Quédate Conmigo

Mi primer amor.

Según lo que recuerdo, la casa de Austin no queda tan lejos pero el tiempo que ha pasado se me ha hecho eterno, sobre todo, porque hemos estado en silencio. No es incómodo, solo se siente un poco extraño.

—¿Cómo me ayudarás con Smith? —le pregunto.

—Básicamente respondiste bien a casi todas las preguntas, así que no será tan difícil convencerlo que te tome otra. ¿Prefieres un examen oral o escrito?

—Lo que sea, mientras pueda rectificar mi nota —respondo al instante.

Había estudiado tanto que me lo sabía de memoria. Así que no me importaba cuál iba hacer su método de evaluación, mientras pueda recuperar esos puntos que había perdido injustamente y por mi estupidez, el resto es lo de menos.

—Pero... ¿se puede saber en qué estabas pensando? —cuestiona, curioso—. Sabes que no puedes entregar un examen con lápiz, se te anula inmediatamente la respuesta incluso si estás bien.

—Lo he hecho siempre así —respondo —. Pinto con esfero las respuestas que estoy segura que las sé y pinto con lápiz, sin asentar demasiado, las que no estoy muy segura. Estudie mucho para este examen, pero eso trajo consigo que dudara más. Y no medí el tiempo, cuando Smith dijo que el tiempo se había acabado y que pasáramos los exámenes de atrás hacia adelante hasta contar cinco, me puse nerviosa y no acabe de pintar todas con esfero. —Volver a recordarlo me causa frustración —. Creí que iba ha dejarlo pasar, como muchas veces lo hizo, sobre todo porque cuando me nombró dijo que había sacado 8, pero por no saber escuchar me bajaba cuatros puntos. ¡Fue injusto, nunca había hecho eso! ¡Son 4 puntos! —exclamo con cierta ira en mi voz.

Aceptaría dos puntos menos, pero cuatro, son cuatro puntos que había perdido por tonta. Esa nota bajaría demasiado mi promedio y es algo que no me podía permitir. Resoplo. Nuevamente me están entrando ganas de llorar, porque al final había estado bien, me había esforzado tanto para que lo perdiera tan fácilmente y solo por no estar segura de lo que estudie.

—Smith accederá —me asegura Liam —. Yo te doy mi palabra que así será.

—Espero que así sea, de otro modo, el puente parece ser un buen lugar para morir.

Liam ríe y yo sonrío. Por lo menos algo bueno ha salido de todo esto.

—No seas tan extremista.

—Mi futuro está en esa nota —continúo, aunque claramente no pienso así.

—Tu futuro está alado tuyo —responde dando una vista de soslayo a mi dirección.

Y con eso he descubierto otra cosa.

No puedes evitar proteger a un corazón, cuando esté ya no intenta contenerse.

—Nunca he sido conformista, así que esperaré a un futuro mejor —bromeo, porque no puedo hacer otra cosa más que nos saqué de esta situación.

Liam niega con la cabeza sonriendo. Y quizá, al final ambos sabemos que todo es mejor de este modo.

Al llegar al lugar de destino, entramos sin dificultad. No hay poca gente, pero tampoco hay demasiada. Diría lo justo para pasar una noche divertida. Sin embargo, ya hay chicos que se encuentran borrachos, por lo que Liam entrelaza mi mano con la suya y aparta a cualquiera que vaya a caer sobre mí.

Estando en la barra, pedimos dos cervezas. Mientras esperamos la orden, busco a Alice y no se me hace difícil encontrarla, sobre todo porque Lucas es alto y es imposible no reconocerlo. Además, Alice es una persona demasiado energética y con tragos extras, es mucho más, por lo que justo ahora, se encuentra bastante feliz bailando.

—¿Quieres bailar? —susurra Liam junto a mi oído.

—No hay con quién —respondo, molestándolo un poco.

—Yo soy el más indicado en este momento. —Se señala así mismo con sus manos al tiempo que las cervezas son puestas en la mesa.

Tomo un poco de ella y acepto antes de que me arrepienta y huya.

El ambiente está lleno de gritos, sudor y cuerpos liberando hormonas que causan su eterna felicidad. No me permito quedar atrás. No soy alguien amante a las fiestas, creo que todo depende del humor con el que esté, sin embargo, a pesar de que, a diferencia de muchos que salen a una cada semana y yo de vez en cuando, las disfruto del mismo modo o quizá las siento con más intensidad.

Alice le pide a Austin que coloque una música romántica y lenta, y al ser la hermana de su mejor amigo, no puede negarse a eso.

No puedo evitar recordar la vez que nos conocimos. Estamos casi en una situación similar.

—¿Puedo? —pregunta.

Se encuentra parado al frente mío, mirándome atentamente ante la respuesta que voy a dar. Sin ni siquiera preverlo asiento con la cabeza. Levanta sus manos y las coloca en mi cintura haciendo que una corriente recorra por todo mi cuerpo. Me quedo ahí, inmóvil, sin saber qué hacer. Por supuesto que sabía dónde poner mis manos, pero mientras menos lo toque, más fácil es no necesitar más de él.

Liam ve mi reacción y quizá mi gran debate con mi yo interior, por lo que se acerca a mí oído y susurra:

—No estés nerviosa, solo vamos a bailar. —Guía mis manos hacia su cuello, luego coloca las suyas en la antigua posición.

Y sucede.

Mi corazón empieza a latir como si hubiera corrido un maratón. Liam se siente así. Como si estuviera corriendo la pista más larga e intensa y alcanzará ese estado de trance, en donde los miedos se esfuman y el tiempo se pierde y esa sensación placentera te invade y suprime todo lo que está alrededor y nos reduce a los dos. Es como una droga, pero sin los efectos secundarios de la misma. Y me pregunto, ¿Cómo un sentimiento puede sentirse asi bien para luego sentirse tan mal?

Pero incluso con el miedo, las dudas, la incertidumbre, me permito ceder, porque hay cosas que no se pueden evitar. Y enamorarse de Liam, ahora es una de ellas.

—Se siente bien—susurra en mi oído —. Recuérdame hacer esto más a menudo.

—No te lo recordaré. —Remojo mis labios, tratando de tranquilizarme—. Es mejor que lo disfrutes, porque no habrá una segunda vez.



#48655 en Novela romántica

En el texto hay: amor amistad juvenil

Editado: 21.06.2022

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