Dicen que el pasado de una u otra manera siempre llega a uno, Monique y Ryan se enamoraron sin saber que sus padres lo habían hecho. Y lo peor es que sus hijos siguieron el mismo camino.
Tres generaciones marcadas por el amor y el odio que hay entre familias. Pero a diferencia de sus abuelos y sus padres, Alexander y Camille demostraran que su amor es más fuerte de lo que dice la gente, sobre que los Johnson y los Anderson tienen un capricho y no un verdadero sentimiento y que a pesar de que intenten separarlos sus corazones se dirán…
Prometo no olvidarte.
Escucho el despertador sonar, no puede ser, ¿no puedo dormir más horas? Estiro mi mano y golpeo todo hasta que llego a él, lo apago. Me voy a despertar tarde, por un día que lo haga no pasa nada. El sueño me está ganando de nuevo, pero de inmediato recuerdo que hoy es mi viaje, regreso de nuevo a California. Me levanto de inmediato, y miro la hora ¡maldita sea! no me va a dar tiempo tomar mi vuelo. Corro hacia el baño quitándome la bata de dormir, ayer se me olvido por completo cambiar la hora de mi despertador. ¿Cómo se me pudo pasar? Tengo una hora para llegar al aeropuerto.
Me doy un baño super rápido. Me pongo un pantalón de mezclilla, una blusa blanca con una chamarra azul y mis zapatos negros. Me cepillo el pelo y trato de hacer lo mejor que puedo. Tomo mis maletas mientras pido un taxi.
El chofer me ayuda a subir las maletas y arranca rumbo al aeropuerto. Olivia me va a matar. Al llegar al aeropuerto, bajo mis maletas y entro. Busco la sala para checar. Olivia ya está ahí, me da una mirada seria.
—Camille —suelta un largo y profundo suspiro, yo le doy la mejor sonrisa que tengo, pero sé muy bien que eso no la va a convencer—. Me hubieras dicho que pasara por ti. Sabía que no podía confiar en ti —menciona mientras pone los ojos en blanco.
Caminamos hacia la sala para checar. Se muy bien que cualquier excusa que le ponga no va a servir de mucho, así que mejor le digo la verdad.
—Perdón, se me quedaron pegadas las sabanas, vamos a checar y después por algo para desayunar, muero de hambre.
Niega y me da una mirada super seria, a los pocos segundos sonríe—. Está bien, vamos. Por cierto ¿ya llamaste a tus padres?
Me muerdo el labio, me va a matar cuando le diga que no vamos a llegar directo New York, sino a la hacienda de mis padres, en California.
—Mia, no me mates. No vamos ir a New York, primero vamos a la hacienda de mis padres, en California.
—Camille… —dejamos de caminar y me da una mirada reprobatoria— no quieres llegar porque sabes muy bien que sería el anuncio de tu compromiso con James ¿cierto?
—Si, no sé, algo me impide estar con él.
—Sabes que te acompaño en tus aventuras porque eres mi cuñada y lo más que quiero es verte feliz —me da una sonrisa y yo asiento—. Tal vez lo que te hace falta es conocer a un hombre que te haga temblar con solo mirarte, que te haga sentir como nadie más lo ha hecho, que sus besos te quemen, pero a la vez te lleven al cielo. Que sientas que con el lo tienes todo. En verdad nunca entendí porque decidiste aceptar que eran novios.
—Pero con James.
Olivia pone los ojos en blanco—. A James le tienes cariño porque desde niños crecieron juntos, además tu papá siempre te metió en la cabeza que su fortuna de el y la tuya tenían que estar juntos, pero tú sabes muy bien que no es así. Si lo vas aceptar es porque en verdad lo amas, no porque tu padre te diga que lo tienes que hacer. No cometas el mismo error que tu hermano Daniel.
Suspiro, Olivia tiene tanta razón. Daniel se casó con Valeria porque para mi padre era un buen negocio hacer crecer ambas fortunas. Con Brandon ha sido todo lo contrario porque el siempre ha impuesto su voluntad, además de que Olivia y el están realmente enamorados.
—Cami, antes de que aceptes dile que lleven despacio las cosas. Que quieres disfrutar tu maestría por la que te preparaste mucho, él debe de entender y que la boda puede esperar un poco más.
—Tienes razón. A lo mejor en ese lapso conozco a alguien…
—Y te enamoras en verdad —me da una sonrisa. Tal vez así sea, necesito tiempo y si no conozco a nadie me caso con James.
Le doy una sonrisa y seguimos caminando, algo me dice que este viaje va a cambiar mi vida por completo. Checamos y después vamos a comer algo, mi madre me envía mensaje, pero no le contesto, lo hare cuando este en California. Terminamos de comer y compramos unas cosas de recuerdo, me acostumbre este año a estar aquí que ahora no me quiero ir. Anuncian nuestro vuelo, Olivia y yo nos dirigimos hacia el área de abordar. Miro por ultima vez Londres, es otoño y la tarde empieza a caer, suspiro. Tal vez no me quiero ir porque me voy a enfrentar a la realidad de casarme con un hombre que lo quiero peor no lo amo.
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Los empleados dejan mis maletas en mi recámara, suspiro, hace apenas una hora que llegamos. Miro por la ventana todo el campo, los viñedos, las caballerizas. Sonrió. Esta es la vida que necesito, decido ir a montar, así que me preparo.
Cabalgo lentamente, observo maravillada todo lo que hay a mi alrededor, sin duda la hacienda ha cambiado mucho. Recuerdo muchas aventuras cuando era pequeña. Las historias que mi madre me contaba que hacía con mi abuelo. Lamentablemente no conocí a mi abuelo Carlos, el murió cuando mi madre tenía solo 20 años, desde ese entonces mi padre se tuvo que hacer cargo, ya que era el prometido de mi mamá y no había quien se hiciera cargo de los viñedos y la hacienda.