ETHAN
Todo sucede demasiado rápido.
El estruendo de la explosión zumba en mis oídos, mientras el calor abrasador del fuego me golpea como un látigo en el rostro. Caigo al suelo cubriendo el cuerpo de Mia con el mío. El pitido agudo e incesante en mis oídos me deja mareado, aturdido e indefenso. Un licántropo depende de su oído para anticipar las amenazadas. Sin él, somos un blanco fácil.
Abro los ojos y tengo que parpadear varias veces para poder ver nítidamente. Mia cubre su cabeza con sus manos debajo de mí, su corazón está acelerado y su respiración irregular. Puedo oler el miedo en ella.
Miro a mi alrededor. Anna y Elena también cubren sus cabezas a nuestro lado mientras Hillary sostiene un campo de protección sobre nosotros para evitar que alguna parte del auto de Anna nos caiga encima.
—¿Todas están bien? —pregunto. Mi voz se escucha como un eco, pero todas asienten como respuesta. Bajo mi mirada a Mia. —¿Mia?
—S-sí, l-lo estoy. —responde con la voz temblorosa. Eleva su mirada hacia mí y veo el alivio cruzar por su mirada al inspeccionarme y no encontrar ninguna herida. ¿En serio se preocupa por mí a pesar de que este ataque es porque la buscan a ella? —¿Cómo vamos a escapar?
Me relamo los labios pensando lo mismo.
Hillary es poderosa, pero su campo no va a durar todo el tiempo. Crear campos de protección la agotan demasiado rápido. La necesito fuerte para que proteja a Mia mientras las rubias y yo nos encargamos de eliminar a los vampiros.
Pongo mi atención en nuestros enemigos. Hay cuatros vampiros acercándose por la carretera y tres más se unen al vampiro del minimarket. Ocho vampiros en total. Una de ellas tiene bolas de fuego en sus manos y asumo que fue ella quien ocasionó la explosión. ¿Es la única con poderes de su grupo?
—¡You, bitch! ¡Voy a descuartizarte y te utilizaré para hacer parrilla! —exclama Anna. Su rostro está rojo, sus fosas nasales se han ensanchado y sus ojos lucen asesinos.
Decir que está molesta es poco. Su auto era lo más preciado para ella y lo va a vengar con colmillos y garras.
—Dennos a la chica y los dejaremos en paz. —habla un hombre mayor al lado de la mujer de fuego. Su voz es serena, pero puedo percibir la advertencia en sus palabras. —No hay razón para hacer esto más difícil.
—Que te den por el culo, estúpido cadáver andante —espeta Anna.
—Deja de insultar. Los vas a provocar más —se queja Elena.
—Me vale una mierda. Quemaron mi puto auto.
Comparto una mirada con Hillary. Ella sabe qué estoy pensando sin tener que decírselo. Después de todo, fue mi primera beta antes de Aiden. Su capacidad para crear estrategias con la mente fría siempre me ha sido de gran utilidad. Además, está el hecho de que al ser una bruja podemos enfrentarnos equilibradamente a estos vampiros.
—Mia, escúchame. —tomo el rostro de Mia en mis manos, haciendo que me mire. Su mirada es de horror, pero hace un esfuerzo para lucir más tranquila. —No dejaré que te lleven ¿de acuerdo? No lo permitiré.
—Me parece que ya tomaron una decisión. —dice el líder chasqueando la lengua— Qué lamentable.
—No te sueltes de mí y haz lo que te diga ¿de acuerdo? —ignoro al hombre para enfocarme en mi chica. Debo transmitirle seguridad y que tengo un plan para sacarnos de esta situación. —¿Confías en mí?
Asiente frenética.
—Si.
Su respuesta aumenta mi determinación. Beso su frente uniendo nuestras manos.
—¿Lista, Hillary? — pregunto.
—Cuando usted diga, jefe.
Asiento y miro a las dos rubias que asienten listas.
—¡Ahora!
En un parpadeo, Hillary desactiva el campo de protección. Con un movimiento veloz, cruza los brazos frente a su pecho y luego los estira lado a lado, y una onda de energía se dispara hasta alcanzar el otro lado de la carretera.
El impacto es inmediato y poderoso. Algunas partes de la estructura de la gasolinera ceden, los árboles se sacuden y los vampiros son derribados, cayendo inconscientes al suelo. Mis ojos se fijan particularmente en la vampira con poderes; el fuego en sus manos ha desaparecido. El tiempo parece haberse detenido, pero la adrenalina recorre cada fibra de mi ser recordándome que debemos movernos.
—Tenemos menos de un minuto de ventaja. ¡Rápido! —apremia Hillary corriendo hacia su moto. Elena imita su acción y yo tomo la mano de Mia para correr hacia mi auto.
—Voy a matar a esa perra. —masculla Anna acercándose a la vampiresa inconsciente, sacando sus garras.
—¡Anna, no! —exclamo.
—¡Nunca dejas que me divierta! —gruñe molesta. Le lanza una mirada de odio antes de correr detrás de nosotros.
Me detengo al llegar al auto con Mia. Son ocho vampiros contra cuatro licántropos, pero la verdad es que, solo serían tres. Porque no estaré concentrado para pelear por estar al pendiente de que ningún vampiro se acerque a Mia. Debo alejarlos de ella. Sé que había dicho que debíamos permanecer juntos, pero lo mejor es separarnos, crear una distracción para que llegue a salvo a New Mystery. Aprieto los labios, decidido.
—Ethan, ¿Qué pasa? Debemos irnos. —me apura Mia, volteando a ver si los vampiros están despertando.
—¡Ethan, cuarenta segundos! —grita Hillary.
Observo mi auto. Las lunas son polarizadas y el vehículo es blindado, pero no será suficiente. Van a seguirnos porque han escuchado lo suficiente para saber que ella iría conmigo, pero en cuanto detecten que no están, se alejarán. Debo hacer que su olor se mantenga en mi auto. Respiro hondo y llamo a Anna, quien se acerca a nosotros corriendo.
—Cambien de chaquetas, ahora. —ordeno, con mi voz tensa.
—¿Por qué? —pregunta Mia.
—Solo hazlo, Mia.
Me lanza una mirada confusa, pero obedece. Se quita su chaqueta y la intercambia con Anna, quien es más veloz para ponérsela. Para cuando ambas han terminado, Hillary está deteniendo su moto al lado nuestro.
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Editado: 29.11.2024