Prometo recordarte

Suspiros con olor a cenizas

El espectro femenino y Nanashi conversaron un corto período; lo que cabe decir acerca de su plática, es que en efecto: era el espectro de Petra, pero no es que estuviera muerta todavía, no señor. Su espíritu abandonó su cuerpo, como generalmente solía hacerlo, casi todo el tiempo. Aparentemente estaba diagnosticada con narcolepsia, pero ella estaba completamente segura que no era eso, ya que conocía a alguien que sufría de eso.

Las sospechas de si el sujeto con el que Hansen bailaba era o no el culpable de la desaparición de Petra, fueron confirmadas sin duda alguna. Su cuerpo estaba en casa de ese hombre, junto con el de otras mujeres que no eran del pueblo.

Para cuando las canciones de la discoteca se volvieron más tranquilas, el muchacho y Hansen se alejaron de la multitud, tanto así que salieron del establecimiento por la puerta trasera. El hombre no pudo evitar besar al huérfano, no obstante, este lo apartó con un empujón en el pecho.

—Vamos, nena… sé que estás loca por mí, tus ojos lo decían todo allá adentro. No hay nadie que no pueda conmigo.

—Estás malinterpretando todo. No puedo enloquecerme por alguien a quien acabo de conocer y de quien no sé su nombre.

—El nombre no importa cuando se habla de amor.

La cintura de Hansen fue rodeada por los masculinos brazos cubiertos por las mangas violeta de la camisa del sujeto y lo apegó, posteriormente ladeó la cabeza y besó con desesperación su cuello. Hansen apartó sus manos y sus muñecas fueron tomadas en el acto, llevado contra una pared.

—No vuelvas las cosas más difíciles de lo que ya lo estás haciendo.

—Deja de tocarme, es incómodo.

El joven soltó las muñecas del huérfano, suspiró de mal humor y le ofreció su espalda. Creyendo que todo había acabado ahí, un instante después, sujetó la cabeza de Hansen, azotándola contra la pared, dejándolo inconsciente y con una herida sobre su cabeza.

Para cuando Nanashi y Petra abandonaron el local por la misma puerta que Hansen y el muchacho, lograron percatarse que el huérfano fue subido a un auto de color negro. No lo pensaron dos veces y también subieron. Hansen no hubiera despertado a mitad del camino si tan solo Nanashi no hubiera poseído su cuerpo un par de veces. Aturdido por el golpe y la sangre que salía de su cabeza, fingió seguir en el mismo estado, hasta que llegaron a una residencia fuera de Whippersnapper Town, que parecía pertenecerle a una familia de clase media y que, sin embargo, le pertenecía únicamente al criminal. Luego de que fue bajado del auto, siendo cargado cual princesa y encerrado como mundano animal en un sótano, dejó la actuación de lado. Petra volvió a su cuerpo. La luz de la luna que entraba con dificultades por una diminuta ventanilla rectangular atravesó el cuerpo de Nanashi.

Gemidos femeninos se escucharon dentro del lugar y Hansen se percató de la presencia de otras tres mujeres más (además de Petra).

—Qué… Qué demonios… —murmuró Hansen.

Se acercó a una de las mujeres y descubrió su boca, esta, entre lágrimas, imploró por ayuda. Hansen hizo el intento de tranquilizarla, pero fue en vano. Tras descubrir la boca de la segunda mujer, que también estaba alarmada, pero no tanto como la anterior, logró comprender más o menos el panorama. El chico se hacía llamar Michael, decía que tenía 20 años y que tenía un trabajo estable en las afueras del pueblo, que le gustaba pasar sus noches libres de tareas, en los antros. Un perfecto seductor de mujeres jóvenes que buscaban el amor verdadero o diversión por una noche. La explicación fue tan breve por la intromisión de Michael al cuarto, quien ahora traía en sus manos una cuerda y una vara de metal y se aproximó al huérfano.

—Mira, linda… si coperas…

—Deja de llamarme “linda” —interrumpió Hansen, aclarando su garganta—, soy un chico. ¿Es que no lo has notado?

“Estás arrestado”, habrían sido las palabras que le hubieran encantado mencionar, no obstante, a su mente vino el rostro de Myers diciendo “¡No puedes arrestar o hacer la labor de un patrullero, siendo tú un detective!” y sus planes se fueron por la borda, porque ni siquiera estaba napoleón.

La garrafal equivocación de género que tenía Michael sobre Hansen, lo hicieron enfurecer al punto en que soltó un golpe con la vara de metal contra la cabeza de él y que fue esquivado con éxito, pero las cosas no se detuvieron ahí. Tras intentar correr hacia las escaleras, el criminal corrió tras él, arrojando uno de los vasos de vidrio contra las piernas del detective; unas cortadas profundas sobre sus pantorrillas, llenas de vidrios, no le impidieron seguir adelante, a pesar de que el golpe en la cabeza y eso, lo hacían avanzar con torpeza. Creyendo que se había librado de la situación con tan solo haber llegado a la puerta principal, Michael volvió a dejarlo inconsciente con un golpe en el mismo sitio.

Para cuando despertó, estaba atado con las demás mujeres y con la boca cubierta. El espectro de Petra lo descubrió

—¿Dónde está Nanashi? —arrastró la voz.

—Está en la esquina. Tiene problemas para controlar sus pensamientos, así que entró en shock desde hace un buen rato y no ha dejado de murmurar cosas sin sentido…

Hansen suspiró.

—¿Quieres desamarrarme? Trataré de hablar con él.



#2509 en Detective
#12602 en Fantasía
#4768 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: boyxboy, drama, lgbt

Editado: 02.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.