Capitulo 6
5 Años antes...
Maya corría, asustada, todo en su cuerpo mostraba miedo. Un miedo cargado de llanto. Sabía que algo no estaba bien desde que Dimitri no había pasado por ella, dos días habían pasado desde la última vez de verlo y su corazón quería romperse en dos en ese momento.
Al salir de la secundaria se despidió de Marissa, su mejor amiga, la cual su padre había recogido hacia un par de minutos. Éste se había crecido a llevarla, pero Maya se negó pensando que de pronto Dimitri se aparecería en cualquier momento.
—¡Recuerda el ensayo! —gritó la morena mientras el carro salía lejos de la vista de Maya, y ella asintiendo, sintió como su cuerpo se paralizaba.
El carro de Aarón Petrova estaba estacionado a una esquina de la secundaria, el hombre se encontraba recostado en la puerta con un cigarrillo entre sus dedos, un hombre rubio de larga melena lo acompañaba y su sangre comenzó a hervir al darse cuenta que la señalaban. Cuando se detuvo a pensar, su cuerpo ya había reaccionado corriendo lo más lejos que pudo.
Mala idea, escuchó como Aarón soltaba una maldición y encendía el auto, sí, venían por ella.
Corrió por el camino más fácil, tratando de que la gente la hiciera perderse, pero era una pésima idea. Era Aarón Petrova, todo el pueblo le conocía y le temía.
El sueño que había tenido días atrás la persiguió como un León a su presa. Estaba comenzando a perder la calma, las lágrimas caían sin poder evitarlo.
Corrió hasta llegar a una calle totalmente desolada, necesitaba llegar al otro lado, donde había un poco de gente, pero una cabellera rubia se lo impidió. Se detuvo queriendo correr por el lado en donde había venido pero el carro del padre de su novio le trancó el paso. Su respiración agitada y cara repleta de lágrimas hicieron que el hombre frente a ella soltara una fuerte carcajada.
—Tranquila, muñequita. —soltó el humo que al parecer contenía, mientras Aarón Petrova se bajaba del coche. Volteó a mirarlo sin decir palabra alguna.
—Somos familia, mija. —dijo con una risa. —¿Por qué corres?
Se acercó hasta que los ojos azules la intimidaron, sus fracciones eran muy parecidas a Dimitri, pero eran totalmente desiguales, ella lo sabía.
—¿Dónde está Dimitri? —se limpió con furia las lágrimas.
Aarón sonrió, una sonrisa para nada agradable, era horrible, pensó. Como alguien podía sentirse bien intimidando a los demás, era espantoso.
Estaba muy asustada, el uniforme la hacía ver más niña de lo que era, eso le pareció curioso al hombre frente a ella, ¿Cómo su hijo fue capaz de fijarse en ella?
Estaba rodeado de mujeres tan hermosas como buenas, mujeres con cuerpos espectaculares que se rendían a él si lo quisiera, pero no, el imbécil de su hijo había puesto sus ojos en una niña malcriada, que no hacía más que manejarlo lejos de su objetivo.
Al verla, notó que su hijo a sido más ingenuo de lo que pensaba, esa chiquita no tenía ni idea de donde en realidad se estaba metiendo y él pretendía decírselo en ese momento.
—Mi hijo esta en su casa, tirándo con un par de golfas. —Carmelo rió sin gracia. —¿Dónde más debería estar? —Maya sintió su estómago revuelto. Sabía que era mentira, pero estaba preocupada, Dimitri no se perdía así como así, y él había tenido que ver con ello, estaba segura.—¿No te ha llamado? ¿Qué esperabas? Es mi hijo, un auténtico Petrova.
La joven se mordió los labios con nerviosismo, veía como el rubio no se movía de su sitio tapando completamente si quisiera escapar.
Lo que había dicho era una total mentira. Si sabía de ellos, todos lo hacian, el árbol genealógico de los Petrova en hábito de delincuencia comenzaba con su bisabuelo, que había estado en la cárcel. Varios miembros de la familia habían sido condenados por un sinfín de hechos: asalto y agresión, incendios totalmente intencionados, intento de asesinato e incluso asesinato consumado. La propiedad familiar ubicada en una zona boscosa y rocosa era como un estado independiente con sus propias leyes muy alejado del pueblo. Hacían cosas horribles, y sí sabía que se la pasaban prostitutas, pero Dimitri era diferente a todos ellos, estaba segura que algo debió de haberle pasado y comenzaba a temer por su seguridad.
—De igual manera, quiero hablar contigo. —su voz escupió odio.
—No tengo nada que hablar con usted. —dijo apretando los puños.
Aarón Petrova miró al cielo haciendo una mueca de dolor fingido.
—Me importa una mierda. —dijo luego de mirarla fijamente. —Tu papá hoy estuvo a punto de ser llevado al hospital porque accidentalmente un carro se atravesó en su paso. —el corazón de Maya se detuvo. Aarón lo disfrutó. —Tú sabes que debes de hacer para evitar que otro accidente como eso ocurra, pero esta vez puede que si hayan resultados. —levantó sus hombros con inocencia fingida. —Sólo digo. Carmelo deja que la niña se vaya.
El hombre rubio asintió quedándose en una esquina, y Maya corrió deprisa con el corazón en la mano, sintió la risa de Aarón a sus espaldas.
Tres días más pasaron. Y nada que aparecía, No lo había llamado ni él a ella, ya había llorado y su mente comenzaba a hacer respuestas a sus preguntas, queriendo pensar que eran incorrectas. No podía ser cierto, no después de entregarse a él como lo había hecho. No podía dejarla, él no era así, Dimitri la amaba ella lo sabía y la desesperación por no saber de él la estaba volviendo loca simplemente.
No quiso salir a la escuela esos días, temía de que Aarón se le volviera a presentar esta vez para hacerle algo realmente grave. Lo de su padre al parecer había sido una mentira con intención de asustarla, pero de igual manera estaba atenta con todo y le había dicho a sus padres que estuvieran igual. Ellos por su parte dijeron que estaba paranoica, que a lo mejor Dimitri se había resfriado y que ya era bastante mayor para que su padre estuviese controlando su vida. Lo veían todo demasiado sencillo, y tanto que había costado para que lo aceptarán en un principio.