Punto Débil

Capitulo 7


Capitulo 7

 

 

 

 

 

 

Maya se quedó parada en seco frente a Dimitri, fuera como fuera que ahora se llamaba, y aunque de su Dimitri no quedará nada, así lo conocía

Éste la miraba impaciente con algo oculto en su mirar. No iba a dejarlo pasar si era lo que pretendía. No permitiría ser humillada como estaba segura lo haría. Y él parado ahí, era lo que pretendía claro estaba.

—¿Qué pasa? —dijo de mala manera. Ignorando cualquier cortesía que se requería en el momento. —Lo menos que has hecho es mantenerme al tanto, mañana hay una conferencia y yo no estaba enterado.

Maya estaba apunto de saltarle y golpearlo con fuerza, era la persona más cínica que había pisado el planeta.

—Usted no se ha presentado a la oficina. —dijo con simpleza, ignorando que estaba con una ridícula pijama, frente un hombre que vestía más dinero de lo que ella una vez imaginó. —Le envíe un correo, ya que usted no se presentaba.

Dimitri por su parte trataba de ver más allá de la puerta que Maya sostenía con fuerza.

—Entonces, ¿Es culpa mía? —dijo indignado.

Ahí estaba queriendo comenzar una pelea, queriendo sacarla de sus casillas. Pero la charla con ella misma le había dado más valor del que se imaginaba.

—Con todo respeto, señor, pero estoy muy cansada y mañana debo madrugar.

Dimitri se rió sin gracia. Entendió lo que pretendía, pero no caería, estaba muy cansada para eso.

—Qué estaría haciendo señorita. —Maya no entendió de lo que hablaba, pero si era un insulto no lo toleraría más. —No pensarás que vine hasta aquí, sólo para que me cierres la puerta en la cara, ¿O sí?

—Estoy muy cansada. —dijo dando un poco de pena.

—Te dare una mañana para que descanses, pero déjame pasar. —soltó entre dientes.

Maya asintió un tanto indecisa, igual terminaría entrando, lo conocía aunque de hubiera cambiado hasta el nombre.

Dimitri soltó un largo suspiro, pensó en que había sido más rápido de lo que había imaginado y notó, como Maya se incomodaba por cada expresión de su parte. 
Una vez adentro se acercó a una de las dos únicas sillas y se sentó, no se esforzó por disimular lo incómodo que se sentía. El apartamento entero era más pequeño que su cuarto de baño de invitados. Constaba de una cama pegada a la pared, una mesa plegable con dos sillas, una estantería y una cómoda. Vio también lo que debía de ser un baño, junto a un pequeño armario empotrado. 
Maya soltó una maldición silenciosa cuando miró como Dimitri observaba el cuadro a un lado de la cama. 
Era un cuadro pequeño que pintaba un hermoso lago, cuadro que él le había pintado y que ella no había querido tirar, era un lindo adorno para su pequeño apartamento, había pensado en ese momento, ahora creía era una equivocación.

Maya encendió la laptop y sentándose frente a él trató de permanecer lo más tranquila posible. No demostraría nada que no fuera trabajo.

—¿Por qué no has tirado ese estúpido cuadro? —Dimitri dijo de forma violenta mirándola fijamente, ella miraba al computador.

Las palabras la habían golpeado con fuerza, jamás pensó que eso saldría de su boca, ¿Estúpido? Él creía que era estúpido cuando ella siempre lo había visto impresionante. Quería gritarle de impotencia, en cambio a lo que pensó, lo miró sin expresión alguna.

—Debe concentrarse en el trabajo, señor. —fue capaz de decir con mucha más soltura de lo que pretendía.

—Responde primero. —Maya se incorporó bruscamente en respuesta a la dureza de su tono de voz. Luego le dio la espalda, mientras sacaba de la cómoda una carpeta repleta de papeles, pretendía ignorarlo sin vergüenza alguna. Maya quería dejarlo pasar, pero eso no pensaba Dimitri ya que lo que salió de su boca dejó a los dos totalmente aturdidos. —¿Qué haces aquí, Maya? ¿Por qué no estas con tus padres?

El corazón de Maya se detuvo y volteó a mirarlo con odio, con un odio profundo.

—Eso no es asunto tuyo. —fue lo único que alcanzó a decir, no tenía ningún derecho y quería hacérselo entender lo más pronto posible.

Dimitri sintió como todo volvía a su sitio, Maya fue capaz de notarlo, sin embargo había algo más, algo que lo estaba torturando.

—¿Ya cenaste? —La castaña lo miró con asombró. —Contéstame. —ordenó.

—No. —respondió con simpleza.

Dimitri apretó los labios en un gesto que le pareció frustrante.

—Yo tampoco. —se levantó de la pequeña silla viéndose el lugar más pequeño con lo grande que era. —Vi un restauran de pizza cuando venía, vamos.

Ella lo miró en silencio unos instantes antes de responder:

—Dígame una razón por la que debería acompañarlo.

Él la miró con los ojos abiertos antes de voltear la mirada a los papeles en la mesa.

—No has comido, ¿Te sirve? —Maya lo miró sin saber que decir. Por muy extraño que parecía, por muy mal que estuviera, si quería ir con él, algo debía de estar mal con ella.

Podía repetirselo a ella misma mil veces, pero de nada servía si él con una mirada se encargaba de hacerla olvidar. Era tormentoso.

—Dimitri. —su nombre salió de sus labios con un profundo dolor, como si llevara años guardandolo y esperando el momento adecuado para soltarlo. —¿Qué haces?

El hombre frente a ella se quedó momentáneamente en silencio, el escuchar su nombre entre sus labios lo había dejado aturdido, pero rápidamente se compuso.

—Vístete, sólo vamos a cenar. —su expresión era un tanto cansada y a Maya le pareció mejor no decir nada más.

Mirándolo un par de segundos después asintió. Dimitri asintió ocultando una sonrisa.

—Espérame afuera. —el hombre le lanzó una mirada confusa. —Debo vestirme, no voy a ir así.

—Claro. —dijo de manera rápida, mientras caminaba en dirección a la puerta. —Te espero en el coche.

Maya asintió no muy segura. 
¿Qué estaba haciendo? Estaba dejando que el hombre que más le habia hecho daño en su vida volviera a entrar en ella, bueno, tampoco era como si fueran a una cita, sólo cenarian juntos, era su jefe a fin de cuentas. Sin embargo, para ella había sido algo más, hace mucho tiempo, y Maya tenía miles de preguntas sin respuestas. Respuestas que él no estaba dispuesta a darles, eso lo tenía ella muy claro. 
Aunque estaba tratando era inútil pensar que algo entre ellos podía ser profesional, tenían historia, una dolorosa historia que había tenido un final no deseado, al menos no para ella. Ella había sufrido tanto, y ahora él aparecía en su vida para llevarla a cenar de la manera más normal del mundo, era una locura.




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