Las ciudades grandes ocultan muchos secretos entre ellos lo que pasa en cada hogar, en cada oficina, en cada mente, y también lo que se puede ocultar en un bote de basura, nuestra protagonista está escondiendo lo que son los restos de su perro, asesinado por su padre en una noche donde el alcohol lo consumía y el enojo se hacía notar, ella hubiera deseado que la golpeara a ella pero ahora su única compañía se había ido y solo quedaba ella.
Atormentarse por el hecho no ayudaría de nada, su padre no escucharía y tal vez ella terminaría en el hospital teniendo que dar una explicación de cómo la asaltaron o el hecho de se cayó de las escaleras, en fin, el trabajo esperaba y eso sería una buena distracción para olvidar su pena.
Llego como era de costumbre con su pelo recogido en una coleta llego a su trabajo como mesera en la cafetería, sería un día difícil ya que tendría que mostrar esa falsa sonrisa con los demás, pero sin importar que ella tenía que trabajar tal vez así se pueda ir algún día de ese horrible lugar.
-¡Sofía!- Hablo su jefe desde su oficina, todos pudieron escucharlo y sabían que era algo malo, todo siempre funciona así, el jefe abusivo quería salir siempre triunfando, ella con temor se acercó a la oficina y entonces pudo observarlo como sentado mirándola tenía esos aires de grandeza y su traje muy bien planchado y su pelo recogido hacia atrás, su escritorio no dejaba ver sus zapatos pero de seguro estaban limpios y brillosos -En que puedo ayudarlo jefe- logro hablar con un poco de timidez su jefe se había tardado en intentar acosarla de nuevo, -Me han informado que has estado un poco distraída estas semanas- dijo parándose y caminando a la puerta poniéndole seguro -Sabes que si nuestras ganancias bajan por tu culpa tendré que tomar medidas- se posiciono detrás de ella y abrazándola puso su cara en su cuello causándole un escalofrió a la pobre chica -Jefe lo lamento no volverá a pasar- dijo temblando un poco.
No sabe cuándo empezó pero si cuando todo empeoro, su jefe era de esas personas que acosaba mujeres para solo una noche y aquellas que se negaban las forzaba amenazando sabía que no había escapatoria, no esta vez.
-Jefe por favor prometo que no habrá necesidad- Se alejó y se puso en frente de el para caminar a lado y retirarse, aunque el tomo su mano con fuerza y la acorralo contra la puerta -Siempre obtengo lo que quiero y créeme que me lo darás- dijo con cierto enojo en su voz incluso para ella ya no hablaba una persona era un monstruo con piel de oveja quien estaba en frente de ella.
Un beso, un beso fue lo que sintió en sus labios, como si los dioses conspiraran en su contra ese día realmente algo estaba fallando y como era posible que su jefe en ese momento podría arrebatarle lo único que a ella le quedaba, su dignidad.
La adrenalina corría por sus venas y entonces ya no analizo la situación, tan solo actuó por instinto y entonces pudo golpearlo en la rodilla, abrir la puerta y correr a la salida para no voltear atrás y tampoco para analizar lo que pasaría después solo quería huir y no volver a ese mundo de pesadillas pero que caso tenia huir de una si llegando a casa le esperaba otra.
En ese momento de reflexión el puente que hacia cruzar a uno por la barranca se veía prometedor para poder ahogar sus penas y nunca más tener que respirar el mismo aire que esos monstruos, tal vez esa era la mejor sensación, ahogarse como se estaba ahogando en las acciones que otros hacían en contra de su persona.
-Si das otro paso podrías caerte- una voz la saco de su reflexión y a lado de ella había un muchacho de cabello oscuro un tanto rizado y con sus mejillas sonrojadas, tal vez por el frio que ella no sentía por estar corriendo lejos de sus pesadillas -Yo lo lamento- dijo avergonzada de saber que haría una escena solo por algo que ella sentía que era lo normal en su vida de desgracia y empezó a caminar hacia el final del puente con prisa, sentía que eso era lo más patético que pudo haber hecho tenía que ir a su escondite o explotaría y no sabría cómo.
El chico solo la miro de lejos con algo de curiosidad no quería incomodar alguien pero al menos ya había hecho su acción buena del día y con eso se retiró al lado contrario volteando por última vez mirando a la chica de cabello ondulado.
Sofía se sentía inútil, sabía que tendría que buscar un nuevo trabajo y no podría explicarle a su padre que había su trabajo o cómo explicaría que llego temprano, solo tenía una solución y era ir al sótano aquel lugar donde podría esconderse hasta que su papa cayera dormido y donde el refugio para su mal día podía consolarla.