El desconsolado de Nanashi yacía llorando dramáticamente en la lápida de un difunto cualquiera en lo más profundo del cementerio de Whippersnapper Town. Sus lágrimas sanguíneas, junto con sus desgarradores gritos (o quizá solo fueron los gritos…), llamaron la atención de las almas perturbadas del sitio. Cualquiera pensaría que un cementerio es como un vecindario bien habitado, sin embargo, es de los sitios más desérticos de espíritus. Fue callado de manera cruel, pues le arrojaron el cráneo de un chivo.
—¿Por qué tanto ruido?!
Gritó el espectro de un anciano decrépito que descansaba en la lápida de atrás.
Nanashi paró de llorar al instante en el que el cráneo atravesó su espalda y golpeó con fuerza el nombre del difunto a quien le pertenecía la tumba. El anciano muerto se acercó al muchacho y no tardó más de un cuarto de segundo en reconocer el estado de Nanashi.
—¿Qué haces llorándole a alguien que está en el mismo estado que tú?
—Sí, claro… el sujeto al que le pertenece esta lápida podrá estar en el mismo estado que yo, físicamente si es que se puede llamar así, pero no emocionalmente… ¡Además! No estoy llorándole a este tipo.
—¿Entonces a quién? ¿Lloras tu muerte? ¿Dejaste a alguien?
—¡Ojalá supiera el motivo de mi muerte! —lloriqueó Nanashi —Ojalá el motivo de mi muerte fuera tan miserable y devastador para que me hiciera llorar así o peor que ahora mismo…
El espectro del anciano suspiró de forma pesada y alzó una ceja. Se mantuvo en silencio, un silencio que por sí solo decía algo como “¿Y qué estás esperando para decírmelo?”; Nanashi comprendió demasiado pronto esa indirecta o quizá ni siquiera le pasó por la cabeza esa pregunta, tal vez solo le respondería para desahogarse.
—Hay un chico vivo que me gusta desde hace muchos años, pero él ni siquiera se molesta en notar mis sentimientos… nosotros dos hemos vivido intimidades y a pesar de ello, él dice que todo eso solo fue un juego, ¿no es absurdo? Al parecer todos esos besos y caricias, y recuerdos que formamos juntos, son más insignificantes que los pensamientos que uno tiene antes de dormir y que desaparecen por la mañana… aunque es tonto que diga eso, no podemos dormir estando muertos… ¡Y es ese el problema! El problema más grande para él es que yo estoy muerto y luego le molesta que sea un chico. A parte, siempre hay todo tipo de gente a su alrededor y que quiere dañarlo, quiero protegerlo, pero el estúpido Hansen se enfada.
—Basta.
—¿Qué?
—Cállate, no sigas.
Nanashi infló sus mejillas y frunció las cejas. Estando a punto de maldecir al espectro del anciano, el hombre carraspeó.
—Los homosexuales son todo un caso y tú no te salvas. Eres de los peores y no porque ames a un vivo, sino por tu actitud. Se nota que el tipo del que me estás hablando está cansado de que lo trates como si fuera un objeto o algo así parecido por el estilo. ¿Así te educaron tus padres con respecto al amor? Estás mal y él también, por haberse dejado todo este tiempo y nunca habértelo comunicado. Quizá se hartó de ti y usó todo lo que reprimió como excusa para terminarte.
Créeme que no me gusta escuchar acerca del romance, sobre todo cuando se trata de dos personas del mismo sexo, eso es tan repugnante que eso mismo me llevó a la tumba y lo hubiera hecho otra vez, de la misma forma, en un infarto, si tan solo me hubiera quedado a escuchar las primeras seis palabras que salieron de tu indecente boca y estuviera vivo, pero no… quiero aprender de mis errores para poder dejar este mugriento cementerio lo más pronto posible.
Ya estás grandecito para hacer berrinches en este lugar, en vez de estar arreglando las cosas con tu novio, vienes y te quejas conmigo. Si hubiera sido otro espectro, apuesto a que por más que te dijera que te detuvieras, ¡no lo habrías hecho! Porque solo escuchas e interpretas lo que quieres o lo que te conviene. ¿Acaso te has preguntado si lo que escuchaste de él lo malinterpretaste o no?
—Pues no…
Nanashi deseaba con todas sus fuerzas que un abrumador silencio se creara en la atmosfera, sin embargo, el anciano continuó sermoneándolo como si fuesen conocidos de hace años. Por cada frase que salía de su boca, el muchacho se ponía cada vez más mal y de cierta forma, de su pecho nacía la desesperada necesidad de arreglar las cosas con Hansen, de no esperar más y volver a tener todo como el día de ayer, pero ¿por dónde empezar? ¿A dónde ir? ¿Hansen querría verlo otra vez o no? No era demasiado tarde para preguntarse todas esas cosas, no aún.
Abrazó al anciano. Esperaba con toda seguridad que el espectro del viejo lo empujara y lo insultara, no obstante, fue todo lo contrario; fue abrazado con fuerza (si es que se puede llamar así), acompañado de una disculpa en forma de murmullo y dirigida para alguien llamado Matt. Cuando Nanashi abrió los ojos, el anciano habría desaparecido desde hacía poco. Las ganas de corregir ese nombre y poner el suyo, acariciaron sus helados labios y se derritieron. A pesar de haber sido una conversación dura, lo había reconfortado y apenado por su actitud, sin embargo, no era momento de quedarse a reflexionar profundamente la situación; salió disparado del cementerio, atravesó paredes y personas a las que les provocó terribles escalofríos y cuando volvió a controlar sus pensamientos, se percató que solo levitaba sin rumbo fijo y en vano. Al detenerse, observó su entorno. Su hogar no quedaba del todo lejos, así que fue hasta allá. La única persona que estaba en casa fue la señorita Elizabeth y preguntarle acerca de dónde podía estar el chico del cual gustaba, fue lo primero que se le ocurrió, pero ¿cómo? Lo primero que intentó Nanashi fue hablarle por su nombre y falló; después trató de hablar en código morse, no obstante, apenas y sabía la A; tiró algunas ollas, movió cucharas y también azotó los cajones, y lo que logró fue alarmar a Elizabeth. La mujer de cabellos dorados corrió despavorida hacia su habitación y el espectro la siguió con irritación. Mientras ella rezaba, él aprovechó para escribir en la ventana empañada quién era y lo que quería; el chirrido que su dedo índice provocaba al tocar la ventana, llamó de inmediato la atención de Elizabeth y más tranquila, se acercó a la ventana.
Editado: 02.05.2022