Querida Rose

Capítulo 11.

Él, baja mi pantalón mientras me llenaba de besos húmedos por mí cuello haciendo camino a mi abdomen. Cerré los ojos ante la sensación tan placentera que era su tacto en mí.

 

Era la primera vez que disfrutaba del sexo desde hace mucho, igual mi última vez lo peor, con ese asqueroso. Un maldito enfermo. 

 

Yo tomé la hebilla de su pantalón y la fui quitando poco a poco. El me miró y me dio una hermosa sonrisa...

 

—Eres tan preciosa Roselyn.—Susurro sumergiéndose nuevamente en mis pechos, con sus manos quitaba mi brassier.

 

—Te quiero, Chris.—Le susurré, bajaba su pantalón, el se hincó un poco hacia arriba para facilitar el proceso.

 

Sentí como su boca daba besos mi entre pierna y por encima de mi ropa interior. Gemí al sentir su tacto ahí, Dios... Era tan sencible a él.

 

Bajó mi pantys con sus dientes, con delicadeza de no lastimarme.

 

Su lengua tenía una gran danza en mis pliegues y en mi pequeño clitoris.

 

—Chris...—Lo llamé.

 

—Si pequeña.—Preguntó aquel hombre chupando mi clitoris con intensidad usando su preciosa lengua. Gemí. 

 

—No aguanto más, por favor....—Rogue.

 

—¿Que pasa princesa?—Salió de mi vagina, me miró burlesco. —¿Quieres ésto?—Metió la punta de su miembro.

 

—S-sí.—Dios... pude sentir como se introducía en mi lentamente, enterré mis uñas en su espalda suavemente. 

 

Él se movía tan bien, Señor Jesucristo. No paraba de gemir debajo de él. 

 

Me encontraba abrazada a Christopher, posición cucharita. El besaba mi hombro, y acariciaba mi espalda con sus dedos... Yo sonreía.

 

—¿Sabes Rose?—Me volteé quedando frente a frente, le sonreí al mirarlo.

 

—Te adoro, y Joder eres tan preciosa, tan inteligente tan... Perfecta para mí.—Susurró. —Y se qué no sientes lo mismo que yo, pero al menos dame una oportunidad.—Tomo mi mano y la besó. Me miraba de forma tierna.

 

—Podemos intentarlo, ¿Sí?—Sugerí.

 

—Te prometo que no te voy a fallar, princesa.—Me besó lentamente.

 

Estabamos en la sala viendo una película en Netflix. 

 

—Por Dios, que idiota es este chico.—Rió Christopher, yo le seguí. 

 

Tocaron el timbre.

 

—¿Quién será?—Dijimos ambos extrañados.

 

—¿Esperas a alguien?—Preguntó con duda.

 

—No, iré a ver quién es.—Me levanté a ver quién es.

 

Una caja. Salí de casa con cierto miedo. Abrí la caja y en cuanto vi su contenido lágrimas brotaron de mis ojos. ¿Que demonios pasaba?

 

 




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