Escuchamos las palabras de la televisión. Nos quedamos en shock, paralizados por las escalofriantes, quienes por más que no quiera, parecen ser reales.
"Lo extraño es que este raro accidente sólo sucedió en nuestra ciudad, fuera de ella no ocurrió nada parecido a El Puprop", la prensa siguió informando.
"Así que... ya no quedan padres en Sevy City.", dije atemorizada.
Mi madre apagó la televisión y acto seguido hubo un silencio por unos minutos.
Bill se levantó del sillón color marrón en el que estaba sentado. "Creo que tengo que visitar a mi madre, debe estar preocupada", exclamó con un rostro que parecía no tener vida alguna... Costarán varios años para recuperarse de este incidente que marcará la historia de la ciudad para siempre...
Bill iría sólo hasta allá, así que decidí acompañarlo.
Salimos de mi casa y nos acomodamos dentro del vehilar. Arrancamos el vehículo. Dentro del auto, comenzamos a hablar.
—Después de visitar a mamá, ¿Quisieras ir a hablar con el Purple Man?, así podríamos tratar de resolver nuestras dudas. —Bill exclamó con algo de esperanza.
—Me parece correcto. Los Purple Man son los más experimentados con la religión purplácica, seguro saben qué está sucediendo.
—Eso espero.
Llegamos a nuestro destino y después bajamos del auto.
Hace meses que no vengo a la casa de Bill, ya ni recordaba su apariencia.
La casa de Bill tiene aspecto antiguo por fuera: paredes despintadas, estructura estilo gótico y colores nada agradables para esta época; sin embargo, por dentro es totalmente lo contrario: tiene la mejor tecnología de la ciudad, tales como control por inteligencia artificial (un software que sabe lo que te gusta y usualmente lo usa para hacer tu estancia más placentera), también cuenta con asistentes robóticos y muchas otras avanzadas tecnologías.
Bill y yo nos posicionamos frente a la puerta principal y tocamos el timbre.
La madre de Bill nos abrió la puerta. Al vernos, se abalanzó sobre nosotros para darnos un gran y fuerte abrazo; luego, nos preguntó sobre nuestro estado emocional, para así mostrar educación. "Bien, supongo, aunque para esta situación...", respondí con una risa fingida.
Ella nos invitó a entrar.
—¿Saben qué sucede? —La madre de Bill preguntó confundida. —Hay muchos cuerpos afuera.
—... Es una enfermedad.— Bill le contestó a su mamá.
—¿¡Qué, Cuál!?
—Es un virus nunca antes visto. Lo han empezado a nombrar: "El Puprop". Esta enfermedad sólo afecta a los padres de la ciudad.
—¡Esto no es posible!... Es decir que... ¿Mi esposo está muerto?
—Es correcto. Papá ha muerto.
La madre de Bill comenzó a llorar. Cayó sobre el suelo y sus ojos comenzaron a expulsar lágrimas sin parar. Bill también comenzó a llorar.
Para poder calmarlos, los abracé con toda mi voluntad, esperando así que se tranquilizaran. Lo logré. Me sentía muy mal por ellos, habían perdido a Emy y ahora a James... Eso no debe sentirse agradable que digamos.
Bill se levantó y trató de animar a su madre, haciendo alusión a varias anécdotas sobre su difunto padre:
—Mamá... ¿Recuerdas aquella vez, cuando fuimos de viaje y maldijo a todo aquél que manejara de forma mediocre?
–Lo recuerdo como la palma de mi mano... —dijo la mamá de Bill con una risa nostálgica.
—¿O recuerdas cuando planeamos mucho tiempo un viaje que al final se canceló y nos recompensó con una buena cena, la mejor de mi vida?
—Sí... ¡Ese día fue estupendo!
—Tranquila, ma. Mientras lo recordemos, seguirá estando vivo.
—Lo sé...
Bill y su madre se dieron un fuerte abrazo de amor verdadero; de hecho, fue un abrazo bastante largo.
La madre de Bill dejó que el abrazo cesara y después nos invitó a comer algo. Con gusto aceptamos.
******
"La cena fue estupenda", le dije a la madre de Bill, agradeciéndole por la comida tan exquisita que había engullido como una glotona.
Señalé al techo de vidrio de la cocina, el cual mostraba el cielo ya oscurecido. "Ya es tarde, creo que debo irme", aclaré, despidiéndome de la familia Jensen.
Ellos me dieron un abrazo y me agradecieron la visita. Acto seguido, salí por la entrada trasera de la casa Jensen.
Llegué a mi hogar y lo primero que hice fue recostarme en mi cama, pensando sobre lo que sería de la ciudad en el futuro, hacia donde nos dirigiríamos o si tomaremos la decisión correcta; supongo que sólo sabremos la respuesta esperando con paciencia.
Escuché mi celular emitiendo el tono de llamada. Veo la pantalla para ver qué persona me está hablando, es Bill.
—¿Hola?
—Ane, hay algo extraño acabo de ver.
—¿Qué viste?
—A mi padre... con vida.