Querida Rose

Capítulo 16.

Desperté, todo había sido un sueño. Una pesadilla rotunda. Me dolía muchísimo la cabeza. ¿Un sueño donde despertaba de otro sueño? ¿Que se supone que es eso? Y ¿quién se supone que es ese tal Christopher? Personas que no conocía aparecían en mis sueños, y luego un psicópata. Mi vida en ese sueño era al revés a como es en la realidad, nada tenía sentido y luego un puto psicópata. Dios, ¿que es esto?  creo que estoy viendo mucho Netflix. 

 

—¿Que pasó?...— Susurre para mis adentros mirando el reloj. 

 

—¡Oh, mierda!—Iba tarde, muy tarde. —Dios mío, ¿Como piensas graduarte si duermes como una maldita morsa Roselyn?— Corria hacia el baño quitando mi ropa rápidamente, no había tiempo para una ducha caliente así que será fría.

 

—Jesús Santo. ¿Como me pude quedar dormida? Y todo por un sueño...—Estaba estresada y apenas comenzaba mi día. —¡Jonathan!— ¿Ya se habrá ido?

 

Me vestí rápidamente, un maquillaje sencillo y una coleta alta y listo. Salí corriendo a la habitación de mi hermano,  toque varias veces pero nadie respondió. Abrí su puerta y todo estaba ordenado, nadie estaba allí.

 

—Se fue, okey, soy una irresponsable.— Tomé una manzana mientras corría a la puerta para irme a la universidad junto con mi maletín.

 

En la otra calle se encontraba Tom Jensen, observando la puerta de la susodicha con impaciencia, aquella nunca tenía un atraso, su hermano hace un buen tiempo había salido y de muy buen humor por cierto.

 

—¡Madita sea!—Golpeó su volante con brusquedad, molesto por la situación. Si bien era cierto que la chica no sabía quién era Tom, pero Tom si sabia muy bien quién era ella, se había enamorado de ella desde el momento en que la vio en el supermercado comprando hortalizas, aquel la siguió hasta su destino y desde entonces no ha parado hasta averiguar su vida.

 

—¡Mierda!—Sus niveles incrementaban hasta que vio a la chica salir con apuro, aquel chico aprovecho aquella oportunidad.

 

Su carro se acercó hasta ella rápidamente.

 

—Vecina, buen día. Veo que tiene prisa, ¿A dónde se dirige?— Le sonrió como si nunca la hubiese visto en su vida.

 

Rose lo miró algo confundida, sentía que su cara le era familiar. Pero su prisa era mayor, necesita llegar a tiempo. De por  si iba muy tarde.

 

—Ehm... sí, estoy apurada por ir a la universidad. Voy tarde, luego lo veo. Feliz día—Apresuró el paso a su cochera por su auto, aquella llegó pero su auto no encendía.

 

Tom sonreía maliciosamente, el haber cortado sus frenos dio frutos buenos. Muy bien Tom, muy bien. Se acercó hasta la cochera de ésta, le fue un poco difícil abrir su cochera pero con la ayuda de un amigo todo salió perfecto, sin huellas ni rastro alguno, y le dijo estas palabras: 

 

—Parece que necesita que yo la lleve, vecina. Aún que no tengo ningún problema viniendo de una hermosa mujer como usted.— Le sonrió sin culpa alguna, su plan era perfecto y muy necesario si quería que Rose le mirará 

 

—Está... Bien.—Indecisa le aceptó la propuesta a aquel muchacho.— Voy a la universidad Central de New York, usted es?— le preguntó entes de abrir la puerta del auto del chico. Primera vez que le veía por su vecindario.

 

—Soy Tom, Tom Jensen. ¿Y usted? Hermosa señorita en apuros.— se acomodó mejor en su atiendo de piloto, siempre con una sonrisa de felicidad al mirarla.

 

—Roselyn.— Se subió, al menos sabía su nombre y si el chico intentaba algo podría meterlo a la cárcel sabiendo su nombre.

 

Aquel arrancó hacia el destino de la muchacha, feliz ante la situación. Muy bien Tom.

 

—¿Puedo llamarte Rose?—La miró un segundo articulando la pregunta, era obvio para él que sabía toda su vida literalmente. Incluso sabía sobre sus intentos fallidos por conseguir un buen novio que no quisiera llevársela a la cama de buenas a primeras, Sabia de su trabajo en las tardes hasta la noche como secretaria y sabía que le gustaba escuchar Jazz en las noches para relajarse. Sabía de la muerte de sus padres, sabía mucho de ella, literalmente todo. 

 

—Ahm... sí, de hecho... de hecho ese es mi apodo, así me dicen todos.— Le dio una sonrisa cálida con un toque de Nerviosismo. Estaba en un auto con un desconocido y di no fuese por su prisa no se hubiese montado en el auto tan rápido. —¿Eres nuevo por aquí Tom?— Aquella quería saber quién era ese supuesto hombre caritativo sin nada que hacer a las 8:45 de la mañana.

 

—Mmm, de hecho sí. Soy nuevo, hace poco me mudé aquí. Mi casa es la 245.—Sonrió mirando el camino, se había mudado al lado de la casa de la muchacha justo por ella.—Le costó casi un universo entero conseguir esa casa debido a sus antiguos dueños pero lo hizo. Rose valía eso y mucho más. 

 

—¿Enserio? Eres mi vecino.— Bien, estaba claro que se sorprendió mucho. Y no se dio cuenta de la mudanza de éste quizás por estar ocupada en sus estudios y trabajos en la computadora los viernes hasta muy tarde, la universidad agotaba y el ser secretaria de un viejo mal humorado también. 

 

—Pues que suerte. Al parecer llegamos, señorita Rose.—Le miró. Su sonrisa quería estallar, la tenía a un metro y juraría que no podría contenerse más y besarla. Pero debía ser paciente, el mismo haría que se enamore de él  "por casualidad".

 

—Gracias Tom.— Se desabrocho su cinturón de seguridad, le sonrió en forma de agradecimiento. Y salió de ese auto con una sensación extraña, pues ese chico tenía una vibra un poco rara, no podría descifrar que quería decirle esa sonrisa. Y tampoco tenía tiempo para saberlo, debía correr para aún que sea ver su segunda clase.

 

Tom se encontraba feliz. Habían hablado por primera vez formalmente, tomo camino hacia el supermercado, su pensamiento era sorprendente. Pues tenía bastante tiempo observándola, pero solo pudo mudarse hace poco. Y todo estaba perfecto, ella sería de él tal y como él quería.




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