Qhoa: Las Sombras perdidas

Siguiendo migajas

Después de lo sucedido con la lanichilla, Skoll mantuvo en secreto su aventura en dicha habitación. Necesitaba entender primero de qué trataba todo eso. Guardó al fondo de su baúl, el pequeño objeto encontrado, ya tendría tiempo de averiguar que era o para que servía.

Los siguientes días, el colegio estuvo plagado de extraños sucesos. Entre lo más resaltante fue, el repentino malestar que aquejo a muchos profesores, tal que incluso las clases fueron suspendidas.

Los maestros afirmaban tener mareos, escalofríos y dolor corporal. Parecía una enfermedad que iba saltando de maestro en maestro. La Señora Pilar, encargada de la enfermería, suponía que era un caso de resfrió debido a los cambios de temperatura. Ya incluso había atendido alumnos que presentaban algo de fiebre.

Aún así, por unos días, los alumnos tuvieron más horas libres, pero no por ello menos tareas. Los profesores se encargaron de que los practicantes puedan dar un poco de la clase preparada y dar los deberes. Así que, Skoll y sus amigos pasaron gran parte de aquel tiempo libre en la biblioteca.

Aquel tiempo, le sirvió de excusa a Skoll para investigar un poco más de la historia de los fundadores. Conforme más leía, más extraño se le hacía lo leído en aquella habitación. Skoll recordaba parcialmente la carta, en ella había mucho sentimiento y parecía que le hablaba a alguien que ya estuviera fallecido. ¿Cómo era posible eso? ¿La historia que les contaban estaba mal?

—Oye Driss — llamó Skoll a su amigo quien concentrado escribía en un pergamino — ¿Sabes la historia de los fundadores?

— ¿Los fundadores? Mmm pues si — el chico dejo a un lado su pluma para prestar atención — mi mamá me lo contaba de pequeño

—¿Hay una historia de los fundadores? — interrumpió Hassan

—Si, es como un cuento para niños, si la recuerdo – Driss guardo silencio un momento antes de continuar – Cuando el mundo aún era joven y la magia fluía libre por la tierra, el gran sol se presentó con un dilema. Deseaba que la magia pudiera ser útil en esencia y que se transmita a las generaciones. Por ello, encomendó a cuatro hijos del agua fundar un lugar donde la magia pueda ser refinada. Los cuatro hijos aceptaron la misión y junto a sus esposas, se dispusieron a buscar el lugar propicio para construir aquel lugar. Caminaron por valles y desiertos hasta encontrar un refugio entre las montañas donde finalmente usando el báculo del sol, encontraron la tierra propicia para fundar la escuela.

—Creí que sería algo más épico- Hassan parecía decepcionado

—Es épico, pero en un resumen es lo que dije — Driss se encogió de hombros — pero ¿Por qué la pregunta?

—Es…bueno, solo es que no recuerdo si ellos tenían algún artefacto que los caracterizaba

—Pues si tenían, pero no recuerdo cuales eran. Creo que uno de ellos tenía una diadema

Driss no entendía por que el repentino interés de su amigo en una historia de niños. De pronto, el pelinegro, los llamo con la mano para que se acerquen a él. Hassan y Driss, extrañados se juntaron hasta que sus cabezas chocaban.

—La otra noche me pasó algo y creo que está relacionado con los fundadores

Susurró el muchacho. Si bien estaban en una zona donde nadie los veía. Skoll quería asegurarse que nadie entre los pasillos, pudiera escucharlos.

— ¿Con los fundadores? — repitió incrédulo Driss

—Si, es que verán…

Skoll relató a sus amigos todo lo sucedido con la lanichilla, incluso las veces fallidas donde no la siguió. Les contó de la habitación secreta donde entró, la extraña carta de la mujer y el extraño objeto que ahora estaba en su posesión.

Ambos chicos, extrañados, pero notablemente emocionados por la perspectiva de una aventura, pidieron ver el objeto. Con esa idea que no se les quitaría de la cabeza, dieron por terminada su sesión en la biblioteca y volvieron casi corriendo a su ayllu.

A trompicones subieron hasta la habitación. Por suerte, el otro chico con el que compartían habitación, no estaba, así que pudieron hablar sin susurros. Aunque si con cuidado de que el otro compañero llegara de improviso.

Skoll hurgó en su baúl, la había guardado hasta el fondo de sus cosas, asegurándose que nadie pudiera encontrarla. Metido en un calcetín, estaba aquel objeto. Aun mantenía ese sutil brillo. Al verla Hassan dijo al instante.

—Eso es para hacer una honda

— ¿Una honda? — preguntaron al unísono Driss y Skoll

—Si, de pequeño yo hice uno con mis amigos de la cuadra donde vivía

Hassan les relato como era que aquel artefacto funcionaba, claro que para ello necesitaban otros elementos como cuero, una soguilla o algo elástico y un proyectil, que, en palabras de Hassan, podría ser cualquier piedra.

—¿Entonces por sí sola no hace nada?— pregunto de nuevo Skoll intentando imaginar lo que su amigo había descrito

—Pues no, solo parece una letra rara, además que extraño que no lo conozcan, eso está en la mano de uno de los fundadores en el pasillo que da al observatorio.

La revelación de esa información, dejó en claro, la poca atención que ponían Driss y Skoll a las pinturas del colegio. Guardando de nuevo el objeto, emprendieron de nuevo su camino hacia el pasillo del observatorio. Ni siquiera la suave lluvia pudo detener a los tres curiosos chicos, quienes, ignorando las gotas, se abrieron camino hasta el lugar.

En aquel largo pasillo de piedra, había el cuadro tejido de los fundadores. Enormes iban de piso a techo. Los tres chicos se detuvieron frente a la de Carayi Maroc y su esposa Cora. Ahí en la mano que no sujetaba a su esposa, se le veía una honda. Skoll no podía creer lo que veía, incluso juraría que la madera tejida en aquel cuadro, brillaba igual que el objeto que ahora se guardaba en su baúl.

—Entonces pudiste acceder a una de las habitaciones secretas de su esposa — confirmó Driss quien estaba igual o quizá más sorprendido que Skoll

—Eso quiere decir que, esa cosa le perteneció a Carayi Maroc




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.