar rápidamente en dirección a la enfermería. —Madison, no sé qué diablos te ha pasado, pero no nos vuelvas a asustar así, imbécil. —Miré a su espalda y vi como los demás le seguían. —Por el amor a los dioses que existan o crean que existan, di algo.

 

—No sé qué ha pasado. —Murmuré.

 

Rachel le había pasado su chaqueta a Rebecca mientras la enfermera y el maestro me examinaban minuciosamente, yo estaba segura de haber visto el veneno en mi sangre. La enfermera limpió mi rostro pues mi boca estaba manchada con mi propia sangre y miró a Rebecca.

 

—¿Esto no será obra tuya? —La enfermera le miró con sus ojos entrecerrados.

 

—La chica Sellers no tiene nada que ver con esto. —El maestro nos dio una mirada cómplice, él claramente sabía que no teníamos una rivalidad. —Ella se ha provocado esto. Madison, ¿Qué pasó en tu competencia? —Yo me senté con cuidado y Rebecca se acercó para tomar mi brazo empezando a curarme para procurar no tener cicatrices.

 

—Larissa me envenenó. —Ellos se miraron de reojo. —Mi abuela procuró sacarme todo.

 

—Lo hemos notado. —La enfermera se acercó a mi rostro y vio mis ojos, yo me alejé levemente algo incomoda. —¿Cómo te has sentido últimamente?

 

—Solo me he tardado un poco en sanar, pero estoy bien.

 

—Rebecca, Lola y Rachel, salgan de aquí. —Miré a las chicas quienes obedecieron, menos Rebecca. —Yo seguiré con esto, Rebecca.

 

—No quiero que tenga una cicatriz.

 

—Rebecca, este es mi trabajo, ¿Recuerdas? —La castaña me miró y le di una leve sonrisa antes de asentir.

 

—Tranquila, Becca. —Ella asintió y siguió el camino de las chicas fuera de la enfermería. —¿Por qué les ha pedido salir?

 

—Te lo volveré a preguntar, Madison. —La enfermera me miró reflejando su preocupación. —¿Cómo te has sentido últimamente?




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