Punto Débil

Capitulo 26

Capítulo 26

 

5 años antes...

 

El dolor ciega, el dolor mata, el dolor te hace cambiar, pensar cosas que jamás creias llegar a pensar. Él sentía un enorme espacio que sabía no lo dejaria vivir tranquilo nunca, jamás volveria a estarlo.

¿Qué era lo que habia hecho? ¿En que se equivoco con ella?

No sabía. Le daba vueltas y vueltas al asunto y terminaba en la conclusión de que su unica equivocación fue haberla amado de la manera que lo hizo. Tan puro, tan ingenuo, tan estúpidamente. 
Porque él si que la habia amado, de esa manera en la te cuesta el actuar, el hablar, el sólo respirar. ¿Estaba eso mal? Pensaba que no. Porque al fin de cuentas era eso lo que todos esperabamos cuando nos enamoramos; querer mucho y esperar lo mismo a cambio. Él creyó que lo tenia, y tambien llegó a creer que no lo merecía. Tal vez eso era, sí, debía de serlo. No merecía amor, no merecia que alguien lo quisiera tanto como para permanecer a su lado y serle fiel de por vida. Su madre no lo quiso, ¿qué más podia esperar? No sabia, sólo tenia claro que todo su interior estaba cubierto por una nube de dolor y rabia que amenazaba con destruirlo lentamente, o mejor dicho, que ya había empezado a consumirlo.

Miraba al techo, mientras otra chica totalmente diferente a Maya dormia al otro lado de la cama sin llegar a tocarlo. Lo agradeció, no sabría cómo reaccionaría, pero sabía que no sería de una manera agradable.

Trató de no sentir culpa, no después de lo que ella le había hecho, pero le fue imposible. Desde que la conoció, nunca habia estado con otra que no fuera ella, ni siquiera llegó a pensar en alguien más. Y eso lo hacía sentir más estupido, no lo negaba. Dimitri quiso algo bonito, sintió en ella algo único; se equivocó. Y ahora debia aceptarlo. Todo estaba claro, todo estaba dicho: Maya nunca lo amó.

Esas palabras en su mente lo hicieron caer en un llanto silencioso, muy doloroso.

Trató, pero no encontró un recuerdo de ellos juntos que lo ayudara a odiarla. La amaba, la malcrió, le demostró que la quería en su vida de manera permanente, y ella, sólo lo destruyó sin pensar en nada de lo vivido juntos, sin pensar en su dolor. 
¿La podria llegar a perdonar algún día? La respuesta llegó a él claramente; sí. 
Se observaba a él besandola luego de que ella lo mirara con sus enormes ojos cafe y le susurrara que lo amaba más que a nadie en el mundo, que jamás se iba a repetir algo similar y que sólo había sido en una ocasión de debilidad. 
Y tras ese pensamiento fue cuando comprendió las palabras de su padre; ella era su punto débil. Y ella más que nadie lo sabía, eso no debía permitírlo. Si seguía dandole ese poder acabaría con él, aunque, ya lo habia hecho y él no lo había impedido.

Se hecho a llorar. Jurandose que sería lo último que haría por ella. Porque jamás volveria a permitir algo similar, antes se pegaba un tiro.


La joven estuvo un poco confundida el resto de la noche, pero trato de no pensar en eso mientras se preparaba para lo que se le vendría cuando se fuera con su novio. 
Maya tenía todo listo. Sólo esperaba que sus padres la dejaran sola un momento, para poder sacar las maletas. Ya estaba decidida. No entendió muy bien que era lo que le pasaba, pero no le dio mucha importancia.  
Estaba nerviosa, no tenía idea de cuánto, pero estaba lista. 
Estaría con él, con el amor de su vida. Nada podía salir mal.  

Empezó a desesperarse cuando no lo vio dónde habian acordado. Y se desesperó aún más cuando pasaban los minutos y no llegaba. 
Su corazon se paralizó de pronto. Tenía un mal presentimiento, uno que se hacía cada vez más grande con el paso del tiempo. Sus manos empezaron a sudar y mil pensamientos horribles atravesaron su mente. ¿Y si le pasó algo malo? Sin dudarlo y tomando fuertemente su maleta, se dispuso a ir a casa de su novio. 
Sin embargo, no hubo nesecidad, ya que lo vio. Estaba en una ezquina de la plaza frente a un pequeño bar. En el carro de su padre y acompañado de sus hombres, era una escena bastante conocida para ella, ya había pasado por algo similar tiempo atras y no lo recordaba de buena manera. 
Dimitri estaba entre ellos como si fuera normal, como si le gustara ese ambiente. Se comportaba como nunca antes lo habia visto, como jamas llegó a imaginarlo en su vida. Envuelto en alcohol, droga y… mujeres. En especial con una rubia muy voluptuosa la cual no se le despegaba del costado.

—Dimitri. —dijo con furia parandose frente a él. Recibió una mirada que la dejó helada. Sus hermosos ojos azules estaban rodeados con tonalidades rojas, señal de que estaba drogado. —¿Qué es esto?

Trató de contener la rabia que estaba sintiendo, pero le fue imposible. Sus manos las hizo puños luego de pronunciar las palabras y logro oir risas, aunque no supo de quien.

—¡Llegó mi amorcito! —soltó de forma sarcastica mientras la miraba vagamente. Todos lo acompañaron con risas y comentarios totalmente fuera de lugar.

A Maya no le dolieron sus palabras, la forma en la que se lo dijo, ni mucho menos las burlas de los demas; lo que si le dolió y se le clavo en lo mas profundo de su corazon, fue la manera en que la habia observado.
Habia algo ahí, algo que la hizo estremecer, algo que no le gustana en absoluto.

—¿Me puedes explicar que es lo que te pasa?—preguntó casi en susurró pretendiendo que las palabras sólo las escuchara él, fue en vano claramente.

—¡Y viene molesta! —escuchó que gritaban en medio de un montón de risas más, incluidas las de su novio.

Dimitri la miró a la cara. Queriendo decirle algo, mejor dicho; queriendo gritarle. No lo hizo ya que su vista viajo a su maleta y luego a su rostro una y otra vez. Volvió a reirse y ella, sintió el sonido de su corazon romperse en miles de pedazos.

—No me digas. —señalo la maleta para luego negar mientras la miraba como si fuera la cosa más inocente del mundo. —¿Es en enserio?




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