Mi corazón latía a mil por segundo. Me estaba empezando a agitar, sentía que perdía el aire. Miraba constante mente mi teléfono vibrar. ¡Ese maldito psicópata me había escrito un mensaje! Y ahora me estaba llamando.
La verdad no sabía si respondes o no, arranque a llorar con fuerza despertando a Christopher.
—¿Rose? ¿Que te sucede?—Se levantó del sofá-cama y vino hacía a mí.
—Nena... ¿Que te pasa, porque lloras así?—Me abrazó sobando mi espalda, dándome calma y ternura.
Le mostré el teléfono. Y vio el mensaje por encima de las notificaciones.
"Querida Rose, se que debes estar emocionada por verme. ¡No te preocupes! Llevaré mi encendedor, y mis navajas solo para tí. Te sacaría tus hermosos ojos... Solo para que no veas a más nadie."
—¿Quién demonios se cree este idiota? Lo voy a...—Él se enfureció y escupió estás palabras, pero no pudo terminarlas puesto que el teléfono empezó a vibrar otra vez... Él estaba llamando.
—¡No! No contestes por favor...—Entre sollozos le rogué.—
—Calmate Rose,si quieres no lo hago. Pero por favor cálmate.—Habló maternalmente, cortando la llamada.
—Christopher, tengo miedo... No estoy a salvo y menos Jonathan. ¡Quiero creer que es una mala broma!... Pero algo de mí, me dice que no es así—Le conté temerosa, tiritando mis manos.
—Mírame Roselyn.—Me pidió con determinación. —Nada malo te va a pasar, ¿Sí? Yo estoy contigo, vuelve a dormir...—Acotó con determinación y liderazgo. Acostandome junto a él en la cama nuevamente—Dormiré aquí contigo...—Susurró abrazándome, anbrigandonos con el cubre camas.
Había despertado. Estaba colocando el desayuno el desayuno en el comedor, Christopher se había ido temprano a su casa.
7:45 AM.
—Buenos Días, hermanita.—Saludó mi pequeño hermano con una sonrisa, sentándose a tomar su desayuno.
—Buenos días mi pequeño, ¿Como dormiste ayer?—Saludé sonriéndole, acompañándolo a tomar el desayuno.
—Mmm bien, aún que escuché unos ruidos anoche... Pero supuse que eras tú.—Me dijo, probando un bocado del desayuno. —Por cierto, oí que algo se rompió anoche... ¿Fuiste tú?—Él era un poco curioso. Me miraba de manera interrogante.—
Me puse nerviosa, no quería asustarlo contándole lo que me pasó ayer...
—S-sí. Fui yo, ¡Que torpe no! Es que... Iba a la planta de abajo a revisar si había cerrado bien la puerta y como todo estaba oscuro no vi nada y me tropecé sin querer y... ¡Lo rompí!—Expliqué totalmente nerviosa.
8:35 AM.
Estaba en mi oficina "trabajando" y digo entre comillas porque desde que llegué estoy más nerviosa porque el sujeto ése me mandó una carta a la correspondencia está mañana.
"Querida Rose, vi como lo miraste... Como él fuera tu única salvación, vi como lo abrazaste... Como él te pudiera esconder de mí. Rose, ¿Es que acaso no te das cuenta de que no puedes escapar de mí, preciosa? Juro que Christopher las pagará. ¡Nadie toca a mí chica! Me haces enojar pequeña, te juro que quiero cortar tus brazos en pedacitos y comérmelos. Así no podrás abrazarlo más... Que tengas un hermoso día, Rose."
Estaba tan sumergida en esa carta y su contenido que no me di cuenta de que el señor Richie me estaba gritando.
—¡Señorita Prescot, Presteme atención cuando le hablo!—Sancionó mi jefe realmente enojado.
—Pe-perdón.. señor Richie yo le pro...—Tartamudeé, pero aquel hombre me interrumpió.
—Mire señorita Prescot, si desea conservar su trabajo... ¡Hágalo!—Me gritó fuertemente aquel hombre y se marchó.—
Dios, ¿Porque justo ahora me colocas estás cosas? ¡Estoy tan frustrada! Debería llamar a la policía.
—Buenos días oficina central del departamento de policía de New York—Atendió una mujer, con voz suave y servicial.
—Hola bien día, quiero realizar una denuncia de acoso.—Suspiré.
—¿Han pasado las 48 horas correspondientes de lo ocurrido?—Preguntó aquella con interés.
—No pero...—Fui interrumpida con la mujer que me atendía.
—Lo lamento, tendrá que esperar 48 horas para la denuncia.—Acalaró está con rapidez.
—Pero yo no...—Nuevamente me interrumpió.—
—Que tenga un hermoso día. Hasta pronto.—Me colgó.
La policía de New York era un asco. ¿Como pretenden que yo espere 48 Horas? ¡Por Dios! En 48 horas pueden pasar un millón de cosas. Coloque el teléfono de oficina en su lugar de mala gana.
—¿Mal día, Prescot?—Se acercó Tony, mi compañero de al lado.
—Nada importante,Tony. Ve tranquilo, necesito trabajar.—Reí ante esto último recordando el ultimátum que me dió el señor Richie.
Las horas pasaron y yo me encontraba en la universidad. 7:55 PM.
Aún faltaba para que terminara mi jornada estudiantil, pero fui a mí casillero en busca de libros nuevos ya que estábamos saliendo de clases de matemáticas. Al abrir el casillero, noté que una carta proveniente de ahí caía al suelo, guarde los libros de matemáticas y saqué los nuevos colocándolos en mi bulto.
—¿Qué es esto?—La recogí, en cuanto la tuve en mis manos el miedo recorrió mi cuerpo entero.
¿Y si era él,otra vez?
La abrí temerosa.
"Querida Rose, tienes una hermosa cara, unos labios creados por los dioses, unos pechos grandes y suaves... Y eso me provoca mucho más que una erección. ¿Sabes que me provoca, Rose? Cortar tus pezones y hacer que te los comas con tu propia sangre mientras me masturbo viendo tus senos llenos de sangre. ¡Maldición, me correría de inmediato al verlos bañados en sangre!"
Tapé mi boca, con mis ojos colocándose cristalinos y con gran pánico. Cerré mi casillero rápidamente y corrí al baño. ¡Estaba horrorizada! Me encerré en un cubículo a llorar.