-muy bien Andrea, no dices ¿quienes fueron?-preguntó el psicólogo-
-eeh no estoy segura- cerré la mano muy nerviosa- creo que eran Louis, Carlo, Jhon y Santiago-Todos empezaron a reír y a aplaudir-
-felicidades eres la única que ha logrado adivinar a todos- dijo francisco con una sonrisa.
Sí, gané, ¿qué recibí de premio? Nada, solo los aplausos de mis compañeros. ¡dios! Moría por saber si se dieron cuenta de lo que dijo Santiago, en el momento que me detuve y lo acaricié porque más que palparlo lo estaba acariciando sin darme cuenta.
Terminando la clase todos empezamos a salir, Camila venía hablándome de varias cosas y yo no le prestaba atención moría de la vergüenza sin saber si se dieron cuenta o no.
-hey! Andrea te estoy hablando- Camila hizo un movimiento con sus manos sobre mi cara-
-sí, si, dime- despegué mi mirada del frente-
-llevo minutos hablando sola- llevo sus brazos a su pecho-
-lo siento Cami, tengo muchas cosas en la cabeza- me paré delante de ella- ¿vamos a la cafetería por algo para comer?
-ok, solo hay que esperar a Santiago, como ya casi es la hora de la cena-dijo buscándolo con la mirada por la puerta-
-yo no tengo hambre- me di la vuelta- espéralo tú si quieres yo me voy a dormir-
-Andrea, no es justo que te hagas esto-dijo suplicante-
-no es justo lo que me hicieron Cami- dije fuerte sin darme la vuelta-
Fui a mi habitación me recosté sobre la cama y tuve mucha rabia, la barriga me ardía no sé de qué, me puse a llorar por que Nadia me había hecho Jack era un idiota pero ella era mi mejor amiga y siempre se mantuvo alejada de él, no sé en qué momento llegaron a estar juntos, mi cabeza estaba a punto de estallar y me quedé dormida.
Al día siguiente desperté mal, no quería despertar y ver que todos me vean como la cornuda o como la chica que encontró a una de sus mejores amigas con su novio, tenía tantas cosas en la cabeza y lo peor nadie de mi familia llamaba a preguntar como estoy o algo así, me dio rabia.
Como era que mi familia no le importaba que yo esté ahí y ni me llamaban una vez o venían a verme, llevaban días sin saber de mí ni yo de ellos, seguía en mi cama y no me levantaba, Sara llegó hasta mi habitación y como casi una llamada de atención me hizo cambiarme y bajar a comer.
En esto se basó unas semanas en el centro de rehabilitación <despertaba, esperaba que Sara o alguna enfermera venga a obligarme a bajar, comía subía a mi habitación no hablaba con nadie ni levantaba la mirada hacia ninguna lado, iba a mis clases sin decir una sola palabra y cuando terminaba otra vez a mi habitación hasta que se haga de noche y quedarme dormida, de vez en cuando Camila venía hablarme desde la puerta me llamaba pero no le decía nada, las pocas veces que comía era en el comedor, a las justas probaba la comida.>
Era viernes 13 y todos salieron a observar un lindo atardecer que había salido, muchos desde su ventana y otros desde el jardín principal, yo sin que nadie se diera cuenta subí hasta el último piso del edificio, me senté a lado de una pequeña columna de pared que había y yo también contemplaba el atardecer, respiraba profundamente, durante unos minutos, deseaba tanto que Santiago estuviera ahí y ver el cielo juntos, de alguna forma lo extrañaba, esos abrazos y besos que el me daba los necesitaba en ese momento.
Sentí que alguien me miraba desde atrás pero no volteé, caminó hacia mi dirección y sentí como se sentó junto a mí, era Santiago pude olerlo, sentirlo, respirarlo.
-¿qué haces aquí?- dijo sin mirarme recostando su espalda sobre el mismo lugar que yo-
-no me voy a matar tranquilo- tampoco volteé a verlo-
-ahora no, pero lo estás haciendo desde hace días- ahora sí volteó a verme incluso su cuerpo giró-
-no sabes lo que dices Santiago- volteé a verlo un segundo y luego quité la mirada-
-Andrea, ¿tanto te afectó terminar con ese maldito imbécil?- frunció el ceño.
-Santiago, hablas como si fuera sencillo, no me entiendes-respondí
-sí Andrea- alzó las manos rápidamente y las bajó soltando un suspiro- claro que te entiendo, a mí me hicieron lo mismo, ¿recuerdas?- ahí llegó a mi mente lo que me contó su mamá- está claro que Jack era, es- aclaró- un idiota ¿y tú matándote por él? Sufriendo porque esa chica que fingía ser tu amiga te engañó de la peor manera, y acá somos muchos los que te damos apoyo empezando por Camila, ella está súper mal piensa que estás enojada con ella y tú solo la rechazas- hizo una pausa de 3 segundos- olvídate de él Andrea, tal vez terminar con Jack fue por bien, y tú estás acabando contigo por algo que no vale ni una lagrima de sufrimiento tuya-
-tal vez tengas razón- volteé a verlo- o tal vez no, no tienes ni la mínima de como estoy y no solo por lo de Nadia y Jack que en gran parte sí lo es, si no también por mi familia no me llaman ni para saber cómo avanzo con mi tratamiento o como voy o si tal vez ya me maté- me interrumpió-
-no, no Andrea eso no- me cogió de las manos- ni lo digas, por favor no- me miró a los ojos- eso no.
-Santiago-mis ojos se llenaron de lágrimas algo dentro de mí me impidió seguir hablando-
-no te sigas haciendo daño por favor- aparté mis manos de las suyas- Andrea hay personas que no valen la pena, como el imbécil de Jack-
-¿y qué propones Santiago?!- me puse de pie rápidamente-
-¡que me quieras con la misma fuerza con la que le lloras a él!- exclamó rápidamente, eso me dejó helada, claro que lo quería, pero no era el lugar.
-¿Aquí? ¿pretendes que te quiera aquí?- respondí- me entero recién de una estúpida regla que hay - otra vez mis ojos se llenaron de lágrimas- me han prohibido que haga lo que tanto me hace feliz- sentí como mi cuerpo se dirigía hasta Santiago, quien solo permanecía parado y en silencio, una vez delante de él dije- me han prohibido enamorarme demasiado tarde- me limpié rápidamente las lágrimas y fui caminando rápido a mi habitación.-