Leilani
El hermano de Sylvain había sido una sorpresa agridulce. Dulce porque había sido tan simpático y agradable como su hermano cuando me despedí de él a los instantes que llegó. Agria porque si no hubiera sido por su llegada podría haber sucedido algo que quizás en el fondo esperaba con ansias.
Ya dos meses y medio desde que nos conocimos. Dos meses desde que su presencia ha puesto mi mundo al revés.
Había dejado el porche de la casa de Sylvain, con un suave beso en su mejilla y una risa nerviosa.
Él no parecía mucho menos nervioso que yo, lo rojizo en sus orejas me causaba ternura. Lo delataba.
Nos despedimos rápidamente y había comenzado a caminar hacia la casa de mi tía para que Lion me alcanzará a la florería.
El calor de la primavera, los árboles que empezaban a volver a su verde brillante eran una vista maravillosa. Amaba caminar por las calles de Ciones y ver la diversidad de culturas que chocan en la misma. La gente del sur que había huido de las inundaciones, como el norte que se había consagrado en la ciudad hacía varios años. El oeste y este se fusionaron en la rivera de la ciudad. El continente y país de Krea, siendo uno de los más recientes y aislados del mundo.
Pase por varias tiendas y casas, hasta que las casas con patios delanteros se volvieron rápidamente departamentos y edificios altos. Las tiendas de barrio pasaron a ser más céntricas. Todo se volvía más caótico a medida que me adentraba en la ciudad.
El edificio gris, deteriorado y más pequeño que los demás estaba a menos de una cuadra y desde aquí ya podía vislumbrar a Lion afuera, apoyado en su auto. A medida que me iba acercando pude ver qué estaba muy concentrado en su celular, tecleando a mil por hora. Quién sea la persona con la que se esté mandando mensajes debe tenerlo muy enganchado. Que curioso. Nunca había visto a mi primo así.
Sigilosamente me acerqué a él, intentando evitar cualquier sonido que pudiera hacer, me detuve frente suyo e intenté echarle un vistazo al celular. Apenas logré vislumbrar el comienzo del nombre, aunque como buena chismosa que soy solo me toma unos segundos conectar clavos.
—¿Pero qué crees que haces? —dice a la defensiva.
—¿Te estás mensajeando con Nans? Ay qué pícaro eres primito. —me burló, señalando su rostro completamente divertida. Lion se tensa, resopla y se aparta de mí como si eso lo salvará de mis burlas.
—Si te pones molesta, te irás caminando hasta de la abuela.
—Amenazame todo lo que quieras, pero de mi interrogatorio no te salvas. —espero a que abra el auto, con la mano en la manija abro la puerta cuando le saca el seguro y me subí de copiloto. Cuando él también se sube del lado del conductor le digo burlona. —¿Que tanto hablaban? Te veías muy apasionado tecleando el celular con tanta velocidad.
—La estaba ayudando con algo. —farfulla, poniendo el auto en marcha.
—¿En qué? —cuestionó girándome a verlo por completo.
—Ponte el cinturón. —me dice, evitando responder.
—Ya. —le hago caso, y me preparo para volver al ataque. —Lion.
—No quiero hablar de ello.
Se que por su tono que debo detenerme y cierro la boca, sin presionarlo. El auto comienza a andar y tomamos el camino a la florería. Pongo la radio para buscar una canción que nos guste a ambos. California Gurls de Katy Perry comienza a sonar, relajando el ambiente.
Puedo sentir a Lion iniciar a respirar lentamente, controlando su respiración como antes de un juego. Mientras, voy mirando por la ventana a las personas que van de un lado a otro, imaginando cómo será sus vidas, que flores o plantas se asocia mejor a ellas.
—Me pidió ayuda con un chico. —vuelvo a verlo. No esperaba que volviera a hablar pronto, y ahora comprendo mejor la situación. Me da un vistazo rápido hasta girar a la derecha. —No me mires así, Leili. Tampoco es para tanto.
—No debí haber jodido tanto. —admití. —Lo siento.
—Ni que fuera algo de otro mundo, ni sería la primera vez.
—Siento que ahí hay un pero. —me recuesto en el asiento, mirándolo conducir.
—Lo hay. —hace una pausa. —No me dijo quién era, y las pistas que me dio solo tienen un nombre y apellido. ¿Y sabes qué es lo peor? Es que no tiene sentido.
Hago una mueca. Bajo el volumen de la radio para poder escucharlo mejor.
—¿Quién crees que es?
Presiona las manos en el volante, hace un mohín con los labios.
—Es que no tiene sentido, te lo juro, porque todo lo que ha dicho me recuerda a mi. A mi puntualmente, por que no hay otro chico de la escuela que tenga mi misma cicatriz en la mandíbula, que vaya los sábados al refugio de la ciudad, que tenga una iguana en su habitación, no debe haber ninguno otro chico que tenga a una prima que ame las flores y trabaje en una florería. Entonces, no entiendo sus mensajes, ¿Que está queriendo decir? ¿Me está mandando una maldita indirecta y yo soy tan estupido que no entiendo?
Al terminar, su respiración está agitada y estamos frente a la puerta que da directamente a los departamentos.
Me muerdo los labios para contener una risita, la cuál solo quiere salir cuando me mira con desesperación. Cómo si yo tuviera respuestas a su crisis.
—No tengo ni idea de qué va, sinceramente, no me ha dicho nada. —me encogí de hombros.
—Vamos, tú debes saber algo, eres su mejor amiga. —me miró suplicante. —O podrías averiguarlo.
—¿Quieres que sea tu espía? —ya no contengo la risa que suelto, negando, comienzo a abrir la puerta.
—Por favor. —súplica, y me derrito ante mi primo, trayéndonos recuerdos de cuando éramos niños y él quería algo que yo tenía.
—Voy a ver si logro sacarle algo. —cedo. Pero realmente no me pienso meter en lo que sea que pase entre ellos.
—Eres la mejor.
—Ahora me debes un favor.
—Lo que sea.
—¿Podrías averiguar algo por mi?
—¿Qué quieres saber? —apoya los antebrazos en la ventanilla, esperando que yo rodeé el vehículo para quedar frente a él, pero fuera de este.
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Editado: 24.02.2024