Lo que voy a contar es una experiencia que viví y no se lo deseo a nadie.
Era un día como cualquier otro. Tenía 9 años y me estaba mudando a una casa nueva. Los primeros días fueron muy buenos. Un día me tuve que quedar solo en mi casa y sentí una vibra extraña, como si me observaran, pero no le di importancia. Pasaron los meses y en la casa se sentía una sensación rara, no sabría cómo explicarlo. Le conté a mi madre y no me creyó, entonces me quedé con más miedo.
Una noche me desperté y me dieron ganas de ir al baño. Me levanté y, cuando estaba volviendo a mi cuarto, vi una silueta parada en la puerta. Tenía una forma humana y quedé paralizado, no me podía mover del miedo. Cuando logré reaccionar, la sombra se movió hacia mí. Corrí y me encerré en mi cuarto. Desde ese día quedé con mucho miedo. Le conté a mi madre al otro día y ella me dijo que pudo ser mi imaginación, pero yo estaba seguro de lo que vi.
Después de eso, nunca más lo vi. Pasaron dos semanas y nunca más apareció, y empecé a creer que era mi imaginación. Esa noche nunca me la voy a olvidar. Me desperté de noche para ir al baño. No llegué a levantarme y vi una silueta negra sentada en la esquina de mi cama. Mi única reacción fue taparme con la sábana y esperar. Al otro día le conté otra vez a mi madre, casi llorando por lo que vi, y entonces me creyó.
Pasaron los días y mi madre me dijo que fuéramos a casa de su amiga. Fui con ella. Mi madre tenía que ir a trabajar y volvió al cabo de unas horas. Fuimos a casa y había unas velas con unos símbolos y fotos mías y de mi hermana. Esa noche dormí con mi madre. Al otro día me contó que supuestamente era el antiguo dueño de la casa que murió y su alma quedó ahí. Mi hermana tenía una niñera que vivía enfrente y me contó que los antiguos dueños de esa casa hacían brujería.
Después de eso, gracias a Dios.