Desde la mañana mis pensamientos han estado en otro lado, por lo que me sorprendo cuando Ava se sienta junto a mí.
—¿Estás bien? —pregunta un poco preocupada —. Te ha hablado Smith y…
—Siempre lo hace.
—Pero hoy parecía no importarte demasiado.
Sonrío.
—No lo hizo —le digo —. Creo que me he acostumbrado, siento que si en algún momento se olvida de hacerlo me sentiría rara.
—¿Será ese el encanto de Smith? —pregunta, seria.
Ambas nos quedamos mirando antes de echarnos a reír.
—Su único encanto es su cerebro—señalo —. Es un buen doctor.
—Cerebro que todos envidiamos definitivamente. Creo que es por eso que consiguió esposa. Las personas inteligentes son atractivas
—Depende—le digo —. Lo atractivo se puede desvanecer con solo conocer su personalidad. Si es una persona arrogante, prefiero tenerlo lejos.
—Y si es demasiado cariñoso, también —añade —. No me gustan las personas que son como chicle.
—Si, pero prefiero esas personas que las que son frías e indiferentes. Hay personas que te pueden hacer sentir sola incluso estando acompañada.
Ava asiente, en concordancia.
—De todos modos, creo que es difícil que te guste alguien y que a la vez tus sentimientos sean correspondidos.
Siento que está es mi oportunidad de darle un consejo sin hacer mención del tema de manera específica.
—Más que difícil, siento que a veces podemos idealizar mucho a esa persona y por ende buscamos la felicidad en el mismo lugar. A veces nos aferrarnos a ese amor, a ese sentimiento que no somos conscientes de que hay más lugares al que podemos pertenecer y sentirnos feliz.
—¿Crees que es tonto intentarlo e insistir con la misma persona?
—No se trata de si es o no es —le digo —. Se trata de tener respeto hacia a ti y a la otra persona. Si esa persona te ha dicho que no, entonces acepta y respeta su decisión… y respétate a ti, cuida de lo que sientes y llegarás a sentir si insistes y el resultado sigue siendo el mismo.
—¿Y qué si es diferentes y no lo intentas por miedo?
—¿Y qué te hace pensar que es realmente amor lo que sientes? —pregunto.
Ella no responde. Recuesta su mejilla sobre sus brazos que se encuentran reposando en la mesa y suspira.
—Quería soluciones, no más problemas —sonríe.
—Quizá todos esos problemas salgan de un mismo punto, así que, si te respondes a una, quizá tengas las respuestas a todas.
No mantenemos en silencio por un largo rato hasta que Ava habla nuevamente.
—¿Y qué hay de ti? —pregunta—. Si los sentimientos son correspondiendo, ¿por qué no arriesgarse?
—Porque en el amor no se arriesga sino se acepta.
Ella frunce el ceño, sin entender.
—¿Cómo?
—Siento que, si decides arriesgarte en el amor, estás desde ese momento esperando a que fracasé. —No espero a que me entienda —. Pero si aceptas, estás aceptando sus sentimientos y los tuyos, sin miedo, sin restricción…estás aceptando lo que implica tener una relación y que vas hacerte responsable de todo lo que suceda en ella —suspiro —. Quizá tengo un mal concepto, pero es lo que pienso.
Ella asiente, pero decide no responder y le agradezco, porque hay cosas que todavía no consigo encontrar respuesta.
Al terminar las últimas clases, voy con Liam hacia el estacionamiento. Ambos nos mantenemos en silencio. La noche anterior había llegado por mi cuenta, me planteé la idea de llamarlo, pero no quería preocuparlo más de lo que supuse ya se encontraba. Los encontré a los dos en la sala, sentados en el sillón. Alice con su té y él con el celular en sus manos. Parecían aliviados cuando me vieron entrar y quise preguntarles el porqué de aquella intranquilidad, si Adam nunca me haría nada que me dañara, sin embargo, no lo dije por miedo a la respuesta.
—¿Has pensado en que vas a comprarle? —le pregunto tras unos minutos de viaje.
—Mamá tiene todo y si ni lo tiene puede comprarlo, así que es un poco difícil decidir su regalo —contesta.
—Alice me dijo que ella ya tiene el suyo —le molesto un poco.
Liam niega con la cabeza.
—Ella y su absurda competencia por quién le da el mejor regalo —murmura —. ¿Te dijo que le compró? —pregunta. Voy a responder, pero él no me lo permite —. No importa, de todas maneras, va hacer el mío, siempre lo ha sido.
No puedo evitar reírme por lo contradictorio que está siendo y no parece darse cuenta.
—Me lo dijo —contesto —. Pero tiene que ser una jugada limpia, así que no puedo hablar.
Alice me indicó la agenda de cuero sintético junto a una reserva del mejor restaurante de comida tailandesa. Había observado accidentalmente su agenda en donde se encontraba reservas de muchos lugares que ofrecían dicha comida, por lo que supuso que es su nueva obsesión y lo confirmó cuando pidió a domicilio. Investigó los lugares que había visitado y escogió uno al que nunca ha ido. Luego también se dio cuenta que su agenda, que es indispensable para su día a día, estaba un tanto desgastada y roto en los bordes, por lo que preguntándole a su secretaria sobre qué diseño andaba buscando su madre, le compró una ya que al parecer ella no tenía tiempo para hacerlo. Un día antes de comprar verificó que aún no lo hubiera hecho y llamó a su secretaria para que evitará a toda costa que no lo comprara, en caso de que se le ocurriera hacerlo.
—Creo que vas ha perder —le soy sincera.
Liam me regresa a ver, ofendida.
—¿Qué es esa falta de confianza? —me pregunta.
—No tienes ninguna idea —le digo —. Ni información. Alice al parecer estuvo investigando.
—La tengo —dice confiado—. Cuando fui a ver a mamá me di cuenta de su agenda. Me dijo que estaba pensando en comprar una, pero esperaba a que su tiempo no estuviera tan apretado para hacerlo. —Se detiene. Yo creo no estar respirando —. Creo que le compraré una, estuvo investigando algu…