Estaba al frente del espejo mirándome: ojos marrones claros, pelo ondulado color negro azabache y la piel pálida, podría decir que soy un buen partido para cualquier edad aún más con mi cuerpo ejercitado.
Melissa fue la primera en caer, no me quejo, aunque no fue tan bueno como esperaba me llevo buenos y hermosos recuerdos, claro no olvidemos de sus ojos, por cierto, aún lo tengo en un lugar donde jamás podrán encontrarlos.
Ella fue mi primera víctima.
Desde que tengo uso de razón siempre fui un niño diferente. Me gustaba como reaccionaban los animales con sus chillidos temerosos. Cuando estaba cerca fingía quererlos, claro quería intentarlo con la mascota de mi vecino.
El primer intento salió mal porque Mateo defendió a su horrible esponjoso conejo lo que no contaba fue que al siguiente día no fui a la escuela inventé una excusa tan tonta que mi madre sin rechinar acepto.
No escuche ningún ruido, entonces fui directamente a la casa de Mateo subí al cuarto y rápidamente lo vi.
Lamentablemente la madre de Mateo se encontraba. Le salude como un niño respetuoso mostrando una sonrisa angelical, gire sobre mis talones para salir de esa casa.
Estaba furioso que no me fije por donde iba solo escuche un clanc, clang sentí un dolor punzante en la parte de la cabeza luego bajo un líquido cálido empampando mi rostro a la vez ensuciando mi ropa.
En ese momento un niño normal empezaría a llorar se iría corriendo en los brazos de su mami, pero en mi caso a esa edad mi madre estaba ausente.
Siempre me pregunté ¿Por qué quiso tener un hijo si no estaba constantemente con él? Al final no tenía ninguna respuesta. Bueno así es la vida, se preguntarán ¿Dónde está mi padre? Bueno no lo conocí siempre que preguntaba solo me ignoraba, ya estaba cansado de la situación. Empecé a hurgar en las cosas de mi madre.
¿Saben que encontré?
Una foto de un hombre imponente. Pasaba cada fotografía hasta que lo vi. Él estaba en un cuarto blanco con la mirada muy fría.
La parte trasera de la fotografía estaban escritas tres palabras de puño y letra de mi madre.
«Siempre te amaré»
Con toda mi furia agarre la fotografía, lo rompí en miles de trocitos que el grito de mi madre pare de romperlos en un momento pensé que lloraría. Me equivoqué. Sentí un ardor en mi mejilla que al instante mi abuelo entro, empezaron a discutir hasta que escuché un sonido muy fuerte, sonreí para mí mismo.
─ Alejandro llegarás tarde al Instituto ─ me dijo mi madre. Una empresaria muy importante del país ahora del mundo las únicas cosas que odio es … ¡Ups! No debo adelantar nada sabrán más delante de la historia.
Por última vez me veo en el espejo.
Soy todo un galán: educado, respetuoso, amoroso, etc. Lo más divertido no conoce quien realmente soy.