Querida Rose

Capítulo 21.

Hace unas horas llegó a su casa, tenía un buen tiempo encerrada en su cuarto. La noche yacía y el frío también. Por fin se decidió ha hablar con su hermano, sus pasos eran perezosos y con miedo. 

 

–¿Uhm?–Preguntó adormilado. 8:45 pm. Normalmente se dormía un poco más tarde pero hoy se sentió terrible, solo quiso olvidarlo todo. 

 

–¿Puedo pasar?–Preguntó aquella chica maternalmente. 

–Ya estás adentro, ¿necesitas algo o que ocurre?–Eso sonó un poco grosero y el lo admitió mentalmente. Pero tenía sueño y estaba cansado. No podían exigirle mucho. 

 

–¿Podemos hablar, por favor Jonny?– Se acercó a este cerrando la puerta. La había abierto sin previo aviso... Se encontraba sentada al lado de éste, en su cama. 

 

Se incorporó en su cama, suspiró cansado. 

 

–¿Qué ocurre?–Él sabía lo que ocurría, más no quería hablarlo. Pero debía hacerlo y enfrentar ese miedo. 

 

–Lo siento, por lo que hice. No debí pegarte, estaba muy molesta contigo por tu comportamiento hacia a mí. ¿Sabías que no era el correcto, no? Jonny.–Ella sabía que había hecho mal, pero tampoco debía dejar que su hermano la tratara como si fuera su hija. Ella lo había criado cuando su abuela partió al cielo. 

 

–Sí, yo también lo siento mucho, solo que no da buena espina ese tal Tom. Y por eso me comporté así. Perdóname por alzarte la voz hermanita.–Realmente el se sentía mal por el suceso de ese momento, la abrazó fuertemente besando su mejilla. Aquella le devolvió el abrazo. 

 

–Me alegra mucho qué hayamos podido resolver todo, quizás  debas conocer a Tom, aveces las personas no son lo qué parecen. No creo qué el sea tan malo.–Rió junto con su hermano, y besó su frente. –Me voy, ya es hora de dormir. Mañana hay escuela para ti.–

 

9:15 Pm. Estaba acostada en su cama, tratando de consolidar el sueño pero ese sueño revobinaba una y otra vez en su cerebro. La verdad nada tenía sentido, ni siquiera ese tal Christopher qué jamás en su vida lo había visto, ni su trabajo, cuando ella lo hacía en la tarde, ni ese psicópata. En realidad nada tenía sentido. 9:38 Pm; debía dormir si quería llegar temprano mañana a la compañía, aun qué no querían ver a Máximo, fue su novio desde qué cumplió los 18, de hecho su primer y único novio, terminaron a los 20, éste se acostaba con millones de chicas. Habían pasado dos años y ella no lo necesita en su vida ahora ni nunca. 

 

6:21 Am. 

 

Se encontraba lavando los trastes para luego irse a su trabajo. 

 

–Me voy Rose, tome un poco de dinero para el autobus de regreso, te amo.–Se acercó a su hermana besando su mejilla.–Adiós.

 

–Adios mi vida.–Le dijo escuchando como este cerraba la puerta, miró el reloj 6:24, revisó su cartera. Cédula de identidad, labial, dinero, llaves de la casa, tarjetas de débito y su portafolio al lado de su cartera. Bien, todo listo. 

 

¡Mierda! No había llamado al mecánico para su auto, esta vez si tomaría un taxi para llegar a la universidad. Salió de su casa a la parada de taxis. 

 

–Disculpe hermosa señorita, ¿como amaneció hoy? ¿Otra vez en apuros?–Le sonrió caminando hacia ésta. 

 

Le pareció raro otra vez conseguirlo así de la nada al chico, pero tampoco era un momento para charlar. 

 

–Buenos días Tom. Estoy bien, espero qué tu igual. Debo irme, qué tengas buen día.–Caminó rápidamente hacia la parada de taxis pensando en lo raro qué podía llegar a ser su vecino de al lado. 

 

Justo a tiempo como le gusta a ella, y al señor Richie por su puesto. Se encontraba revisando unas carpetas importantisimas sobre una posible asociación llamada Corporation Holland.

 

–¡Prescot! A las 9:00 tengo una visita muy importante, ven a mi oficina a esa hora y recuerdame sobre ésta. ¿Están listos esos informes?–Espetó impactando la sus ojos fijamente con los míos. 

 

–Ca-casi señor Richie.–Acomodé mis lentes en el puente de mi nariz para mejor visión. Este señor me ponía nerviosa. 

 

–Nolan, ayuda a la señorita Prescot a terminar mas rápido.–Ordenó mirando a Máximo, entró rápidamente, el señor Richie a su oficina.–

 

Máximo la miraba sonriente, está era una buena oportunidad para hacer qué ella bajara la guardia con él. Ésta volteo sus ojos en modo de fastidio, no le agradaba mucho la idea. Se acercó a ésta tomando cierta cantidad de carpetas sonriendo. 

 

–Te pediré qué no me hables mientras estés aquí, apresurate.–Exigió aquella hermosa muchacha. Él sólo soltó una pequeña risa, seguía siendo tan terca como la recordaba. 

 

–Lamento decirte que no se podrá porque somos compañeros. Pero si tu quieres podemos ser compañeros de cuarto...–Le susurró al oído a ésta. 

 

Aquella dejó de redactar, se levantó de su asiento y lo fulmino fuertemente. Sus comentarios no le hacían gracia. 

 

–Lo único que deseo de ti es que te quedes 100 metros bajo tierra de mí, imbécil.–Se acercó a este y le dijo esto en un tono un poco alto. Éste río, le gustaba cuando se hacía la dura. Así que solo tomó la cara de esta y besó su mejilla colocando una mano en el cuello de esta. 

 

–¿Eres imbécil o qué? No me vuelvas a tocar en tu miserable vida, inútil.–Quitó la mano de éste de su cuello bruscamente, pasó su mano por su mejilla con rabia quitando bruscamente el rastro de este en su cara. 

 

–No se porque te haces la difícil si igual volverás a mí.–Le susurró caminando a su oficina al lado de Rose. Está le miró con mucha rabia empuñando sus manos. Aquel solo le lanzó un guiño con cierto coqueteo. 

 

Maldito imbécil. 

 

 




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