Cuando llego a mi despacho tengo mi corazón latiendo tan rápido que temo tener un infarto en este momento. Jasper acaba de decir tantas cosas que no puedo evitar que el nerviosismo se filtre en cada vena latente de mí. Muerdo mis labios mientras Diana me mira con sorpresa y cuelga la llamada. Tiento y cuando estoy segura de que no me caeré me siento.
Mi corazón parece una locomotora y siento que quiere salirse de mi pecho por lo que llevo una mano a ese lugar intentando de que no salga y corretee por todos lados. Es la primera vez que un hombre dice todas esas cosas para mí que simplemente me siento fuera de mi cuerpo, todo parece tan surrealista que no puedo explicarlo con simples palabras, pero lo que tengo claro es que Jasper Lewis me ha hecho volverme un manojo de nervios.
—Allen?—la voz de Diana inunda el silencio que tengo—¿pasa algo?—niego y lamo mis labios mientras suspiro.
—Jasper volvió—susurro y ella me escucha para luego sonríe.
—Y por eso estas, ¿así como tonta?—la miro mal y ella se calla para sentarse a mi lado.
—Dijo muchas cosas... demasiadas—Diana asiente en comprensión y me mira.
—¿Como que está loco por ti?—cuestiona un poco divertido. La miro con los ojos muy abiertos y ella jadea con sorpresa—¿se te volvió a declarar?—pregunta y muerto mi labio inferior.
—Yo… él solo dijo tantas cosas que siento que mi corazón saldrá de mi cuerpo—murmuro con la cara roja.
—Te gusta Jasper cariño—dice y tomo su mano llevándola a mi pecho para que pueda sentir mis descontrolados latidos.
—Yo… no lo sé, pero por ahora no puedo verlo—respondo con rapidez.
—Lamento decirte que tienes que entregarle este sobre a Eva—me da una sonrisa amable—sabes que me prohibieron pasar por esos lados desde que casi desfigura a Frida por sus comentarios—asiento y tomo un vaso con agua—recuerda; respira Allen—tomo el sobre y ruedo los ojos.
—Yo lo llevo—ella asiente y su teléfono suena por lo que salgo para caminar hacia el despacho de Eva.
Al llegar escucho perfectamente a Jasper decir que Raisa se acuesta con Benjamín, pero recuerdo que Benjamín me dijo que él no iba a volver hasta dentro de siete meses.
—Qué Benjamín, qué?—pregunto y mi voz sale asustada—¿Benjamín volvió contigo?—el miedo es palpable en mí.
—Sí, Benjamín volvió conmigo—él responde y mi cuerpo tiembla levemente.
No estoy preparado, todavía mi estado mental no está preparado para verlo a él.
Saberlo aquí desata todo el miedo que le tengo a ese hombre. Aun no estoy preparado para atacarlo, siento miedo de él y de lo que pueda hacerme o hacerle a los que amo. Todavía no puedo pelear contra el diablo.
Mi mente trabaja con rapidez en todas las veces que cubría mi rostro para que los golpes no lleguen a este. En cómo le gritaba que parara y él solo sonría como si le diversión se encontraba a eso. En cómo sus insultos apagaban la poca autoestima que quedaba en mí. En cómo se burlaba de lo asquerosa que era en la cama luego de que tomara mi cuerpo en contra de mi voluntad.
Puede que me digan muchos si les contara mi historia que solo debería superarlo, pero no. Nadie sabe lo que es tener miedo, ese que te paraliza y no te deja más que ser una sumisa sin remedio. Ese que te hace temblar mientras las voces en tu cabeza te dicen que corras, pero estas tan paralizado que no haces más que quedarte quieta. De cómo quisieras alzar la voz y hacerte escuchar, pero estos solo gritan en tu cabeza.
Nadie que no ha pasado por eso no lo sabe, no sabe nada. Siento esa pesadez en mi pecho mientras una lágrima baja por mi mejilla y doy la vuelta saliendo de ese lugar inmediatamente. Subo corriendo las escaleras en busca de la azotea, necesito aire porque siento que me asfixio. Necesito huir de él, no quiero esa vida de nueva, no quiero ser esa mujer que se queda callada, que deja usar su cuerpo sin poder tener voluntad. No quiero, me niego a volver a serlo.
Las lágrimas continúan bajando hasta que el aire abraza con calidez mi rostro alborotando mi pelo. Mis piernas me fallan y termino de rodillas derramando lágrimas. Escucho pasos por lo que trato de limpiar mis lágrimas, pero una mano la detiene.
Levanto la mirada y veo esos ojos tan hermosos que aún me sorprenden. Sus ojos me analizan y no hay expresión en su rostro. Trato de recomponerme tomando mi mano y limpiando mi mejilla.
Gracias al cielo que ya no necesito usar maquillaje porque Benjamín no me pega, estar sin una gota de maquillaje es tan refrescante que extrañaba eso.
—Allen—su voz me paraliza porque él está serio, no hay tono dulce como hace rato, solo una seriedad que me quema—quiero creer que esas lágrimas son de felicidad porque el hombre de tu vida acaba de volver al país, quiero creer que Todo lo que sientes es una felicidad porque por fin lo veras, que añoras mirarlo a los ojos y decirle te amo. Quiero creer que esas lágrimas son porque lo extrañaste demasiado en las noches, que es porque él es el mejor hombre que podrías tener a tu lado y ya deseabas que te abrace, que te acaricie... Que te haga el amor. Quiero creerlo con todas mis fuerzas—un sollozo se escapa de mis labios sin poder evitarlo. No soy dueña de mis emociones en este momento y Jasper lo sabe, él lo sabe—preferiría que fuera eso a creer que es a él a quien le temes—miro a otro lugar en silencio y no le respondo—dime que no es por miedo que lloras, que no es porque no lo quieres ver, que no es porque él no es el hombre que ama Allen—levanto la mirada y veo en sus ojos la desesperación plasmada.
—Tengo miedo—confieso en un murmullo mirándole a los ojos—tengo mucho miedo Jasper—mi voz sale en un hilo casi indescifrable.
Sin que se lo espere mis brazos rodeen su cuerpo en busca de un refugio cálido. Mi cuerpo queda un poco arqueado hacia el suyo mientras mis lágrimas bajan libremente. Sus brazos me rodean y me apegan a su pecho mientras me permito llorar libremente.
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Editado: 09.12.2024