Mi conciencia encuentra activa, sin embargo, no puedo ver nada. Sumergido en absoluta oscuridad y sin la capacidad motriz corporal, me percibo inmóvil. Una voz me llama, difusa en gran cantidad, luego se aclara, se trataba de la misma que se encontraba en mi conciencia, aquella que me solicito ayuda cuando estaba en el barco.
-Te mostrare mi pasado-Dictamina la voz de manera serena.
-Mi nombre es Gabriel-
Abro los ojos, revelan un cuarto levemente iluminado por la luz fugaz entre las cortinas. Me encuentro sobre una cama. El cuerpo se desplaza solo, soy simplemente un espectador. Decide abrir las ventanas, dan paso a la vista despejada de un cielo azul rodeada de campos. Me encuentro en una planta alta. Un señor me saluda desde uno de estos, se encuentra sobre una maquina cosechadora. Identifico el trigo. Grito “Buen dia padre, ya me alistare para las tareas del campo”. Rápidamente me visto con ropa de trabajo y me dirijo hacia el piso inferior. Otro joven se encuentra en el comedor, vestido de oficinista, bebiendo café. “Hola hermano” son las palabras salientes. Intercambiamos saludos. Tomo una taza de café simplemente, entonces me dirijo a los campos. A modo de espectador, veo como este cuerpo trabaja arduamente durante toda la tarde. Cae la noche, se lo nota exuberantemente cansado al joven. Ingresa al hogar junto a su padre, la madre se encuentra cocinando la cena. En lo que falta, me dirijo al baño. Esa ducha en verdad fue relajante.
Hora de la cena, es agradable el ambiente familiar. Finalizada, llega la hora del descanso nocturno. Simplemente me acuesto en mi cuarto, el cuerpo se siente demasiado fatigado. Rápidamente se duerme.
Escucho gritos, acompañados de estruendos. Entra a mi cuarto la madre del joven de forma desesperada, me estira del brazo sin darme tiempo siquiera de decir algo, veo luces por la ventana y camionetas, todas apuntan al hogar y nos ciegan, no vemos nada. Ella me mete dentro del ropero y me hace señas dictaminando que me quede aquí, por la puerta entre abierta del mueble, veo como unos hombres entran derribando la puerta, con armas y luces incandescentes. Toman a la mujer del cabello mientras grita y forcejea, le colocan una bolsa de tela en la cabeza y le inyectan algo en su cuello, rápidamente se desvanece. Estoy paralizado...No puedo realizar ningún movimiento. Luego se la llevan de la habitación, dejando un profundo silencio. Miro a todos lados, no veo nada. La respiración se acelera, uno de esos hombres ingresa nuevamente, apunta con su arma donde me ubicaba. Escucho un radio diciendo “Tenemos a dos de los tres que requisábamos, falta el adolescente”-
-El adulto masculino fue eliminado por ser innecesario, el cuerpo será empleado para otros experimentos- Vuelve a emitir el radio.
No queda duda de que se trataba de su padre, el cuerpo reacciona de mala manera. El joven no tendría que haberlo hecho pienso. El hombre maniobra velozmente tomándolo del brazo e incapacitándolo contra el suelo, al mismo tiempo que grita “He atrapado al ultimo”. Veo como otros dos individuos ingresan al cuarto, forcejeo un poco mas, pero es inutil. Colocan una bolsa de tela sobre mi cabeza y proceden a inyectarme algo en mi cuello. Rápidamente duermo.
La conciencia vuelve lentamente a mi cuerpo, escucho ruidos de pasos, leves susurro y a la lejanía gritos. Abro los ojos con una vista difusa, veo frente a mi una enorme puerta corrediza. Mi cuerpo recupera lentamente su capacidad motriz, quiero mover mis brazos y manos, no puedo, estoy amarrado a una silla. Tengo conectado a mi brazo izquierdo múltiples cables. Miro a los lados, veo mucha mas gente en la misma situacion, amarrados. Otros aun inconscientes y otros gritando desesperados. Las puertas frente a mi se abren, ingresan una enorme cantidad de personas con trajes blancos, similares a los empleados en manejo de sustancias peligrosas. Algunos portan maletines, pero en gran mayoria traen armas, estos se separan en pequeños grupos y se acercan a las personas.
-Aquí comienza la verdadera pesadilla- susurra la voz en mi interior.
Los probablemente científicos comienzan a inyectarle cosas a las personas mediante los sueros a su lado. Instantáneamente los “experimentos” reaccionan, arrojan mordidas al aire en un estado de locura, dan gritos y forcejean con la silla al punto de romperse las muñecas con tal de intentar soltarse. El científico anota algo en su libreta, luego le hace una seña al militar acompañante, saca su arma y borra la cabeza de la víctima. Los cadáveres son retirados por otros escoltas. Prosiguen con el experimento.
Es mi hora, uno de los culpables del sufrimiento de este joven se acerca a su brazo e inyecta un liquido color violeta. Soy un espectador, no siento dolor fisico, pero ver el calvario que ha pasado, me hace sentir asqueroso, y tambien por quedarme callado cuando lo vi en la capsula, el no decir nada era muy pesado. Y pensar que soy uno de los líderes de esta masacre…
Oigo nuevamente los gritos de ira, en estado de locura de otra persona inyectada. Presto atencion a su origen, se trataba de la madre del joven. Esta esta tirando mordidas al aire y mirando a los alrededores, pero en un momento hace contacto visual conmigo, se queda totalmente quieta mirándome fijamente.