Querida Sarah

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El campus universitario bullía de actividad, y el inicio del nuevo semestre trajo consigo un aire de emoción y oportunidad. Mientras los estudiantes se reunían y se reencontraban después de las vacaciones de verano, los rumores sobre el romance incipiente entre el frío instructor de fútbol, Alfred, y la joven y apasionada jugadora, Sarah, se habían extendido por los pasillos y las cafeterías.

Ethan, otro estudiante destacado y conocido por su encanto y habilidades en el fútbol, notó este zumbido de conversación en el bullicio de la universidad. Era alto, con cabello oscuro y ojos penetrantes, y se movía por el campus con confianza y seguridad.

Desde su primer encuentro con Sarah durante el entrenamiento de fútbol, Ethan había sentido una chispa, una atracción instantánea hacia ella. Pero al enterarse de los rumores sobre su conexión con Alfred, sintió su ego herido y una mezcla de celos y desafío crecer dentro de él.

Decidió poner todos sus encantos en juego para conquistar a Sarah y hacerla suya, sin importar quien se interpusiera en su camino. Con su inmensa popularidad entre las chicas de la universidad, no fue difícil acercarse a ella y empezar a cultivar una amistad.

"Mira, Sarah, entiendo que tienes una buena relación con el entrenador Alfred, pero no puedo evitar sentir una conexión especial entre nosotros también", le dijo Ethan un día, mientras se enredaba casualmente en una conversación. "Creo que hay algo más entre nosotros, algo que no deberíamos ignorar."

Sarah, todavía confundida por su reciente amistad con Alfred y los sentimientos encontrados que despertaba en ella, se sintió abrumada por las palabras de Ethan. Nunca antes había experimentado este tipo de atención por parte de un chico, y la incertidumbre se instaló en su mente y en su corazón.

A medida que los días pasaban, el triángulo amoroso entre Alfred, Sarah y Ethan se hizo más complejo. Los encuentros y las conversaciones se volvieron tensas, con momentos de pasión inadvertida y silencios incómodos. Cada interacción traía consigo una montaña rusa de emociones y desafíos mientras los tres intentaban comprender sus sentimientos y los límites de sus conexiones.

Alfred, consciente de la creciente tensión entre Sarah y Ethan, luchaba por mantener su compostura y su responsabilidad como instructor. Por fuera, mostraba su característica serenidad, pero su corazón latía salvajemente, la incertidumbre lo consumía y la sensación ineludible de que estaba a punto de perder algo importante le pesaba constantemente.

Por su parte, Sarah se sentía cada vez más confundida y dividida entre los dos hombres. Por un lado, estaba la atracción segura y familiar que sentía por Alfred, quien había sido su guía en la universidad y quien había despertado en ella emociones desconocidas. Por otro lado, estaba el emocionante magnetismo de Ethan, que la arrastraba hacia un territorio incierto pero embriagador.

Mientras el triángulo amoroso avanzaba en el corazón y la mente de cada uno, sus interacciones se volvían más cargadas, más cargadas de electrificantes miradas, palabras cuidadosas y roces accidentales. Sin embargo, ninguno de ellos podía escapar de la trágica realidad de que solo uno podría poseer el corazón de Sarah, y los sentimientos lastimados y las consecuencias de esta elección pendían sobre ellos como una espesa niebla.

El campus continuaba moviéndose en medio de la danza de los rumores y la tensión creciente entre Alfred, Sarah y Ethan. Cada encuentro, cada intercambio, estaba impregnado de una energía intensa, a veces palpable, como si el resultado de este triángulo amoroso fuera inevitable.

Sarah se encontraba atrapada en el medio, su corazón dividido entre el cariño y la admiración que sentía por su instructor y la pasión ardiente que despertaba Ethan en ella. Cada conversación, cada risa compartida, era un paso más hacia lo desconocido.

Alfred, por su parte, intentaba mantener su posición como instructor, pero su máscara de indiferencia comenzaba a fisurarse. Cada vistazo, cada sonrisa dirigida a Sarah por parte de Ethan, hacía latir su corazón con celos y, al mismo tiempo, con una intensidad explosiva. No podía negar la conexión innegable que compartía con Sarah, pero temía que su papel como instructor y la diferencia de edad los separara.

Ethan, consciente del conflicto interno de Sarah y de la conexión existente entre ella y Alfred, intensificó sus esfuerzos para conquistarla. Con cada gesto atento, cada palabra llena de afecto, buscaba socavar la relación entre Sarah y Alfred. Estaba decidido a ganar su corazón sin importar las consecuencias.

Mientras tanto, el ambiente en el equipo de fútbol de la universidad se volvía tenso. Otros jugadores comenzaron a notar las miradas furtivas, las conversaciones susurradas y las risas nerviosas entre Sarah, Alfred y Ethan. El equipo se encontraba en el centro de una tormenta emocional, sin saber cómo reaccionar ante la situación.

La tensión llegó a su punto máximo en un tarde soleada, cuando durante un partido de práctica, Sarah destacó con jugadas brillantes junto a Ethan. Sus habilidades y su química en el campo eran evidentes para todos, incluido Alfred. El sentimiento de angustia en su pecho era insoportable mientras veía cómo Sarah reía y celebraba con Ethan, como si nada más importara.

Después del entrenamiento, Alfred se quedó solo en la cancha, sintiéndose atrapado en un torbellino de emociones. El silencio a su alrededor solo acentuaba su soledad. Fue entonces cuando comprendió que sus sentimientos por Sarah iban más allá de la mera atracción: la amaba en silencio y no podía evitarlo, aunque eso significara poner en riesgo su carrera y la relación con su estudiante.

Con el corazón pesado, Alfred sabía que la elección que debía hacer no sería fácil. El triángulo amoroso se había vuelto más complejo y los sentimientos de todos quedaron expuestos, esperando el veredicto final del destino. Sin importar cuál fuera el resultado, quedaba claro que nadie saldría ileso de esta batalla por el amor.




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