¿Qué persona no daría todo porque su amor se realizara?
Creo que esa respuesta no tiene una contestación complicada, pues todos deseamos que nuestro amor se cumpla. Todos en algún momento deseamos algo con tanta fuerza que no nos ponemos a reflexionar el peso de nuestros deseos.
Cuando era una niña, desee ser la hija perfecta para esa familia que me había adoptado, y mi deseo me fue concedido.
Cuando crecí, desee poder estar con la persona que amaba, y así se cumplió.
Pero el peso de esos deseos fueron más grandes de lo que pude soportar, porque desee tenerlo a mi lado con tanta insistencia que cuando mi sueño se cumplió, no fue tan perfecto como yo lo desee.
Los primeros días a su lado fueron maravillosos, pero el amor que no era destinado tenía una fecha de caducidad. Nunca creí en ese tipo de leyendas, el hilo rojo del destino era algo utópico para mí. Pero ahora quizá comenzaba a creer aunque sea un poco.
Taehyung fue lo que más ame en ese entonces, y prefiero quedarme con los recuerdos bonitos que pase a su lado, que recordar esos días donde lloraba tendida en la cama con un pequeño bebé llorando en la habitación de a lado, esperando, con añoranza, que él estuviera a mi lado en estos instantes donde no sabía que hacer para que el bebé dejara de llorar.
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Sabía que Taehyung me amaba, pero el amor que nos teníamos no era suficiente para sacar a flote esta relación. Por eso habíamos fallado, tanto como esposos, tanto como padres.
Ahora ya no tenía un deseo que pedir, no había un sueño que añorar, porque la realidad era más bonita de lo que había supuesto, no era color de rosa, si no que lo componían una gran escala de distintos colores, aunque no todos fueran alegres.
Ahora había alguien a mi lado que antes no me había dado cuenta de que estaba ahí.
– ¿En que estas pensando? – preguntó Jungkook sacándome de mis pensamientos.
– No es nada – dije dedicándole una leve sonrisa, Jungkook me sonrió de vuelta.
El viento frío llenaba mis pulmones y el suave susurró del viento contra las olas del vasto mar me daban tranquilidad. Hyun Tae jugaba con un avión de juguete mientras corría con entusiasmo sobre la arena. Jungkook se mantenía a mi lado observando a Hyun Tae correr eufórico.
– Mira tío Jungkook, estas tienen perlas en el interior –. Hyun Tae se encontraba animado mostrándole a Jungkook la concha de mar que había recogido hace unos segundos.
– Entonces hay que buscar donde quedaron las perlas –
Jungkook corrió detrás de Hyun Tae como un niño pequeño al igual que él, ambos recorrieron la playa entre risas mientras buscaban las dichosas perlas que habían dejado las conchas de mar en la arena. Buscaron por minutos sin encontrar ningun indicio de éstas, regresaron hacia donde yo me encontraba rendidos por su ardua búsqueda, ambos estaban cansados por haber corrido uno detrás del otro en la orilla de la playa.
– Esperen aquí – indicó Jungkook para correr hacia el auto. Hyun Tae y yo lo esperamos con impaciencia mientras seguíamos sus movimientos desde la lejanía donde nos encontrábamos.
Vimos a Jungkook bajar del auto con algo que parecía papel a la distancia, no podíamos distinguir bien lo que era, pero conforme se acercaba pudimos ver que se trataba de un cometa de papel.
– Volemos las aflicciones lejos – dijo él una vez que estuvo a mi lado sonriendo hacía mí con esos dulces ojos negros brillantes, yo le devolví la sonrisa y la atmósfera parecía haber cambiado a una donde solo éramos Jungkook y yo, donde el mundo a nuestro alrededor no importaba y las circunstancias eran diferentes a las que en verdad eran.
Cuando Jungkook me miraba, olvidaba por completo aquellas aflicciones que me rodeaban y nos olvidábamos de la sortija que traía en mi dedo anular, nos olvidábamos de aquello que nos impedía estar juntos. Porque cuando estábamos juntos, ni el ayer, ni el mañana importaban. Pero el tú y yo entre nosotros solo iba a existir por un día, porque volamos ese cometa de papel para esconder ese amor sobre las nubes.
Jungkook le entregó a Hyun Tae la cuerda que estaba sosteniendo al cometa y yo lo sostuve para revisar que no hubiera ningún problema al hacerlo volar.
Hoy éramos él y yo, y eso era lo que importaba porque el futuro de este amor era incierto. Él y yo. Esas palabras no podían permanecer juntas por mucho tiempo, lo sabía.
Hoy estábamos juntos pero sabía que mañana ya no lo estaríamos.
Esta vez no íbamos a despedirnos, pero si nos despediríamos de este amor junto con ese cometa de papel que ya volaba lejos de nosotros.
El tú y yo no existía entre nosotros, pero estos sentimientos que teníamos dentro de nuestros pechos ya no podían seguir siendo ignorados. Éramos conscientes que no íbamos a poder estar juntos, pero íbamos a rezar por la felicidad del otro desde donde nos encontráramos.
No sabíamos que iba a venir después de esto, desconocíamos el mañana. Pero hoy estábamos juntos y el nosotros estaba presente.
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Editado: 25.01.2021