— Jane, ¿vendrás a jugar?
— Voy en camino...
(...)
Ese sueño es constante cada vez que duermo, después de todo así comenzó y era algo que inevitablemente no podía dejar de soñar. A mis 15 años, mi vida era algo que se puede decir normal, bueno, o al menos para mí… pero hay cosas que dejo pasar por alto aunque me hicieran falta. No soy la típica chica popular, ni tampoco la típica chica nerd; yo soy la típica chica normal que se queja de sí misma por no hacer las cosas bien, así es, soy tan perfeccionista que no me gusta que una sola cosa esté fuera de lugar y eso incluye mi vestimenta, mi cabello y hasta la cosas de mi casa. Es algo que he sacado de mi padre y debo decir que estoy agradecida por eso.
No soy de las personas a las que le importaran las opiniones de la gente, pero antes si me afectaba por algún extraño motivo.Ya es de mañana y es un nuevo día, la alarma no deja de sonar y eso hizo que me comience un leve dolor de cabeza. Me quejé debido a esto, haciendo que me levante de mala gana, sin importarme como vistiera. Es mi casa así que me levantaría de la forma que quisiera, no me importó cambiar mi pijama de puntos rojos y una camisa larga que me llegaba por debajo de mis caderas. Mi cabello parece como un nido de pájaros, solo paso mi mano por este y salgo de la habitación con la mayor pesadez.
— ¡Mamá! ¿Estás aquí?— Pregunto mientras me acerco a su habitación para tocar tres veces, pero nunca contestó.
—¡En la cocina Jane!— Grita mi madre, me sorprende escuchar su voz en la planta baja.
Me giro para ver el gran reloj en una de las paredes del pasillo, recién son las 6:00 de la mañana y yo tengo que arreglarme para ir a la preparatoria. No bajo a la cocina, en cambio, decido darme una ducha. En serio apesto.
— ¡Mamá me daré una ducha!— No escucho nada de ella, así que vuelvo a entrar a mi habitación para tomar unas toallas y meterme al baño.
Me muero de sueño, juro que casi me duermo en la ducha pero… ¿quién me manda dormirme a las 2 de la mañana viendo series? De verdad, nada me saca de eso, ni siquiera Kimi. Kimi es mi mascota, una chihuahua de 5 meses de pelaje miel y ojos café oscuro. Es tan tierna que me es inevitable no molestarla, ¿cruel? ¡No!, era parte de la faceta de la dueña y la mascota para ella. Aún así, se que ella me quiere, lo noto cada vez que llego a casa después no verme en las vacaciones o cuando me voy cada fin de semana.
— Jane, tu uniforme está en la cama— Dijo mi madre entrando a mi habitación, se acerca al baño y toca la puerta.
—Gracias Ma.
Salgo de la ducha enredando la toalla en mi cuerpo y otra en mi cabello, para que secara mucho más rápido. Miro el espejo que está en el baño y quito con la palma de mi mano lo empañado de este, para así poder mirarme. Sonrio levemente y suelto un leve suspiro, ya es lunes y es el primer día de ingreso a la preparatoria, por una parte quería que llegara y por otra no. No puedo creer que ya había dado un gran paso entrando a otra nueva cosa para mi (lo cual me intimidaba), no soy fanática de las cosas nuevas y eso me abruma. No se a veces que hacer o como actuar correctamente, tengo miedo de caer nuevamente y sentirme inútil.
Cuando acuerdo ya estoy vestida con el uniforme, esa playera de polo con el logo de la preparatoria en mi pecho derecho; más una falda un dedo arriba de la rodilla color gris oscuro, unas calcetas blancas largas y unos tenis negros. La verdad no recuerdo haber salido del baño pero, qué más da, ya estoy lista. Mi cabello está húmedo, aún tengo tiempo, así que tomo la secadora y comienzo a alborotar mi cabello. No debieron pasar ni 15 minutos cuando ya estaba listo, lo dejo suelto. Tomo mi maquillaje y me di una leve pasada, ahora sí, definitivamente estoy lista.
— ¡Jane, vamos!, ¿Estás lista? —Mi madre toca mi puerta, tomo mi mochila y mi célular, que está arriba de mi cama.
— Si ya voy. —Salgo rápidamente para ver a mi madre que me mira incrédula—. ¿Me veo mal?— Pregunto extrañada. Ella niega con unas leves lágrimas.
—Te vez preciosa—No pude evitar soltar un suspiro y negar al escuchar las palabras de mi madre.
—Mamá es solo mi uniforme, no tiene nada de especial— Ella me mira con un leve puchero colocando sus manos en sus caderas. Ella es joven, aunque siempre me contradice en eso, pero aún así la amo.
— Eso dices tú.
Sonríe burlona, haciendo que vuelva a negar y riera junto a ella mientras bajamos a la planta baja.
—Sube al auto, ya te alcanzo— Exclama desde la puerta.
Asiento y obedezco. Saco mí celular y ya son las 6:50, me alarmo, ya voy algo tarde y no quería ser impuntual mi primer día. Y, para colmo, no se donde es él salón, la preparatoria es tan grande que estoy segura que puedo perderme en ella. Al minuto mi madre sube al auto.
— Vamos tarde— anuncio.
Ella niega frenética mientras murmura <<hoy no, no, no>>. Rio en bajo por la faceta de niña pequeña que ella hace. Solo siento como me doy un golpe en el codo gracias a que ella aceleró para no llegar tarde, ahora entiendo sus murmuros.