Promesa de niños

Capítulo: 8

Naomi

Los nervios se me disparan cuando Gael se acerca a mí, puedo sentir su respiración contra la mía y mis ojos van a sus labios que se acercan, avergonzada bajo la cabeza impidiendo el beso y me separo unos pasos de él. ¿Qué acaba de ocurrir? ¿Iba a besarme? Él se aleja unos pasos, yo miro a todos lados excepto a su rostro, apuesto a que mis mejillas están rojas, pero el momento es demasiado incómodo.

—Perdón —dice y lo miro —perdóname Naomi

—Descuida

—No sé que pasó —y yo menos, ambos nos quedamos mirándonos a los ojos hasta que él suspira

—Deberías irte —pido pero niega

—Quiero verte pintar —¿por qué quiere eso? No lo entiendo

—Gael lo que acaba de ocurrir ha sido incómodo y

—No ha ocurrido nada Naomi —me interrumpe mirando mis ojos —ya pedí perdón, olvidemos eso, me quedaré aquí a ver cómo pintas y siempre que vengas quiero estar

—¿Por qué? 

—Porque no quieres que le diga a Thomas que pintas a escondidas —su chantaje es bajo y enarco una ceja

—¿Lo harías?

—No lo dudes —sonrío sabiendo que miente, el ruido de su teléfono hace que él deje de mirarme para mirar este, estoy lo suficientemente cerca para ver quién llama, hay un rostro de una chica en la pantalla y un nombre de mujer, el cuelga la llamada y me mira.

—¿Tu novia? —cuestiono con una sonrisa, pero el que no diga nada responde mi pregunta y poco a poco mi sonrisa se borra, ¿por qué me molesta tanto?

—¿Cuándo comienzas? —Gael va hacia una silla y toma asiento, no quiere hablar de su novia y yo tampoco quiero que lo haga, por lo que en silencio comienzo a hacer lo que quiero desde hace días, pintar.

—Me contaste que estuviste en un orfanato —su voz me tensa un poco —¿qué hiciste cuando saliste de este? 

—Buscar trabajo

—¿Y encontraste alguno rápido? —respiro hondo, ya no pinto nada en específico y estoy con la mirada perdida en la pared de enfrente recordando el pasado.

—No, claro que no, no tenía estudios, solo tenía 18 años, pasé días en la calle, pasaba hambre, enfermaba y tuve muchas veces que robar, hasta que un día un hombre me dio trabajo —me callo, no queriendo recordar esos momentos de mi vida

—¿Trabajo de qué?

—Mesera en un bar —me alejo del cuadro viendo que lo he echado a perder —trabajaba día y noche sin descanso.

—¿Y qué pasó? —miro a Gael, él parece interesado, pero yo no quiero hablar de eso, menos decirle que la mitad de lo que ganaba ahí lo usaba para encontrar a ese amigo que se separó de mí en el orfanato, al final, perdí el dinero, me estafaron y nunca lo encontré, viví un infierno para nada.

—Conocí a Thomas —respondo su pregunta ignorando los detalles —quedé embarazada de este y nos casamos, el resto es historia —trato de sonreír.

—¿Eres feliz con mi hermano Naomi? —su pregunta me descoloca, pero no quiero problemas, aunque me encantaría estallar y decirle toda la verdad, todo por lo que he tenido que pasar, vuelvo a sonreír mirando sus ojos.

—Sí, muy feliz —Gael se pone de pie —es mi esposo y tenemos dos pequeños maravillosos a los que amamos y ahora viviremos juntos —él asiente.

—Bueno —sonríe algo incómodo —debo irme, espero me invites cuando vuelvas a pintar —agrega para luego caminar apresurado hacia la salida, yo tomo aire y me siento intentando calmar mi respiración y también intentando dejar de pensar en el pasado.

Con pesar entro a la habitación, ya me he duchado en la habitación que Fernanda preparó para mí y espero que Thomas no sienta ningún olor ni que sospeche algo, me tenso cuando él me mira, pero no deja de trabajar en su laptop, por lo que solo comienzo a preparar la cama para dormir

—¿En dónde estabas? —pregunta sin mirarme

—Con tu hermana, me enseñaba fotos de vestidos, aún no sabe cuál elegir —no miento del todo y lo miro —¿y tú?

—Trabajando, ¿qué no ves? —aprieto mis dientes

—Iré a ver a los gemelos y

—No —detengo mis pasos cuando habla —quédate aquí

—Les dije que les leería un cuento

—Ya son grandes para eso Naomi

—Tienen cinco años —él me mira y cierra la laptop

—Mañana los llevaré a la empresa —niego, pero se acerca a mí —quiero que comiencen a ver los temas de esta, les enseñaré todo porque un día serán los dueños

—Son niños Thomas y están aquí de vacaciones no para dar clases y menos de algo que no entienden

—La que no entiende de nada eres tú —masculla acorralándome contra la puerta —no quiero que mis hijos sean unos don nadie como su madre —él coloca una mano en mi cuello

—Ellos

—Aprenderán a ser como yo —intento negar, pero es imposible porque su agarre se hace más fuerte, son niños y los quiero lejos de Thomas, sé como este es y si hacen algo mal les puede pegar o maltratar y eso no puedo permitirlo, Thomas me suelta y comienzo a toser —quiero que mañana vayas de compras con Fernanda —no lo miro —elige un bonito vestido, habrá una cena de negocios y debes ir conmigo, necesito que estés presentable Naomi y no que parezcas una pobretona, ¿te quedó claro? —asiento —me daré una ducha, cuando salga quiero que estés preparada para mí

—¿Cómo? 

—Desnuda —lo miro mientras ríe —eres tonta —él niega con la cabeza —de tu trato de hoy depende mi trato con los gemelos mañana, esmérate —él se aleja hacia el baño y me siento sobre la cama, aprieto mis ojos evitando que las lágrimas salgan, debo buscar una solución pronto, no puedo seguir aquí, pero hay muchas cosas en mi contra, Thomas tiene mucho contra mí, su familia jamás me dará la razón aunque puede que Gael si, quizás es él la solución que necesito aunque lo veo más como un problema, la atracción que siento hacia él es muy fuerte, no creo que acercarme a este sea algo bueno.



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En el texto hay: pasado, niños, amor

Editado: 01.11.2024

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