No me siento orgulloso de lo que hice, porque yo soy antiviolencia 100%, pero si creo que hice lo correcto en ese momento en darle su merecido al tipo ese. No podía permitir que le hiciera eso a mi mejor amiga y quedarme mirando como un idiota que no se atreve a hacer nada, porque yo no soy así. Hace más de tres años que no pego a nadie y la verdad se siente bien descargar toda la furia, todos los sentimientos que llevo dentro después de tanto tiempo de esa forma, dándole en la cara a alguien. Pero no estuvo bien.
-¡Diego!- grita Daria detrás de mi y me abraza en seguida comprobando que mi cara esté bien al mismo tiempo.
-Tranquila, él ha acabado peor- río un poco, pero tengo el labio partido y me duele al hacerlo.
-No vuelvas ha hacer eso, te podría haber destrozado- me riñe, pero se que en el fondo me agradece que le haya quitado al energúmeno de encima.
-Te estaba tocando- le miro serio.
-Pero ya no lo está haciendo, no sigas pegándole, no vale la pena- observo a Alex, el novio de Daria, está en el suelo mirándome con miedo, solo le he dado dos puñetazos y una patada, no sabía la fuerza que tenía así que no la he podido controlar, antes era más flojo y necesitaba dar más veces. Me acerco a él y le levanto del suelo.
-No vuelvas a tocar a mi mejor amiga- con eso, lo dejo apoyado en la pared para que se sostenga y me voy hacia mi próxima clase como si nada.
-No, no, no, Diego- Daria se pone delante de mi y me prohíbe el paso- toma- me tiende un pañuelo, me señala el labio que sigue con un poco de sangre y me sonríe- Gracias, eres un gran amigo, te quiero- me da un beso en la mejilla, me guiña un ojo y se dirige hacia su grupo de amigas que estaban observando aterrorizadas la pelea, ellas la acogen felices de que esté bien, y entre ellas diviso a África... ¿Qué pensará sobre la pelea? ¿Creerá que soy un monstruo por haber usado violencia? No logro descifrar su expresión.
-Tío- me llama Adrián- has levantado los puños después de 3 años- me mira reprochándome, pero luego le cambia la cara- ¡Ha sido un pasada! Al fin Alex prueba de su propia medicina- me choca cinco, pero yo no me siento orgulloso, no debí haberle pegado, solo apartado... No me he podido controlar.
-Ya, vámonos a clase- asiente y caminamos hasta gimnasia.
El resto del día transcurre normal, de vez en cuando busco a Daria con la mirada para comprobar que está bien, pero lo demás todo muy normal. Cuando al fin acaban las estúpidas clases, salgo corriendo del instituto para dirigirme cuanto antes a mi casa, hoy tengo que cuidar a mi hermana. Cuando estoy casi llegando, me choco contra alguien y acabo otra vez en el suelo, y no se porque, pero creo que ya se quien es la persona con la que he chocado.
-¡Ay!- la oigo quejarse cuando se levanta- mi tobillo.
-¿Estás bien?- me levanto corriendo para ayudarla.
-Si, si, pero creo que me he doblado el tobillo- me mira y puedo ver que no veo nada, se que le duele, pero no lo demuestra.
-¿Quieres que te ayude a llegar a casa?- niega con la cabeza.
-Mi casa es aquella- señala una casa que estará a unos metros de nosotros, pero igualmente le ayudo a llegar hasta la puerta.
-Lo siento por tropezarme siempre contigo- niega con la cabeza y se ríe un poco.
-También es mi culpa por nunca mirar por donde voy- cuando estamos en la puerta de su casa le suelto el brazo y la dejo apoyada en la pared, creo que ya puede sola- gracias- baja la cabeza y se va cojeando hasta entrar dentro de la casa.
-De nada- susurro para mí mismo y suspiro, menudo día, y entonces me doy cuenta, ha sido amable conmigo, que raro.
Sigo caminando y en 5 minutos llego a mi casa y para encontrarme con...
-¡Dieguito!- me abraza y medio levanta del suelo, ¿por qué hay tantas personas cariñosas en mi vida y yo soy así?- ¿me has echado de menos hermanito?
-Aunque no te lo creas si, Lu- ella abre la boca y grita emocionada.
-No me lo creo, me has echado de menos- se limpia lágrimas imaginarias y me vuelve a abrazar.
-No me puedo creer y que tengas 18 años casi 19, estés en la universidad y seas tan infantil- ruedo los ojos y ella ríe, creo que se volvió loca.
-En el fondo me amas hermanito- me guiña un ojo y desaparece por la puerta de la cocina, yo me dirijo a mi cuarto para dejar mi mochila y leer un buen libro.
-¡Hemanitoooo!- grita esta vez Irene, en serio, ¿qué les ha dado a las dos con eso?
-¿Qué pasa cosita?- me agacho para estar a su altura y ella se sube encima mío gritando aún.
-¡Ha venido Lu!- ruedo los ojos con una sonrisa de boca cerrada en la cara.
-Ya lo se bicho- la cojo en brazos, dejo mi mochila en mi cuarto y me dirijo hacia la cocina para hablar con mi hermana mayor.
-¿Qué haces aquí?- frunzo el ceño- que yo sepa no tienes fiesta hasta dentro de unas semanas- ella asiente con una sonrisa.
-Lo se, pero mi profesor me ha dicho que como voy tan avanza comparado al resto de la clase, podía venir a visitaros sin ningún problema y cuando mamá me ha comentado lo del viaje familiar...- como no, ella tenía que venir, río por lo bajo.
-No comprendo porque os emocionais con cosas tan simples- dejo a Irene en una silla cerca de nosotros.
-¡Porque es genial!- grita mi hermanita pequeña.
-No lo comprendes porque eres una amargado- me guiña un ojos Lu.
-Y lo soy con orgullo- imito su gesto y me dirijo de vuelta a mi cuarto, ya he socializado suficiente hoy.
Y que lo digas tío.
Por una vez estamos de acuerdo.
Supongo, que gran novedad.
Cuando estoy en mi cuarto, cojo mi ordenador y me tumbo en la cama, lo abro y compruebo wattpad. Si, tengo esa aplicación enfermiza, hay libros que valen la pena leer, debo admitirlo. Observo que mi escritora favorita a subido una nueva historia "Gris", aunque solo tiene un capítulo y es el prólogo, le doy a leer.