—Muy tarde señorita Roselyn.—Acotó el señor Marcus.
Mierda. Éste día no podría empeorar, en que problemas me he metido.
—Buenos días Sr. Marcus, verá... Tuve ciertos problemas con mi auto y no pude llegar a tiempo lamentablemente y por e...—Su voz dura me interrumpió.
—Debería estudiar dramatismo o actuación en vez de comunicación social Señorita Roselyn.— Dijo con su tono un tanto molesto.—No me interesa que le haya pasado a su auto ó a usted. Su responsabilidad es llegar a la hora establecida.—Su mirada era severa y penetrante, si bien el señor Marcus era un hombre mayor con sus años encima y con un carácter duro.
—Lo lamento mucho Señor, no volverá a pasar.—Estaba apenada.
—Claro que no volverá a pasar porque no volverá hasta mañana. Retirese del plantel por favor.—Ordenó firmemente.
—¿Qué? Tengo un examen hoy en este momento. ¡No puedo perderlo!—Grité desesperadamente.
—¿Quiere volver dentro de tres semanas?—Dijo amenazante.
—Ahg.—Suspire rendida.—Que tenga buen día Señor Marcus.—Dije molesta. Caminé decidida a la salida y para colmo mi auto no quiso encender hoy, no se que tiene. Fui a la parada de taxis.
—Hola, me dirijo a Av. American Street 246. ¿Puede llevarme?—Pregunté cansada.
—Ah, si claro señorita. De aquí hasta allá serían 60$.—Dijo pacientemente.
Revisé mi bolso para sacar el dinero, y cuando creo que este día no puede empeorar no traje dinero ni la tarjeta del bus por el apuro de hoy.
—No iré, gracias.—Me alejé muy estresada. La molestia corría por mi cuerpo, caminé hasta llegar a un plaza y sentarme en esta y llorar del puro estrés que tenía encima. Recordé ese sueño horrible y no sé a qué se vino algo tan catastrófico como eso. Luego lo de la universidad, mi auto y ahora esto. Lloraba como una niña pequeña, ¡Por Dios! Roselyn tienes 22 años y lloras por esto. Existen malos días, pero este hoy en especial me superaba.
Ni siquiera tenía como irme a casa, y tampoco a quien llamar. Digo, me mude aquí hace poco y no había socializado mucho que digamos. Mi cabeza pensaba en todo el sueño que tuve, dicen que los sueños son mensaje...
—¡Ay no, por favor Rose! madura. Solo fue un estupido sueño— Grité para mi misma, la gente que pasaba me miraba raro pero no me importaba, ¿acaso nunca tuvieron un mal día?
—Parece a que alguien le está yendo mal hoy.— La miró con una sonrisa llena de compasión pura.
—¿Tú?—Le miró esperando todo menos esto que ocurría ahora.—¿Que haces aquí?