La pasión más intensa se oculta detrás del silencio más profundo.
Kelly
Sentí como la sangre que corría por mis venas ardía como si de fuego puro se tratase. Las uñas de mis manos se enterraban bajo mis puños con fuerza... y todo por su acusación.
Si tu fueras el ¿No hubieras pensado lo mismo? Algo dijo dentro de mi mente.
Intento calmarme.
Y lo de leer la mente, él no lo había hecho ¿Verdad?
-Entonces quieres decirme que... aquella mañana estuviste sola con él, y no dijiste nada. - Dijo después de que le contara lo que sucedió aquella mañana antes de caer enferma y la noche en que me recuperé milagrosamente. Su mano ya no sangraba, se había curado en cuestión de minutos. Cosas de lobos, supongo.- Sola. Con. Él.
Parece histérico, camina dando círculos con las manos en la cabeza. Por alguna razón que no se, me siento culpable por su estado.
-Ocurrieron cosas después de que desperté- Digo, refiriéndome a lo de Johan, Irene, su familia... - No encontré el momento adecuado.
Se detuvo rápidamente.- Si Caleb sabe sobre ti, si él sabe que eres mi Luna...no descansará hasta terminar lo que sea que esté planeando. - Se me acercó y me tomó por sorpresa cuando sostuvo mi rostro entre sus manos. - Eres mi talón de Aquiles, Kelly, si él te hace daño...
-Estás exagerando.- murmuro apartando sus manos de mi rostro.
-No, no lo hago.- Lo dijo con tanta seriedad, que una parte de mi le creyó.- Debo irme.- Stephen caminó a pasos rápidos hacia la puerta, pero se detuvo antes de que lo perdiera de vista.-Kelly...lo siento.
Le miro confundida, a su mirada sincera, y lo comprendí sin necesidad de palabras.
-Si yo hubiese estado en tu lugar, habría pensado lo mismo. Pero sigo sin comprender como llegó esa carta allí.
-Traidores Kelly, tenemos traidores en nuestra manada. - Apretó la mandíbula.- No confíes en nadie, no hasta que encontremos quien nos traiciona.
-Nunca lo hago. - Dije segura. El asintió y salió por la puerta llevándose la carta consigo.
Con un suspiro me acerco a la ventana y tomo la rosa arrugada tirada en el suelo. ¿Es que los problemas aquí nunca acaban? Tiro la rosa por la ventana.
Luces del atardecer impactan sobre mi rostro, la lluvia había dejado de caer y se podía apreciar el olor a humedad. Las aves rondaban alrededor como siempre, pero el sonido de sus silbidos ya no son tan molestos.
Recuerdo los efectos que las tormentas producen en mí, los momentos completamente sola en aquel oscuro y viejo orfanato; el susurrar del viento, las sombras de las ramas...y la voz que me gritaba, que me torturaba diciendo que estaba sola en el mundo, que todos me habían abandonado...
Y Stephen... ¡durmió conmigo! En la misma cama. Si alguien hubiese entrado por la puerta y nos hubiera visto habría pensado que...
Aparto esos recuerdos de mi mente. De pronto siento que una luz blanca se enciende iluminando la habitación que antes estaba en penumbras. La electricidad por fin volvió.
Entonces algo a lo lejos captó mi atención, era Stephen junto a dos hombres corpulentos y vestidos de negro.
- No quiero que alejen sus traseros de aquí ¿Entendido?-Escuché que les decía con autoridad. Estos asintieron y se posicionaron alrededor de la ventana de mi habitación, ambos en guardia.
Stephen se alejó de la ventana, sin mirar en mi dirección, alejándose de mi vista.
Lo que me faltaba ¿Acaso quiere convertirme en la princesa Rapunzel encerrada en la torre? Si, el chico sólo se preocupa por mí, pero eso no significa que solo porque presenció un momento de debilidad en mí me trate como tal. Porque ¿Qué sigue después de esto? ¿Hombres intimidantes siguiéndome a todas partes? ¿Custodiando delante de la puerta de mi habitación? No lo soportaría.
Salgo con pasos apresurados de mi habitación. Cuando llego a la sala esperaba encontrarme con algún miembro de la familia Grey, pero el lugar está en completo silencio.
Camino hacia la puerta principal, pero alguien me detiene.
-Kelly ¿A dónde vas?- Me sobresalto. Es Bruno, quien alza la cabeza desde detrás de uno de los sofás del salón.
-¿Dónde están todos? ¿Y Stephen? - Si él trabaja con algo que tiene relación conmigo, que ni se crea que me quedaré sentada de brazos cruzados sin hacer nada.
-Stephen está... con unos asuntos.- se levantó del sofá y caminó hacia mí con una mochila negra colgada a su espalda.- Y los demás están en fase.
-¿Fase?- Pregunto confundida. Él se detiene un momento para observarse en un espejo que hay en el pasillo del salón.
-Fase, transformados en lobos... como prefieras llamarlo.- Me miró al ver la expresión de mi rostro.- No andan por los alrededores convertidos en lobo, lo hacen en el bosque. Tú y yo algún día también lo haremos.
-¿Aún no te has transformado a lobo?
-No puedo, nadie puede. No hasta los dieciocho. - Respondió a mi pregunta antes de que la formulara.- Tengo dieciséis.
Asiento; entonces recuerdo algo.- ¿Los lobos pueden leer la mente?
Él se hizo el sorprendido, aunque no lo parecía para nada. - Que tontería, claro que no. Al menos que yo sepa.- Sus ojos miraron en todas partes menos en mi dirección.
-Ummm...- Asiento no muy segura. Algo me dice que está mintiendo.- Voy a buscar a Stephen.
-¡Espera!- Gritó con desesperación ¿Que se trae?- ¿Has conocido ya la biblioteca? - ¿Qué? Nadie me habló de una biblioteca... pensé que Stephen me había enseñado toda la casa.- Por tu cara deduzco que no.- Negó con la cabeza.-Stephen siempre se salta esa parte, no le gusta que nadie vaya allí ya que es como su "escondite" cuando siente que su cabeza va a estallar.
-¿Y por qué me lo dices entonces?- ¿He dicho que lo amo? A que amo leer, me refiero.
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Editado: 01.06.2020