Cuando llego al instituto estoy muy nervioso.
Llevo sin hablar con Daria y África desde el sábado y lo que me dijo la última es que ella se encargaba de su prima. Pero no creo que me haya perdonado. La verdad, sí soy idiota.
Se lo que le hacen las mentiras, se lo que pasó con su padre y aún así, he hecho lo único que le prometí que no haría nunca. Que gran amigo soy, enserio.
Cuando quedan 10 minutos para que las clases comiencen, empiezo a preocuparme, porque no llegan. Necesito que aparezcan de una vez, o sino, no me dará tiempo ha hacer lo que tengo planeado.
Un minuto después, cuando pienso que ya no aparecerán, las puertas se abren. Todo parece pasar en cámara lenta, como si la luz les iluminara solo a ellas mientras que todos se giran a mirarlas con la boca abierta. En resumen, como en una película cuando el protagonista hace una entrada triunfal. Daria va como toda abeja reina y su prima parece una princesa, como siempre. Ya no me sorprende, pero no puedo evitar quedarme embobado mirando a África. Cuando salgo del trance y veo como ella me hace una señal para que vaya a hablar con mi mejor amiga, reacciono y le cojo del brazo para guiarla lejos de la multitud, hacia el gimnasio.
-¿Pero qué...?- me mira a los ojos y cuando lo comprende se queda rígida en su sitio- ah, eres tú- indiferente, como no.
-Quiero que me perdones- enarca sus cejas, si... Tal vez no haya sido la mejor forma de empezar- y para ello... He escrito una canción, para ti- abre los ojos como platos cuando lo digo- es el hobbie que me pidió mi psicóloga- aclaro- y he estado practicando durante todo el día de ayer.
No dice nada, así que cojo la guitarra que había dejado a un lado e intento tocar el primer acorde, pero me pongo nervioso y lo hago mal. Trago saliva y la miro de reojo, se está aguantando la risa, genial. Vuelvo a probar y esta vez si me sale.
-Daria...- canto- mejor amiga, hermana, perfecta; te necesito a mi lado, dándome fuerza...- enarca una ceja al oírme y yo sonrío. No se me da nada mal cantar, pero la canción es pésima, eso debo admitirlo.
Te vengo aquí a pedir perdón,
por ser un cabezón
Al oír esa parte, suelta una carcajada. Debo de estar haciendo un ridículo bárbaro, pero sigo.
Tan solo quería agradecerte...
por cada día hacerme más fuerte...
Sonríe y creo que está funcionando.
Daria... Mejor amiga, hermana, perfecta...
Te necesito a mi lado, dándome fuerza...
Te escribo esta absurda canción,
Porque no se como más pedirte perdón,
Solo sonríe
Y deja que ahora yo te guíe...
Daria... Mejor amiga, hermana, perfecta...
Te necesito a mi lado dándome fuerza...
La miro, me mira. Nos quedamos en silencio y con eso se que no le ha gustado. Siento la necesidad de decir algo así que comienzo con mi vómito verbal.
-Se que es rara, pero es que he sacado esta melodía de una partitura infantil fácil ya que comencé ayer a tocar la guitarra y no he tenido mucho tiempo de escribir la canción así que no es muy larga y... Se que no es perfecta pero... Lo he intentado, se que no tengo derecho a pedirte perdón, pero eres mi mejor amiga y te necesito, eres como mi hermana, sin tí no se que haría- ella corre y me abraza.
-Eres el mejor, y me encanta lo que has hecho, te iba a perdonar de todas formas, porque tenías un motivo, no por otra cosa- ella se separa y me sonríe.
-Entonces... ¿Todo bien?- ella asiente y me sonríe alegre.
-Ahora que está arreglado, vámonos a clase- la sigo sin decir nada más y salimos del gimnasio.
Cuando llegamos al aula aún no está el profesor así que nos dirigimos hacia donde están África y Adrián hablando mientras se ríen, se llevan bastante bien, la verdad. Se dan cuenta de nuestra presencia y mi mejor amigo me mira y yo asiento para confirmarle que todo ha salido bien porque él también dudaba que lo lograra.
-Diego...- me llama África.
-Dime- le sonrío, aún no olvido el beso que nos dimos.
-¿Puedo hablar contigo?- ella traga saliva y por un instante me preocupo.
-¿Ha pasado algo?- ella niega con la cabeza rápidamente y luego duda, me lleva a una esquina y vuelve a hablar.
-Si y no- mira a otro lado- o sea, simplemente quería pedirte perdón- frunzo el ceño.
-¿Por qué? No has hecho nada malo- ella niega con la cabeza, no me irá a decir que se arrepiente del beso ¿verdad?
-Por hacerte tantas preguntas sin sentido el sábado- cuando dice eso, siento que ya puedo volver a respirar.
-Dios, me habías asustado- río un poco nervioso.
-Esto es serio- elevo una de mis cejas- no te conozco lo suficiente como para juzgarte y menos para meterme en tu vida como si nada, me sentí muy mal después de hacer todas esas preguntas, pero me picaba la curiosidad y no me pude contener- mira a nuestro alrededor, pero estamos apartados de la gente y nadie se da cuenta de nuestra existencia- lo siento- susurra para finalizar.
-Tranquila, es normal- le sonrío para calmarla- lo extraño es que te hubieras quedado callada, yo había pedido que vinieras justamente para que te enteraras de todo, no me molestaste ni incomodaste, por si es eso lo que te preocupa- la mira fijamente a los ojos y al final, después de dudarlo unos segundos, sonríe.
-Vale, solo era eso, no quería que ahora tu te enfadaras conmigo por cotilla- arruga la nariz ahora más relajada.
-Tranquila- trago saliva pensando en si decir lo que quiero decir o no- yo... Pensaba que me ibas a pedir perdón por lo del beso- susurro- por un momento pensé que te arrepentías- frunzo el ceño- ¿lo haces?- niega con la cabeza y sus mejillas se tornan de un rojo adorable, sonrío- menos mal.
-¿Quieres hacer algo esta tarde?- me mira de reojo, pero no directamente.