Querida Rose

Capítulo 22.

Era un grandisimo idiota, ¿Cómo se atrevía a decirle aquello? ¿Cómo podía creer él, que ella volvería a él así de fácil? ¿Acaso era tonto? Pues sí. Ella no lo perdonaría ni aún qué fuese el rey de Inglaterra. Sonó su alarma de las 9:00 am. La había puesto para recordar la cita importante del señor Richie, tomó su celular para apagarla, cuando de pronto sintió una voz un poco varonil y familiar. 

 

–Hola, bella dama.–Aquel le sonrió, era justo lo que necesita en estos momentos. 

 

–¿Tom?–Lo miró incrédula. Se levantó de su asiento sin poder asimilar bien la información, era todo muy raro. Sabía que el mundo era pequeño pero no para tanto. 

 

–¡Prescot! que le dije sobre...–El señor Richie salió de su oficina, pero calló inmediatamente al ver a su visita.–¡Tom! Bienvenido.–Se acercó a éste sonriente para estrechar su mano.–Lamento la forma en cómo te atendió mi secretaria, no volverá a ocurrir.–Me miró de forma amenazante y tragué en seco.–Pasa Tom, tenemos cosas que hablar.–Ambos fueron directo a la oficina del señor Richie. Okey, todo se está tornando muy raro ahora, me senté de golpe en mi silla. 

 

Sentí unas manos en mis hombros, me tensé un poco más.

 

–La verdad esa no fue una buena presentación para una visita importante, muñeca.–Su boca estaba muy cerca de mí iodo al decir esto. Giré la silla rápidamente hasta quedar frente a frente, me levanté mirándolo de una forma muy fea.

 

–Primero, yo se muy bien cómo hacer mi trabajo. Segundo, deja de tomarte confianzas y atribuciones que no te pertenecen.–Mi voz sonaba muy seria, y claro, no era para menos si estaba irritada por su comportamiento. No lo quería cerca. 

 

–Tengo todo el derecho a tomarme todas las atribuciones o confianzas. Después de todo, yo fui el primero que estuvo entre tus piernas... Eso me da mucha ventaja, bebé.–Le susurró de forma chocante, mientras le daba una amplia sonrisa. Aquella no dudó ni un segundo en estampar fuertemente su mano en mejilla de éste. 

 

–A mí me respetas, no soy una de perras con las que te acuestas, Nolan.–Estaba muy molesta. Aquel chico era lo peor después del infierno. 

 

El señor Richie salió de su oficina estresado. 

 

–Pero bueno señorita Prescot, señor Nolan. ¿Cuál es la bulla que hacen? Qué no ven que estoy con algo muy importante.–Replicó a ambos de forma molesta. 

 

–Lo siento señor, al parecer la Señorita Prescot tiene algunos desacuerdos conmigo sobre...–Fue interrumpido por nuestro jefe. 

 

–Me importa una mierda, esto no es un ring de boxeo señor Nolan.–Gritó.–Y usted, traigame los informes, ¡ahora!–Nuestro jefe estaba muy molesto, y yo no quería problemas mas problemas y menos por culpa de este imbécil. 

 

–No volverá a pasar señor.–Máximo al parecer no le gustó la forma de hablar del señor Richie. Aquello lo dijo de una forma tan seria. 

 

Una ves dentro de la oficina, pude volver a visualizar a Tom, y jamás imaginé que el sería ese Holland. Digo si sabía que ese era su apellido pero mi vida no es una serie de telenovelas cliché, es una simple y aburrida vida. 

 

–Bien, el señor Holland me comentó que ustedes se conocían. Eso facilita mucho mas las cosas... Lamento el escándalo que escuchó hace poco señor Holland.–El señor Richie se oía apenado ante la situación, hasta yo lo estaba. 

 

–Emm sí, ya nos conocemos.–Susurré.

 

–El señor Holland ahora será mi socio, por lo tanto usted trabajará tanto para él como para mí. Ahora usted será su secretaria y la mía será la señorita Julieth. Anny pasará de vez en cuando a cerciorarte y ayudarte en lo que pueda.–

 

–Bi-bien...–Susurré. Ahora mi nuevo jefe era mi vecino, ¿Que demonios pasaba? 

 

–Los dejó solos para que conversen, ahora mi oficina será la del pisó 22. Está desde ahora le pertenece a Tom.–Cerró la puerta, y yo miré a Tom incrédula sin saber que decir. 

 

–¿Todo bien? Preciosa.–Se acercó peligrosamente a mí.

 

–Yo...–Fui interrumpida por su voronil voz. 

 

–Parece que ahora seremos mas que vecinos, hermosa.–Susurró. 

 

Un toque en la puerta fue mi señal para separarme bruscamente de esa situación tan incomoda para mí. Y creo que lo más grave fue que me gustó sus cercanía. 

 

–¿Quién?–Preguntó Tom. El cuál su semblante cambió a uno mas neutral, vaya cambio. Me guiñó un ojo en forma de complicidad. Creo que estoy en problemas... 




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