El sonido del motor de la aeronave me recordaba las veces que vi a las aeronaves de la republica sobrevolando mi región, en busca de fugitivas. Subo cada peldaño con miedo, y debo concentrarme en cada paso para no caer en pánico. Intento recordar lo que nos han dicho en la inducción, las palabras de ánimo que Thomas me ha dado antes de subir, el discurso motivador de Val, pero mi mente esta en blanco. El miedo es realmente el peor aliado para sobrellevar la presión, y ahora entiendo a la perfección porque han creado tal sistema en la república: es fácil controlar a una población que no es capaz de pensar en nada más que sobrevivir.
Los uniformes con los que estamos son grises, ideales para pasar desapercibidos contra los edificios. Me siento entre Josephine y Caden. Me concentro en mi respiración, y repaso en mi cabeza la imagen del edifico. De a poco comienzo a recordar las instrucciones dadas por Aiden: formaremos el perímetro de seguridad, mientras los soldados más experimentados entran al edificio, por lo que, técnicamente, nuestra parte no era la difícil. Phil, Duncan, Aiden y Fitz estarían a cargo de nuestra seguridad, mientras que los demás se encargarían de sacar la información.
Miro fijamente la escalera, a la espera de que suba Aiden. Sé que cuando lo haga, ya no habrá vuelta atrás y la aeronave iniciara el vuelo. Siento mis manos sudorosas y mi corazón late deprisa.
El primero en subir es Fitz. Se acerca a cada uno de nosotros entregándonos nuestros cascos y coms (una pequeña pelotita que se coloca en el oído para comunicarnos), las armas nos las entregaran una vez lleguemos al lugar. Miro a Joy, en los asientos frente a mí, cogiendo la mano de Reed, y mirándose el uno al otro. Desvío la mirada. ¿Es posible que hasta una mirada sea tan íntima como un beso?
Escucho la risa de Aiden a mi izquierda, y automáticamente volteo para mirarlo. Sube a la aeronave, hablando con Duncan, soltando alguna carcajada. Lleva en sus manos el mismo casco que nos han entregado.
Probablemente me debería sentir nerviosa porque la llegada de Aiden indica que las puertas están por cerrar y comenzara nuestra misión. Sin embargo, lo único que siento es temor de que algo malo le vaya a ocurrir. Sus ojos se posan en mí de improviso, y de inmediato, desvío la mirada.
Las compuertas se cierran. Abrochamos nuestros cinturones, todos están sentados. Siento la mirada de Aiden fija en mí. El motor de la aeronave se acelera. De pronto, Caden toma mi mano izquierda y me da un apretón. Volteo a mirarlo. El esboza una sonrisa amable.
—Estaremos bien—susurra. Sonrío levemente. Él también está nervioso, y eso me hace sentir un poco mejor.
Miro a Aiden. Tiene el ceño fruncido, pero no deja de mirarme. Desvío mi vista hasta Brent, que está sentado junto a Reed, y respira pausadamente.
Apenas se siente cuando la aeronave comienza el vuelo, solo lo noto por los cambios de presión, que Aiden nos advirtió. Los nervios comienzan a disiparse, Caden suelta mi mano y comienza a hablar con una chica que está en el asiento contiguo. Josephine, en cambio, mantiene los ojos cerrados, y tiene sus manos aferradas al cinturón.
—¿Jo?—pregunto preocupada.
—No me está gustando esto de volar, básicamente debemos confiar en los que diseñaron y armaron esta cosa—suelta de sopetón. Levanto las cejas, porque siempre pensé que la más temerosa de ir a una misión seria yo.
—Si no confías en quienes armaron esto ¿Cómo puedes confiar en los que construyeron RP—2?—pregunto. Josephine abre los ojos como platos y voltea a mirarme.
—Leah, no ayudas—dice, y vuelve a cerrar los ojos.
Hago una mueca y apoyo mi cabeza en el respaldo. Tras una hora de vuelo, llegamos a nuestro destino. El aterrizaje fue un poco más ajetreado que el despegue, pero finalmente, las compuertas se abrieron y dejaron bajar a los soldados, excepto a los que estaban a nuestro cargo. Me desabrocho el cinturón con torpeza y me levando del asiento. Nos indican que debemos colocarnos nuestros coms y cascos, y luego, bajar al exterior.
Cuando me asomo por las escaleras, el paisaje me sobrecoge. Estamos en un lugar abandonado, y la neblina cubre todo el lugar, haciendo que parezca que es casi de noche. Los edificios delante nuestro se yerguen, limpios, pulcros y grises, como cualquier otro en la república. Me había olvidado de lo imponente que son aquellos rascacielos, y lo inhóspito que se siente estar entremedio de tan poco color.
Cuando llego a bajo, una soldado me entrega mi arma. Pesa lo mismo que las que usamos en el campo de entrenamiento. Mantengo la punta hacia abajo, como siempre nos han enseñado, y me acerco a mi pelotón.
Cuando ya todos tenemos nuestras armas, los soldados se posicionan delante de nosotros, y Aiden se dirige a nosotros.
—Formaran parejas con las vigilaran una zona del perímetro. Joy y Reed, Caden y Josephine, Brent y Leah. Yo estaré junto a la salida de nuestros soldados, ya que necesitan más seguridad allí, por lo que me comunicare con ustedes por nuestros coms. Están autorizados a disparar en caso de riesgo vital, es decir, si los atacan, ustedes responden ¿entendido?—indica Aiden. Todos asentimos.— Cuando lleguemos allá les indicare sus zonas.
Comenzamos a avanzar. Caminamos por las calles, entre los edificios derrumbados. A los cien metros, los edificios aparecen. Son viejos, probablemente pertenezcan a la zona C. nos adentramos en la profundidad de la ciudad, pegados a las casas y rascacielos, para no ser detectados con facilidad por las cámaras de vigilancia. Me sorprende que no nos encontremos con controladores, aunque es probable que, siendo esta una zona pobre, no controlen tanto como en las zonas más ricas.