Victoria es la hija mayor de los Berzelius, y la mujer que mi abuela eligió para ser mi esposa.
—¡¡Dimas, llegaste!! —exclama mi padre emocionado.
Relajo mi rostro, pero no muestro ninguna expresión, no quiero que se imaginen cosas que no son.
—Buenas noches —saludo con seriedad.
—Buenas noches —dicen unísono los Berzelius.
Camino hacia donde están mis padres y me siento. Deslizo mi mirada hasta Victoria y al chocar fijamente ella la desvía con timidez.
Ojalá y vengan a romper ese compromiso.
—Ya que Dimas está aquí, es momento de hablar. Aunque, él ya debe saber de qué se trata —manifiesta, Ludovico.
Maldición, ¿cómo digo que no quiero casarme?
—El matrimonio —digo en un tono gélido.
—Ya le hemos puesto fecha a la boda —coraje, eso es lo que siento. Ellos han tomaron una decisión sin preguntarme —, será es en dos semanas.
—Por lo que tenía entendido la boda se haría cuando ella y yo cumplieramos los 25 años, y Victoria solo tiene 24 años —espero atrasar más tiempo la boda.
—La edad es lo de menos. Victoria ya es una mujer, y está lista para convertirse en tu esposa —respiro lento para tratar de calmar mi rostro y no sé tense del coraje.
Si hago una payasada ahora mis padres se enojaran conmigo.
—Veo que mi opinión no cuenta, hagan lo que quieran. Con su permiso, me retiro —me pongo de pie.
—Dimas —escucho la dulce y suave voz de mamá llamándome, pero la ignoro y me voy a mi habitación.
Entro a mi habitación y boto al suelo todo lo que se me aparezca en mi camino. Estoy emputado, pero tengo que tragarme lo que siento.
¿Cómo le diré a Carolina que me voy a casar? Ella me odiará, yo le prometí que me casaría con ella. ¡¡Maldición!! ¡¡Maldito compromiso!!
VICTORIA.
Desde que mi memoria logró retener recuerdo sé que estoy comprometida. Cuando conocí a Dimas supe que él sería el único hombre que yo amaría siempre, y si antes el compromiso me tenía feliz sin conocerlo, después de hacerlo era más feliz.
Estudie en un internado de monjas, donde me prepararon para ser una buena mujer. Mi boda con Dimas estaba previsto después de que yo cumpliera los 25 años, pero mis padres adelantaron la fecha, y ahora me casaré en dos semanas.
Estaba emocionada por volver a ver a Dimas, pero al ver su rostro me sentí mal. Al parecer él no está de acuerdo con este matrimonio y eso es algo que me lastimas, porque yo he contado cada día para que sea mi boda.
—Disculpen a Dimas, él debe estar estresado por el trabajo en la empresa —lo excusa la señora Sora.
—Entiendo. Dimas es joven, y ya tiene muchas responsabilidades, es normal que esté cansado después de un día tan agitado en la empresa.
Mi corazón no dice lo mismo... Yo sé que Dimas no me quiere en su vida.
—Vamos a cenar, tenemos que celebrar la unión de nuestra familia —declara el señor Felipe muy contento.
Mis padres asiente con una sonrisa, suelto un suspiro, y camino hacia el comedor.
[...]
Nos despedimos de los D'Angelo. Darío y Dave son muy agradable, aunque Darío es un poco (muy) serio. Ellos son tan diferente a Dimas, en carácter y en físico. Ninguno de ellos se parecen, no tienen ningún rasgo facial igual, ni siquiera se parecen a sus padres, lo único que tienen iguales son el color de sus ojos y cabello, eso sí lo heredaron de sus padres. Los ojos celestes al señor Felipe, y el cabello rubio pero en distinta tonalidades a la señora Sora.
Al llegar a casa me doy una ducha y me arreglo para dormir. Me acuesto en mi cama y agarro mi portarretrato.
Sonrío por la foto del portarretrato... es una foto mía y una de Dimas, no es una foto normal de pareja, son dos fotos unidas. La foto de Dimas es de una página de una revista que vi 4 años atrás, la recorte y la pegue junto a una mía; es mi foto favorita, la cual admiro todas las noches antes de dormir.
Mi corazón latía por ti sin conocerte. Solo me bastó verte para enamorarme, solo me bastó ver tu sonrisa para amarte, Dimas.
DIMAS.
Días después.
Carolina tira la revista de un solo en el suelo, con los ojos lleno de lágrimas.
—Solo fui un juego para ti, Dimas. ¡¡Te vas a casar con alguien de tu misma clase social!!
Me duele verla así. Mi matrimonio con Victoria fue anunciado a la sociedad y Carolina se enteró por medio de esa revista. No tuve el valor de decirle que me casaría, mi cobardía la ha hecho llorar.
—No lo eres, yo te amo.
—¡¡Si me amaras no te casaras con ellas!!
—Carolina, al año de haber nacido fui comprometido —ella me mira incrédula.
Carolina no sabe que no soy D' Angelo, eso es un secreto que no se lo debo revelar a nadie.
—¿Qué pasará si no te casas?
—Mis padres me desheredarán.
—Dimas, dime que nunca me vas a dejar a pesar de te cases —pide entre lágrimas.
—Nunca lo haré, Carolina —ella me abraza.
—No me importaría ser tu amante contal de estar contigo.
—Gracias por entenderme.
Levanto su barbilla y la beso apasionadamente. Ella lleva su mano a mi camisa y la comienza a desabrochar. Rápidamente, quitamos nuestras prendas de vestir y terminamos satisfaciendo nuestros deseos.
Carolina es una chica humilde, yo la conocí en una discoteca y desde ese día no hemos dejado de vernos. Yo tengo una relación a escondida con ella, ya que mis padres nunca me permitirían estar con Carolina, por el hecho de que estoy atado a Victoria.
Día de la boda.
Termino de arreglar mi corbata, me pongo el saco, me miró al espejo y suelto un maldito suspiro.
Esta boda no es algo que sea de mi agrado, ni siquiera me interesó ver la decoración, mi madre y los Berzelius se hicieron cargo de todo.
—Dimas, apura, que se te hace tarde —dice Dave, entrando a mi habitación sin permiso.
—Dave, te han enseñado que antes de entrar se toca la puerta, ¿por qué entras sin permiso? —él rueda los ojos.
—Dimas, hoy estás muy odioso, ¿lo sabías? — manifiesta en un tono burlón.
Dave tiene 15 años, pero no lo aparenta, él se ve como de 18 años, y eso se debe a que se la pasa haciendo ejercicios para conseguir la figura de un hombre mayor.
—Como tú no tienes que casarte —expreso con estrés.
Dave es el único que se libró del matrimonio, motivo: la abuela Susana murió y no le alcanzó a dejarlo comprometido.
—Eso es algo que le agradezco a la vida; no me imagino casado tan joven. Los 25 años es la mejor etapa de la vida, no es para estar casado. Afortunadamente, no pagué las consecuencias de ser un D'Angelo.
Nosotros vemos el matrimonio como la paga del haber sido acogido por ellos, y por recibir todos los lujos que no han dado.
—Te tengo envidia Dave, no atarás tu vida a alguien que no quieres.
—Es comprensible que sientas envidia de mí, después de todo soy mejor que tú —alardea.
Enarco una ceja y sonrío de lado, mi hermano menor es una cosa bárbara.
—Si a si lo dices tú, así será — me da una sonrisa ladina.
—Oye, tú estas que te queja de tu matrimonio y Darío no dice nada de su compromiso.
Darío está comprometido con Debby Viennet, es una actriz muy reconocida. Él nunca se ha quejado, ni sé alegrando por ese compromiso. Aunque, es normal en mi hermano no mostrar expresión de lo que le gusta o le disgusta, él siempre se mantiene neutral.
Cuando le dijeron a Darío que estaba comprometido él solo dijo: "si así lo decidió la abuela, así será". Darío es serio e indiferente, bueno, eso es lo que aparenta ser. Mi hermano tiene 22 años, y es estudiante de medicina, casi no pasa en casa, ahora si está aquí, pero solo es porque está de vacaciones. Darío estudia al otro lado de la ciudad, por lo que tiene su propio departamento, y habita en el todo el ciclo de clase.
—Nunca va a decir nada —suelto un suspiro—. Vámonos, Dave.
Darío, Dave y yo, nos llevamos muy bien, aunque, no llevemos la misma sangre. Los tres fuimos adoptados, ya que teníamos algo que necesitaba nuestros padres: cabello rubio, y ojos color celeste, con esos pequeños detalles, y aunque no nos parecíamos a ellos nadie dudaría que somos hijos biológicos de Felipe y Sora D'Angelo.
Resumiré un poco de como terminé siendo un D'Angelo. Papá es hijo único, ya que el abuelo murió en un fatídico accidente y la abuela Susana no se volvió a comprometer, porque ella le juro amor eterno al abuelo y porque: "Un D'Angelo solo se casa una vez y con toda la de la ley". Así como a nosotros, papá tuvo que casarse con mamá, a diferencia de Darío y de mí, papá y mamá crecieron juntos, por lo que se casaron enamorados.
Al inicio de su matrimonio todo estaba bien, pero todo se les complicó cuando buscaban tener hijo. La abuela exigía un nieto, pero por más que intentaban mamá no quedaba embarazada, entonces fueron a chequeo médico, y resultó que papá era estéril. La noticia rompió el sueño de papá de convertirse en padre, y el de la abuela en tener nieto de su propia sangre. Mamá si podía tener hijo, por lo que decidieron concebir por medio de la inseminación artificial, aunque la idea no le gustó a papá, termino aceptando.
Mamá logró quedar embarazada. El embarazo iba bien, mamá esperaba una niña, pero el parto se le adelantó, al momento de parir, y al ser mi madre primeriza todo se complicó, y tras una negligencia médica la niña que esperaba mamá murió y con ella la posibilidad de ser madre.
Mamá quedó devastada, y al verla tan mal la abuela permitió que adoptará. La abuela estaba en contra de la adopción, por eso permito que mamá llevara en su vientre el hijo de otro, por el hecho de que mamá ya pertenecía a la familia.
Fueron al orfanato buscando al un bebé con claras especificaciones, y justamente había un recién nacido abandonado que cumplía los requisitos que ellos pedían y lo llamaron: Dimas. Yo ocupé el lugar de Diana (así se iba a llamar la niña). La noticia fue una bomba, pues se había anunciado que sería mujer, y de pronto apareció un niño. De esta misma forma pasó con Darío y con Dave.
Mamá me dijo que no adoptaron a una niña, ya que el apellido desaparecería, y porque no se sentía bien en tener a una recién nacida recordándole a su hija muerta. A pesar de que somos sus hijos, papá y mamá nos aman y nos lo han demostrado siempre, lo de los compromisos es cosa de la abuela, y las decisiones de la abuela son sagrada en esta casa, incluso la abuela fue parte de la tradición de casarse.
El casarse con alguien de otra familia del mismo estatus social, aumenta más el poder y el prestigio de los D'Angelo, por eso el matrimonio por conveniencia es necesario.
Salgo de la casa y veo a todos los invitados. Quisiera saber ¿cómo se la arreglaron para que toda esta gente viniera?
—Tan bello como siempre —me alaga mamá.
—Tú también te ves hermosa, mamá —ella limpia la suciedad imaginaria de mi saco.
—Dimas, sé que no te quieres casar, pero es la voluntad de tu abuela.
—Tranquila mamá, siempre he sabido que este día llegaría.
—Intenta ser feliz hijo, Victoria es una niña muy bella. Dimas, si te lo propones puedes llegar a amarla.
Eso nunca va a pasar porque yo amo a Carolina, y mis sentimientos no van a cambiar.
—Veremos que pasa —le doy una sonrisa a boca cerrada—. Mamá, ¿le dijiste que no habrá luna de miel?
No estoy dispuesta a irme de luna de miel, no quiero que Carolina se enoje por eso.
—Sí. Ellos estuvieron de acuerdo, pero sabes que tendrás que compartir habitación con Victoria —frunzo el ceño.
—Mamá, eso...
—Dimas, ella es tu esposa.
Mamá sabe que yo no quiero nada con Victoria, por eso no quise luna de miel, ni comprar casa y ahora tendré que compartir mi habitación.
—Está bien mamá, pero seré muy claro con ella.
Suelta un suspiro de resignación. —Está bien Dimas. Camina, que el padre y el juez los están esperando —asiento con la cabeza.
Mi boda va a ser por civil y eclesiástico, voy a estar atado para siempre con Victoria.
Me paro recto y espero a que llegue Victoria. El pianista comienza a tocar y, las personas se paran, es señal de que llego la novia. Mis ojos la visualizan. Ella luce un vestido corte sirena, muy elegante (seguro lo mandaron a diseñar). En sus manos trae un ramo de rosa blanca y su rostro... pues, no lo veo bien, porque el velo la cubre.
Algunas personas están que graban y eso es algo que me molesta. Pongo mi mejor cara, porque la gente de todo se dan cuenta, ellos se acerca y Ludovico me entrega a su hija.
Apenas termine esta farsa de fiesta y estemos solo le dejaré una cosa bien clara: ella tiene prohibido enamorarse de mí.
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Editado: 05.04.2022